TURISTAS EN TIERRA SANTA

 Artículo de Francesc de Carreras   en “La Vanguardia” del 26.05.05


 Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

El formateado es mío (L. B.-B.)

En el reciente viaje a Palestina, Israel y Jordania, el presidente Maragall ha hecho declaraciones sorprendentes: "Más allá de pequeñas anécdotas", el viaje ha sido "un éxito excepcional", "un gran paso adelante de Catalunya en el papel de excelencia que aspira a desempeñar en el ámbito euromediterráneo". Y, posteriormente, añade que sólo lo critican quienes quieren impedir la España plural. Todos sabemos, sin embargo, que ese viaje con aires turísticos ha resultado un puro desastre y la nota obtenida no es la excelencia que se pretende, sino un rotundo suspenso.

Ahora bien, quizás lo más conocido de éste es sólo la guinda de un pastel mucho más complicado. En efecto, la falta de educación y de compostura, las bromitas infantiles con la corona de espinas y los líos con las banderas para consumo de política interna esconden las circunstancias y los motivos del viaje, que, quizás, son de dudosa justificación.

Formulemos algunas preguntas: ¿sólo se había ido a mantener contactos en vista de la Conferencia Euromediterránea que celebrar en Barcelona el próximo otoño?, ¿para ello se necesita el desplazamiento del president y su séquito con toda la parafernalia y el gasto que ello supone?, ¿se seguirán visitando otros países mediterráneos que también deben asistir a la conferencia?, ¿por qué acompañaba Carod a Maragall cuando es, desde el punto de vista institucional, un simple diputado?, ¿aparte de los breves contactos con las autoridades de la zona ha habido otros resultados positivos?, ¿acaso sólo el acuerdo de celebrar un partido entre el Barça y un equipo palestino-israelí?

Porque, vamos a ver, ¿en qué competencias se ampara la Generalitat para efectuar un viaje de esta naturaleza? Quizás las hay, no lo sé, pero me gustaría conocerlas. Es sabido que no toda política que tenga una proyección exterior está dentro del ámbito de las relaciones internacionales, materia sobre la cual únicamente es competente el Estado. Algunas competencias de las comunidades autónomas -turismo y promoción económica, por ejemplo- exigen por su propia naturaleza contactos internacionales y, por tanto, las visitas a otros países pueden ser necesarias para cumplir con sus propias funciones. Ahora bien, ¿había justifición en este caso?

Debería todo ello aclararse. A veces uno sospecha que quizás la tan alegada escasez financiera de la Generalitat es debida en buena parte a que, en su afán nacionalista de comportarse como si Catalunya fuera un Estado, nuestros gobernantes gastan fondos públicos en cosas que no son de su competencia, aunque quizás a ellos les den mucha satisfacción: conocen y tratan con jefes de Estado y personajes importantes del mundo internacional. Ahora bien, ¿se corresponden estos contactos con las necesidades de los ciudadanos, en definitiva, de quienes pagan estos onerosos desplazamientos?

En todo caso, este viaje ha conseguido auténticos récords dignos de figurar en el libro Guinness.Como decía con mucha gracia Jordi Barbeta en esta páginas, ha tenido la rara virtud de suscitar la reacción en contra de las tres grandes religiones monoteístas, tanto a nivel internacional como nacional: la Custodia de Tierra Santa en nombre de la comunidad cristiana de Jerusalén, la Conferencia Episcopal Española, la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas, la Comunidad Judía en España y la Comisión Islámica española. Además, hay que destacar, por su excepcional altura moral y por su defensa de los valores democráticos, el artículo de Josep M. Soler, abad de Montserrat: les recomiendo su lectura.

Pero el viaje a Oriente Medio de Maragall y Carod se ha visto envuelto en otros acontecimientos, menores y cotidianos, que permiten tomar la medida de la nula calidad del Gobierno tripartito catalán. Dos de ellos tienen relación con el viaje. Primero, debía haberse cuidado el resbalón del Ayuntamiento de Barcelona al editar un libro comparando el impresentable muro que Israel está construyendo con la Shoa judía: es, como mínimo, una cuestión de proporciones. Segundo, mientras Carod acompañaba a Maragall, su partido pedía al Gobierno en el Congreso que congelara la cooperación técnica y científica con Israel, instándole, además, a que solicitara a la Unión Europea que tomara medidas semejantes. Impresentable.

Al margen ya del viaje, las contradicciones dentro del Govern, y aun dentro de los mismos partidos que lo componen, siguen siendo la tónica dominante. Anotemos algunas de esta misma semana: los alcaldes de ERC e IC han protestado por la línea eléctrica que debe atravesar los Pirineos hacia Francia, frente al criterio de la mayoría del gobierno catalán: el conseller Huguet ha declarado que la propuesta de financiación es un pacto de mínimos, cuando el president Maragall había dejado claro que era una posición de máximos; el conseller primer Josep Bargalló ha desmentido las palabras de Josep M. Vallès, conseller de Justícia, sobre la construcción de una cárcel en Estaràs; Maragall declaró el domingo que "España está afrontando una segunda transición" y Montilla afirmó el lunes que no estamos en una segunda transición y que "no le gusta este término, ya que pertenece a un personaje y a un partido que no es el nuestro". En broma, ¿se refería Montilla a Aznar o a Maragall?

En fin, los disparates son muchos, demasiados, tantos que es inevitable hacerse la pregunta: ¿tenemos realmente gobierno en Catalunya?, ¿alguien coordina?, ¿alguien decide? A estas alturas, casi me conformaría con tener a alguien que, simplemente, evitara que tan a menudo se hiciera el ridículo.

FRANCESC DE CARRERAS, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB