El lío está armado

  

 Artículo de FRANCESC DE CARRERAS  en “La Vanguardia” del  07/04/2005
 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo siguiente para incluirlo en este sitio web (L. B.-B.)

Los partidos que integran el actual Govern se han puesto, finalmente, de acuerdo en que el proyecto de Estatut incluya un nuevo sistema de financiación de la Generalitat. El modelo elegido -como ayer destacaba este periódico- es muy similar al concierto vasco y navarro, basado en los derechos históricos de estas comunidades que la Constitución reconoce, como excepción, en la disposición adicional primera.

Esta propuesta coincide sustancialmente con la que había ya formulado reiteradamente CiU, lo cual hace prever un fácil acuerdo de todos los partidos, probablemente a excepción del PP, en la ponencia parlamentaria que reforma el Estatut. Todo ello con un matiz del que no hace falta destacar su importancia: también, previsiblemente, con el desacuerdo del PSOE. No sabemos hacia dónde pretenden ir Maragall y el PSC. Pero el choque de trenes con los socialistas del resto de España es cada vez más visible. Cómo acabará todo ello es muy difícil de predecir, pero el acuerdo de anteayer marca un punto de inf lexión entre el PSC y el PSOE que tiene una complicada marcha atrás.

Las razones de la nueva posición del PSC, sin embargo, no están claras. ¿Se trata de una repentina fuga hacia delante de Maragall tras el desprestigio acumulado en los últimos meses por sus reiterados desprópositos? ¿Se trata de una imposición irrevocable de ERC, que siempre ha defendido una fórmula semejante? ¿Es una estrategia premeditada del PSC para librarse definitivamente de la tutela del PSOE aprovechando la debilidad parlamentaria del Gobierno Zapatero? ¿O bien se trata de simple ignorancia, imprudencia o irresponsabilidad? Todo puede ser, así como también una mezcla de todas estas razones, junto con otras más tácticas, como es complacer momentáneamente a ERC para tenerla entretenida (y engañada) con el objetivo de que se comprometa definitivamente a dar apoyo parlamentario en Madrid a Zapatero para el resto de la legislatura. En todo caso, a menos que sea sea esta última la verdadera razón, en la Moncloa, en Ferraz, y entre los socialistas del resto de España, imagino que se habrán encendido todas las alarmas.

Lo cierto es que la posición del PSC es nueva y entra en clara contradicción no sólo con las mínimas ideas igualitarias que son exigibles a un partido que se denomina socialista, sino con lo que el mismo PSC ha venido manteniendo hasta ahora y con las posiciones que sigue sosteniendo el PSOE. Desde el punto de vista igualitario sólo cabe decir que una posición de tal naturaleza se inspira en los mismos principios que dieron lugar al nacimiento de la Liga Norte italiana, el partido aliado de Berlusconi. Que los socialistas catalanes (y también, por supuesto, IC) se inclinen hacia tales posiciones sólo se explica por su indudable deriva nacionalista, fuertemente arraigada en el sector maragallista del partido y no frenada por un sector montillista silencioso, bien por simple ignorancia o porque su ideología no tiene otro objetivo que la pura conservación de su poder en los ámbitos municipales en los que están confinados.

Pero también es extraño el cambio de posición del PSC. Aunque la sorpresa sólo es relativa después de que un comité de expertos determinara hace un par de meses el exacto déficit fiscal de Catalunya, con un criterio, por cierto, que el conseller Castells consideró indiscutible. Hasta hace muy poco tiempo el president Maragall venía siempre repitiendo que su modelo de financiación se basaba en el criterio de pagar por renta y recibir por población. Tanto era así, que el presidente Chaves (presidente por partida doble, del PSOE y de Andalucía) declaraba el pasado domingo en La Vanguardia que éste era su criterio y que éste seguía siendo también el criterio de Maragall.

Sin embargo, en el mismo día, el imprevisible presidente de la Generalitat declaraba en El País que su posición ya no era ésta: "La fórmula que defendemos -decía- es un nivel de servicios similar para un esfuerzo fiscal similar". Se había introducido, pues, la variable del déficit fiscal: las comunidades que más tributen deben tener mejores servicios. El plato de la insolidaridad -más exactamente, del incumplimiento del principio de "asignación equitativa de los recursos públicos", como explicaba en un luminoso artículo el siempre lúcido profesor José Luis Sureda (Reaparece el fantasma de las balanzas fiscales, El País, 26/II/2005)- estaba servido.

En el fundamento del criterio basado en el déficit fiscal hay un error teórico flagrante: quienes tributan no son los territorios sino las personas, sean éstas físicas o jurídicas. La solidaridad, pues, debe ser entre ciudadanos, no entre territorios. Además, la misma expresión "cuota de solidaridad", que pretende establecer la Generalitat unilateralmente, es ofensiva para alguien con conciencia de igualdad social: recuerda demasiado a las conservadoras antiguas formas de la caridad cristiana o las actuales del capitalismo compasivo que predica Georges W. Bush. Por su parte, en las citadas declaraciones a La Vanguardia,Manuel Chaves sostenía que un sistema basado en tales criterios es inaceptable por ser "injusto e imposible", lo cual da la medida de los desacuerdos entre PSC y PSOE.

En fin, el lío está armado. No es el primero que últimamente plantean Maragall y el PSC al PSOE. Seguramente habrá más. Pero quizás es el momento en que deba intervenir Zapatero, según todas las encuestas el dirigente socialista con más prestigio en Catalunya.

FRANCESC DE CARRERAS, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB