BRUTALES CAMBIOS DE IDENTIDAD

Artículo de Félix De Azúa en “El Periódico” del 20 de septiembre de 2008

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Después de 30 años de gobierno nacionalista, hora es ya de hacer balance sobre la riqueza que tan acendrada ide- ología ha traído a Catalunya. Basta con repasar algunas calumnias lanzadas tradicionalmente contra este pequeño país. Por ejemplo, la acusación de "tenderos". ¡Ya nadie llama "fenicios" a los catalanes! Otras regiones españolas han demostrado merecer con mayor mérito el apelativo y han hecho negocios excelsos.


¿Y la vieja calumnia de que para ser funcionario había que nacer en Madrid? Tenemos ya sobre los 150.000 funcionarios, y en una reciente encuesta los niños catalanes declaraban desear, por encima de todo, ejercer de funcionarios. Otro mito que se hunde junto con el odio al enchufe, práctica tenida por mesetaria y que el embajador Carod-Rovira reivindica para Catalunya. Se decía, además, con muy mala uva, que aquí no había sentido del humor. Observen las radios y televisiones del Principado. Todas cubren la mayoría de su horario con programas cómicos. Es cierto que no hay quien los distinga porque solo se ríen del aspecto ridículo, vil y grosero de los españoles, pero eso no quita la novedad inmensa de un humor nacional catalán.


Durante decenios se tuvo a Catalunya por lugar violento. Barcelona era "la capital de la ira", titular del Nouvel Observateur que fue motivo de chirigota en los años 70. Aquí florecían las bandas de sicarios de la patronal y los eficaces asesinos comunistas y anarquistas. ¡Cómo ha cambiado el país! El jueves manifestaban su espanto algunos jefes catalanes porque unos avioncitos iban a figurar en las Fiestas de la Mercè.


Pero lo que más ha cambiado es aquello de que aquí residía la capital de la cultura y el intelecto. Gracias a nuestra élite, por fin hemos conquistado las peores cotas educativas y culturales de España. Ya era hora. Tras un titánico esfuerzo y un océano de millones, los catalanes son ahora unos tipos escasamente educados, poco eficaces, que se ríen sin descanso y desatienden el dinero. En resumen, un lugar más agradable. Similar a la Andalucía de los años sesenta.