UN TREN PARA ESPAÑA

 

 

 Artículo de Ignacio Camacho  en “ABC” del 17.02.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Con un muy breve comentario al final: LO PEOR ES LA ESTAFA DEMOCRATICA QUE SE ESTA PRODUCIENDO (L. B.-B., 21-2-06, 20:30)

 

La cita es un café del Paseo de Gracia, en el que camareros de piel tostada hablan castellano con acento de Suramérica. «Diles a éstos lo de la inmersión lingüística», me espeta socarrón mi interlocutor, un andaluz que lleva más de una década dando clases de Humanidades en un instituto de Barcelona. «Han venido a España confiando en la ventaja del idioma y se encuentran con los fundamentalistas de la Generalitat y sus formularios de control. ¿Te has fijado que ahora ya nadie dice eso de que son catalanes todos los que viven y trabajan en Cataluña? Claro, es que a esta gente no les quieren dar carta de ciudadanía».

Mi amigo está harto de coles. «Oye lo que te voy a decir: estoy pensando seriamente en volver a Andalucía. Prefiero el clientelismo de Chaves viviendo en mi tierra. Aquí ocurre lo mismo, y encima te hostigan si no eres de los suyos. Al principio creí que con el PSC en el poder se suavizaría un poco, pero Maragall y sus pijos de Sant Gervasi han resultado tan nacionalistas como los de CiU, y encima con mala conciencia. Yo esto cada vez lo aguanto menos. Y no es tanto por el catalán, que lo hablo y escribo correctamente, aunque no me da la gana de usarlo; no, es que de algún modo hacen que te acabes sintiendo ajeno si no compartes sus sentimientos nacionales. ¿Tierra de acogida? Jeje, siempre que te acojas a sus códigos de valores».

«De verdad, se me hace pesada tanta gaita, tanta construcción nacional, tanto ombliguismo. Es como un pensamiento único por todas partes, un verdadero mobbing social. Y encima hay que aguantar todo el rato la cantinela de que en Andalucía pagan el cambio de sexo y en Extremadura los ordenadores en las escuelas. Coño, es que en Extremadura no hay dos canales de televisión autonómica, ni en Andalucía hay mossos d´Esquadra ni se gasta tanto dinero en propaganda lingüística. Y lo de las autopistas de peaje; pues hace treinta años, cuando aquí ya las tenían, nosotros íbamos por carreteras infectas y los nuestros se venían a Sants con la maleta amarrada con guitas. Que te cansas, hombre, que te cansas. Barcelona es preciosa, se vive bien, pero llega un momento en que la matraca se vuelve asfixiante, porque todo tu entorno está en lo mismo y si no compartes todo eso acabas pareciendo un marciano».

«No, no es cuestión de presión idiomática, al menos aquí en Barcelona el bilingüismo se lleva con cierta normalidad, aunque a veces molesta que hables en castellano y te contesten en catalán con terquedad, sobre todo en la administración. Es otra cosa, ya te digo, es la presión que te sobreviene si no participas del sistema general de valores. Y si te da el arrebato y te pones borde, te llegan a decir lo que le dijeron a un taxista aragonés que me llevó un día, y que estaba también hasta las trancas: que cada media hora sale un tren para España. ¿Sabes? Cualquier día lo tomo...».

 

 

Breve comentario final: LO PEOR ES LA ESTAFA DEMOCRATICA QUE SE ESTA PRODUCIENDO (L. B.-B., 21-2-06, 20:30)

 

    Lo peor de la resultante de la acción del nacionalismo homogeneizador es  que produce una estafa democrática: con la ayuda imprescindible del gobierno del Estado se produce un fraude constitucional por el que se viola arteramente la Constitución y se establece una desigualdad entre Comunidades y entre ciudadanos.

    Y todo ello, debido a la dinámica irrefrenada del nacionalismo catalán hacia el vaciamiento de las funciones estatales, la creación de un espacio fiscal privilegiado y la marginación del idioma oficial del Estado y de sus hablantes en Cataluña. Pero lo peor es que esta dinámica esquizofrénica, que va contra la realidad plural de Cataluña y contra su interdependencia, integración y solidaridad con el resto de España, acabará por crear conflictos graves, en el interior de la Comunidad y con el resto del país, además de producir un efecto difusor que debilitará y desvertebrará al Estado. Y todo por no ser capaces los nacionalistas y los que los secundan de mantener el equilibrio estructural y cultural derivado de la realidad. La consecuencia es que a un ritmo más o menos acelerado se abrirá una nueva brecha muy peligrosa en el interior y hacia el exterior de Cataluña, debilitándose la integración interna, dañando las relaciones sociales con el resto de España y deteriorando la creatividad y productividad de la economía catalana. Y todo por doctrinarismo nacionalista y miopía, por mantener una visión taimada y a ras de suelo, una perspectiva  de corto alcance que reproduce inercias históricas y crea problemas en lugar de solucionarlos.

    ¿Cómo es posible que CIU, una coalición en la que existe un tipo de políticos pragmáticos, sensatos y disciplinados, se mueva en esta contradicción radical entre un comportamiento democráticamente maduro y unas bases ideológicas anacrónicas, disolventes y destructivas, que crean actitudes ombligistas, reaccionarias y cerrilmente obtusas?¿Por qué el nacionalismo catalán más aceptable no ha sido capaz de asumir el cambio político del país y sigue inmerso en el delirio esquizofrénico? ¿Será por la larga hegemonía no combatida por quienes deberían haberlo hecho, por la izquierda anquilosada en una visión inerte de nuestra Historia? ¿será porque no se resolvió correctamente la crisis Pujol-Roca de mediados de los años ochente?¿será porque con la estructura constitucional y electoral del sistema político español se fomenta una dinámica centrífuga y rentable para los centrifugadores? Quizá todo este conjunto de factores nos han llevado a esta situación sin salida que puede conducir a una convulsión en el corto plazo o a una desvertebración y balcanización del país en pocos años.

 

    ¿Qué salida viable podría concebirse para este impasse destructivo?

 

    A mi juicio, el nacionalismo debería modificar su perspectiva confederal y plurinacional, y aceptar la idea de Cataluña como sociedad heterogénea, que debería conservar su identidad sin dañar su pluralismo interno; modificar la actitud ombliguista, distante y cerrada y abrirse a la participación en el Estado central sin privilegios ni asimetrías antidemocráticas e insolidarias; comprender la interdependencia y la solidaridad económica como un estímulo a la creatividad y a la riqueza y no como un obstáculo o freno; impulsar la reforma del Estado para que las instituciones centrales sean capaces de integrar la representación de los territorios en plano de igualdad; acabar con la dinámica de arrebatacapas competencial que debilita al conjunto y ya no añade nada significativo a la Comunidad; modificar las actitudes de superioridad y despectivas hacia el resto de las Comunidades, cuyo esfuerzo y modernización van reduciendo afortunadamente la brecha entre unas zonas y otras de España... en fin, modificar el núcleo y los efluvios de una cultura política que ya resulta disfuncional para el equilibrio, la convivencia y el dinamismo del país.

 

¿Quieren que formule propuestas?:

 

    ¿Por qué no se acepta que el castellano es el idioma común de todos los españoles y una riqueza a proteger y fomentar lo mismo que el catalán? ¿por qué no se modifica el sistema educativo para adecuarlo a esta perspectiva, sin continuar delirando con la idea de la homogeneidad? ¿No sería posible una solución equilibrada que sin segregar al alumnado permitiera asimilar los tres idiomas con una mayor flexibilidad y equilibrio, permitiendo el aprendizaje del catalán, el castellano y el inglés con normalidad y sin forzar el sistema con las discriminaciones?

 

    ¿No sería mucho mejor adaptar la Administración y medios de comunicación autonómicos al pluralismo real de la sociedad, sin intentar crear organismos y medios monolingües?

 

¿No sería mucho mejor dejar de soñar con una soberanía inviable y destructuva y participar a fondo en la vida política, económica y cultural del conjunto de España? Seguro que sería mucho más creativo y positivo para Cataluña.

 

En fin, no es este el momento de elaborar un programa político que rellene el vacío artificial que está creando las brechas que emergen en el país, sino que se hace imprescindible y urgente dar un giro a las actitudes y perspectivas actuales, rompiendo las inercias que no conducen más que a crear problemas insolubles, y resultan disfuncionales para comenzar el trabajo de orientar en la buena dirección el futuro de Cataluña y el resto de España.