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 Artículo de Félix Bayón en “Diario de Sevilla” del 5-3-06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.



    Hay muchas razones para alegrarse de que tenga éxito la experiencia que se inició anoche en el Teatro Tívoli de Barcelona. Después de meses de reflexión y tras un rodaje que les ha llevado a recorrer un puñado de auditorios de mediano tamaño, Ciudadanos de Cataluña se constituye por fin en partido político. Desde el primer día, los políticos profesionales les miraban con un indisimulado desdén chusquero: ¿qué hacía ese grupo de intelectuales, tan finos, dedicándose a un oficio en el que las cualidades que se requieren son afición por la marrullería, ninguna convicción, saber desayunar sapos y escupir por el colmillo? Los políticos profesionales tienen tan mal concepto de su oficio y de sí mismos que creen sinceramente que es un desperdicio que gente como Arcadi Espada o Félix de Azúa se dediquen a él. Es como si Ferran Adrià cerrara El Bulli para vender papelones de pescado.

    Ciudadanos de Cataluña aparece justo en el momento oportuno: cuando el discurso nacionalista lo ocupa y lo corrompe todo, contagiando a la socialdemocracia realmente existente que –quién nos lo iba a decir– ha dado incluso la espalda a la defensa de la solidaridad, que era su santo y seña. En Cataluña hay un 10 por ciento del censo que participa en las elecciones locales y legislativas y se abstiene en las autonómicas, lo que explica que el PSOE venga ganando allí todas las generales y, sin embargo, su hermano el PSC haya ido perdiendo todas las regionales. Secuestrada la izquierda por los señoritos nacionalistas, el sistema representativo es tan deficiente que mientras sólo el 40 por ciento de los ciudadanos creen que Cataluña es una nación, esa es la opinión del 90 por ciento de los diputados del Parlamento regional. Que Ciudadanos de Cataluña traten de representar a los sin voz ya es para alegrarse.
Pero hay alguna razón más. Deseo que la experiencia les salga bien porque es necesaria otra forma de hacer política: sin aparatos omniscientes y con la libertad de debate que proporcionan las nuevas tecnologías. Ciudadanos de Cataluña es hijo de internet y de los mensajes de SMS. Ya no hacen falta los intermediarios. Se abren nuevas vías que alterarán, para bien, los sistemas de participación. Cuando una causa es popular, encuentra de inmediato sus seguidores: da igual que sea la petición de explicaciones al Gobierno a raíz del atentado del 11-M o el boicot contra los productos y servicios catalanes como protesta contra el proyecto de Estatuto. Unir a los seguidores de una causa ya es fácil, no tiene costos y es instantáneo. Con mayor o menor fortuna, en internet conviven hoy todo tipo de propuestas políticas: a favor del voto en blanco, de las listas abiertas… Ya no hacen ninguna falta los aparatchik que dominan la política. Ojalá a Ciudadanos de Cataluña les vaya bien. Podría cundir el ejemplo. Así, quizá, un día la política volverá a ser una actividad noble.