LOS INTELECTUALES DE MADRID

 Artículo de Francesc De Carreras  en “La Vanguardia” del  17/11/2005

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.


Hace unos días, el diario Avui informaba de que la Generalitat organizó en Madrid un acto a favor del nuevo Estatut en el que debían participar intelectuales y artistas residentes en la capital de España que "siempre han mirado con simpatía la cuestión catalana". Sin embargo, el encuentro no fue posible por la falta de éxito de la convocatoria a pesar de que, según la información, "la totalidad de los sondeados se enmarcan en el terreno progresista y la mayoría tuvo una participación activa en la movilizaciones contra la guerra de Iraq".

Este malestar con los llamados intelectuales progresistas de Madrid la expresó también algún diputado catalán en la sesión de la toma en consideración en el Congreso y la misma idea fue sostenida por Francesc-Marc Álvaro en estas mismas páginas (La Vanguardia, 7/ XI/ 2005). Decía Álvaro que "lo que importa en Catalunya es saber dónde está la sociedad española progresista o, por lo menos, liberal y civilizada". "¿Dónde está -se preguntaba- la sociedad civil española que quiere y puede dialogar con Catalunya? ¿Dónde están los intelectuales españoles que pueden comprender y apoyar la demanda catalana de más poder y más recursos?

(...) ¿Dónde están los españoles progresistas, los liberales de pensamiento y actitud, los civilizados, abiertos y dialogantes?". Y concluía: "Catalunya parece estar sola ante la España ultra. El silencio español es clamoroso (...) nadie está apoyando desde las esferas intelectuales y sociales de la izquierda".

Si es en el diario El País donde suelen escribir estos españoles progresistas, liberales, civilizados, abiertos y dialogantes situados en la izquierda, el silencio no es clamoroso, como dice Álvaro, sino que la voz es perfectamente clara y sonora: hay una crítica generalizada al nuevo Estatut. Citando de memoria, recuerdo en ese periódico artículos muy críticos con el nuevo Estatut de Javier Pradera, Juan Luis Cebrián, Joaquín Estefanía, Antonio Elorza, Francisco Laporta, José Antonio Martín Pallín, José Víctor Sevilla, Enrique Gil Calvo, Andrés Ortega y Patxo Unzueta. De silencio, por tanto, nada: en todo caso, clamor en contra. Pero, además, también hay vida, civilización y liberalismo, más allá de El País y se podría aportar otra lista larga de artículos en otros periódicos.

El problema es, más bien, de Catalunya.

Ante objetivos que se consideran nacionales, como es el caso del nuevo Estatut, la opción mayoritaria de quienes en privado lo critican es el silencio, el prudente silencio o el miedo a decir lo que se piensa, lo cual da la medida del grado de libertad de expresión que domina el mundo intelectual catalán. Es cierto que en Catalunya ha habido también opiniones muy críticas (por ejemplo, los artículos de López Burniol y de López de Lerma, entre otros) pero son la excepción y, precisamente por eso, han sido muy comentados.

Lo que yo me pregunto, por tanto, es dónde están las voces liberales, progresistas, abiertas y dialogantes en Catalunya. Porque esas voces no es que deban estar a favor o en contra del nuevo Estatut: es, simplemente, que deben expresar libremente lo que piensan, lo cual puede ser a favor, en contra o, como es normal, en parte a favor y en parte en contra. Y más todavía: lo importante no es que se esté en una posición o en otra sino los argumentos utilizados, la capacidad de razonar las propias posiciones, sean unas u otras.

Por tanto, lo que me extraña no es la actitud del mundo intelectual de Madrid sino de que en Catalunya, cualquier escrito en contra del nuevo Estatut sea sospechoso de reflejar una actitud anticatalana. Lo decía López Burniol al final de su famoso artículo, tan crítico con la propuesta de Estatut: "Más de uno me considerará, por ello, enemigo de Catalunya". Ésta es la sensación que tienen muchos en nuestro país: según lo que digan serán considerados enemigos de Catalunya. ¿Pasa lo mismo en Madrid, en el resto de España? ¿Es Catalunya una sociedad liberal, en la que uno pueda expresar sus opiniones con plena libertad sin sentirse moralmente arrinconado o expulsado?

No me extraña nada la posición de los intelectuales liberales, civilizados, progresistas, etcétera, etcétera, de Madrid. Por muchas razones, contemplado desde esta mentalidad el Estatut es inaceptable, pero sólo me referiré a una. ¿Alguien liberal, progresista (etcétera, etcétera) puede aceptar un texto legal que en su artículo 5 sostenga que "el autogobierno de Catalunya como nación se fundamenta en los derechos históricos del pueblo catalán, en sus instituciones seculares y en la tradición jurídica catalana"? Esto sólo lo puede afirmar alguien con mentalidad pre-liberal, pre-progresista y predemocrática. Alguien que todavía no ha aceptado los principios de la Revolución Francesa y que cree en la legitimidad histórica de las instituciones, una posición que ya en los siglos XVIII y XIX era considerada como puramente reaccionaria.

Muchos todavía creen en Catalunya que nacionalismo y progresismo van de la mano. Están comprobando que en Madrid eso ya lo tienen superado. El lema sigue siendo libertad, igualdad, fraternidad. Ninguno de estos valores puede ser sustituido por la diversidad, como Maragall viene sosteniendo desde hace un tiempo en sus artículos en El País. Los intelectuales de Madrid, tras leer estos artículos, están perfectamente avisados de lo que se ha venido cociendo en Catalunya. Estos intelectuales de Madrid están donde siempre han estado. Es en Catalunya donde las posiciones han cambiado.

FRANCESC DE CARRERAS, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB