MILITANTES DEL PSC AMAGAN CON LA ESCISIÓN SI EL PSOE NO FRENA LA DERIVA NACIONALISTA

 

Este colectivo ha enviado una segunda carta a los dirigentes del PSOE en la que piden a Zapatero que tome la iniciativa ideológica para garantizar la Cataluña plural.

 

Noticia de MARÍA ANTONIA PRIETO,  en   “ABC” del 29.05.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado la noticia que sigue para incluirla en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

Barcelona. Son pocos, pero están dispuestos a hacerse oír. Militantes del PSC que se sienten incómodos con la deriva nacionalista de esta formación y del Gobierno de Pasqual Maragall han decidido plantar cara a las tesis oficiales y algunos, incluso, meditan abandonar el partido para integrarse en una nueva formación de izquierdas no nacionalista. Dentro del socialismo catalán han convivido tradicionalmente dos «sensibilidades» distintas pero complementarias desde el punto de vista electoral -la opción catalanista y burguesa, representada por Pasqual Maragall, y la vertiente denominada «españolista», encabezada por el primer secretario y ministro de Industria, José Montilla, que es quien realmente controla el aparato del partido-. Ahora, sin embargo, ese equilibrio podría romperse porque un centenar largo de militantes, agrupados bajo la denominación «Socialistas en positivo», no se consideran representados por sus dirigentes.

Este sector, que se siente huérfano del PSOE, condena lo que considera una «deriva nacionalista» por parte del PSC y lamenta que Maragall, condicionado por ERC, ponga el acento en asuntos como la financiación autonómica o la redacción de un nuevo Estatuto, limitándose a continuar la línea soberanista que impuso CiU durante sus 23 años de gobierno.

Los integrantes de esta corriente crítica firmaron hace días una carta, que posteriormente remitieron a varios dirigentes del PSOE, en la que denunciaban el sometimiento del PSC a las tesis catalanistas que excluyen a todo aquel que no comparta el pensamiento oficial. Pero como la dirección del PSOE negó tener constancia de esta misiva, han decidido enviar otra, no ya de 4 páginas, sino de 8. En este escrito, al que ha tenido acceso ABC, se describe lo que este grupo califica como una «espiral de silencio», de la que participaría el PSC, y que impide el debate sobre ideas en Cataluña. «Las causas de la lengua y la construcción nacional forman parte de esos temas tabús sobre los que no existe siquiera la posibilidad de mostrar el menor desacuerdo», subrayan los firmantes, que se muestran convencidos de que si el nacionalismo está triunfando en Cataluña es «gracias al concurso indispensable de nuestros compañeros del PSC».

Síndrome de Estocolmo

En la carta se denuncia también la persecución del castellano, la ausencia de pluralismo y «las restricciones de los derechos individuales». «Tantos años de normalización -argumentan- han viciado el ambiente político catalán de tal manera que ha sido imposible la incorporación natural de aquellos que por sus orígenes, cultura o lengua materna no entraban dentro de los parámetros que definen al catalán fetén». Crítico también con una eventual definición de Cataluña como nación, este colectivo recrimina al PSC el «síndrome de Estocolmo» de algunos dirigentes que no han nacido en Cataluña, en clara alusión a Montilla o a los alcaldes del área metropolitana. «Estos dirigentes del PSC justifican hoy, solamente en privado, su seguidismo catalanista por las dificultades que entraña ir contracorriente de un régimen bien consolidado durante los últimos 25 años», explican.

La misiva concluye con una petición de amparo a José Luis Rodríguez Zapatero para que «tome la iniciativa ideológica y ejerza cuantas acciones sean precisas para conseguir que la Cataluña plural y diversa se vea representada en sus normas jurídicas».

ABC ya publicó el pasado 14 de mayo un artículo de «Ágora Socialista», corriente crítica del PSC, en el que, bajo el título «No en nuestro nombre», se censuraba la propuesta de financiación del gobierno tripartito por considerarla poco solidaria con el resto de España. Desde este colectivo se critica, además, las «frivolidades» del Ejecutivo de Maragall y las últimas iniciativas de carácter estrictamente simbólico y nacionalista, como las polémicas en torno a las banderas o la discriminación de los escritores catalanes que escriben en castellano.