¿CUÁL ES LA CATALUÑA VERDADERA?

 

 Artículo de Lazaro Covadlo en “El Mundo” del 13.10.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Con un comentario al final.

 

 VIDAS PARALELAS: TE CUENTO, LAZARO

 

 (L. B.-B., 13-10-06, 10:00)

 

Con la irrupción de Ciutadans de Catalunya-Partit de la Ciutadania, se ha visto revuelto el panorama político. Éramos pocos y parió la abuela. Lo que resulta evidente es que el fenómeno responde a necesidades naturales; de otro modo no hubiese producido el inesperado aluvión de adhesiones y rechazos con que fue recibido.En los últimos meses ha llegado a mis oídos toda suerte de opiniones.Entre las críticas más extremas figura la acusación de que el nuevo partido es «españolista», adjetivo que tiende a descalificar más que a argumentar, y que no deja de ser curioso, como lo sería el intento de desautorizar al contrario con el calificativo de «catalanista». Es obvio que la oposición entre catalanismo y españolismo; entre lo catalán y lo español, responde a un tipo de pensamiento (por llamarlo de algún modo) de lo más elemental y binario: blanco versus negro; dulce versus amargo; calor versus frío. Pareciera que los que esgrimen el epíteto no supieran contar más que hasta dos.

 

Como quiera que sea, yo que vivo en Cataluña desde hace ya 31 años, tengo la impresión de que las características del nuevo partido poseen un espíritu tan pero tan catalán que ya quisieran para sí otras formaciones de tintes más nacionalistas. Por supuesto, me refiero a ese espíritu catalán embebido de sentido común (el famoso seny) conjugado con la audacia creativa que caracterizó a personajes como Gaudí, Miró, Dalí y tantos otros genios incubados en estas áreas. Es la Cataluña que conocí al llegar, tan diferente del Madrid opresivo en el que desembarqué en los últimos tiempos del franquismo. Recuerdo que a los pocos días de poner pie en estos lares tuve la impresión de que se podía respirar a fondo.«Esto es lo mío -me dije-, aquí me quedo». Posteriormente, las cosas fueron cambiando con tanto nacionalismo extremo y tanto localismo de parroquia. No sabría decir cuál es la Cataluña verdadera, si aquella en la que primaba la tolerancia y la cultura universal o esta otra cerrada e intolerante, pero no tengo dudas de que la Cataluña que ama y respeta la humanidad ilustrada y librepensadora está muy lejos del nacionalismo fundamentalista y cerrado al mundo. A propósito, no dejó de llamar mi atención el hecho de que este nuevo partido fuese tildado por sus detractores como «partido de los intelectuales», como si ser intelectual fuera un demérito. Aquí veo aparecer de nuevo la mentalidad binaria, la que opone intelectual a obrero o campesino. Conozco muchos intelectuales que son grandes trabajadores y que pagaron sus estudios trabajando en fábricas o de camareros, y ya que aludo al hecho aprovecharé para mencionar una foto antigua que tengo en mi mesa de trabajo: Miguel de Unamuno al retirarse del paraninfo de la Universidad de Salamanca, empujado por las turbas fascistas con el brazo en alto, después de pronunciar su célebre «venceréis pero no convenceréis», y que fue contestado por el general Millán Astray: «¡Viva la muerte, muera la inteligencia!».

 

Comentario final.

 

 VIDAS PARALELAS: TE CUENTO, LAZARO

 

 (L. B.-B., 13-10-06, 10:00)

 

Uno ya va teniendo años, Lázaro, y nos ha tocado vivir una época interesante y difícil, así que el hecho de que reflexionemos sobre ella y nuestras comunes experiencias, posiblemente le sirva a alguien que pase por aquí. Pero lo que más me gustaría es conseguir limpiar de impurezas fascistoides los espíritus de esos jóvenes que comienzan a llegar a mis aulas, muy deteriorados por el clima mental de Cataluña.

 

Así que te cuento, Lázaro. Yo también llegué a Cataluña en la misma época. Concretamente, en el año setenta, después de que un rector franquista me impidiera ser profesor Ayudante en Santiago, diciendo que era un activista y leyéndome en entrevista personal fichas policiales y del servicio de inteligencia militar en las que se me acusaba de ser enemigo del régimen y un peligro para el mismo. Y como sucedía que la policía me denegaba el pasaporte y tampoco podía irme a trabajar y estudiar a una Universidad norteamericana, me vine a Barcelona  a hacer de traductor, e intentar entrar como Ayudante en la Universidad. Pensé que una Cataluña que iba en vanguardia de la lucha por la libertad sería el ambiente en el que poder trabajar y estudiar, a fin de poder desentrañar el laberinto español y ayudar al país a ir hacia adelante.

 

Y lo conseguí durante quince años de intenso trabajo y de nuevas experiencias y vivencias que me enriquecieron. Fueron los años de la lucha contra el franquismo y de la efervescencia cultural y política de Barcelona, que yo aproveché para hacer mi tesis sobre la teoría de la modernización y el desarrollo político en la ciencia política norteamericana, así como para entrar en contaco con los movimientos  sociales universitarios ---por entonces había conseguido una plaza de Ayudante y éramos casi todos PNNS--- y con los socialistas catalanes de CSC.

 

Tienes razón, por aquellos tiempos, Cataluña ---o, al menos, Barcelona--- era una sociedad viva y creativa, en la que se respiraba la libertad, inexistente en la mayor parte de España. Era una sociedad abierta y cosmopolita, en la que los recién llegados admirábamos la capacidad de los catalanes para defender su identidad cultural y al mismo tiempo recibirnos con los brazos abiertos, si percibían nuestra apertura mental  y nuestra confraternización en la lucha por la libertad.

 

Pero a mediados de los ochenta las cosas empezaron a cambiar: del esfuerzo por conseguir la libertad se pasó al de afirmar la diferencia, y Cataluña comenzó a cerrarse. Poco a poco, comenzó a elevarse la tensión con el fin de conseguir arrancar parcelas de poder al Estado e incrementar interiormente la imposición de la homogeneidad cultural y política. Por aquellos años, el país resultó abducido por un nacionalismo que iba elevando sus exigencias y metas de distancia hacia el resto de España y de monolitismo interior. Yo abandoné el PSC y la vida en Barcelona cuando me dí cuenta de que había comenzado el "rigor mortis". Me encerré en la montaña a estudiar y me desentendí de todo excepto de mis alumnos y de la atención a mi familia y a lo que sucedía en el país.

 

Y así pasaron diez años más, hasta que el ascenso de los capitanes en el PSC y mi ingreso con este sitio web en la red me indujeron a la creencia en que podría desempeñar un papel más activo ---aunque meramente reflexivo--- en la actualidad política catalana y española. Fueron unos siete años de actividad esperanzada y frenética, hasta que comencé a darme cuenta de que mis esperanzas resultaban infundadas: el nacionalismo había conseguido impregnar todos los poros de la sociedad catalana y los aparentes mirlos blancos de la esperanza ---Capitanes, Maragall, Zapatero, PSOE --- comenzaban a tomar un rumbo equivocado, traicionando de raíz todos los valores y principios que se suponía defendían.

 

Así que llevo algunos años desgañitándome e intentando alertar de la traición, la cesión y la degradación que asolan al país. Al final hemos recalado en "Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía", Lázaro, con la esperanza de que esta vez sí podamos reconducir nuevamente el país hacia la libertad y la democracia. Pero, ¿no te parece que la vida da unas vueltas bastante extrañas?¿se te ocurrió pensar en los años setenta que treinta años depués íbamos a ir hacia atrás? Ahora, por hincar los talones en el suelo e intentar frenar la degradación de la libertad, esta extraña coyunda de botarates, oportunistas, tarugos, resentidos y criptofascistas nos llaman "fachas". ¡Manda carallo, Lázaro!