MIRA QUE LLAMAR FEDERALISMO A ESTO...

  

EL PROYECTO DE ESTATUT LLEGA A MADRID. Hay sorpresa en Barcelona de que esté suscitando tanta indignación en el resto de España el texto redactado con impar donaire por (dicen) Xavier Rubert de Ventòs...

 

 Artículo de VICTOR DE LA SERNA  en “El Mundo” del 08.10.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

El formateado es mío (L. B.-B.)

 

Eso sí: el malo de la película es el PP. Tenemos un absurdo debate sobre algo tan inocuo como el Estatuto de la nación catalana porque «las posturas cada vez más ultramontanas del Partido Popular hacían inviable un debate honesto y constructivo sobre la reforma del Estado» y eso ha imposibilitado que se reformase la Constitución antes de reescribir estatutos de autonomía. Ahora hay que evitar que «acabe todo el país discutiendo acerca del sexo de los ángeles, sin entrar a debatir lo que definitivamente se ha puesto sobre la mesa: la oportunidad de reformar, mediante vías pacíficas y democráticas, la estructura del Estado español. (...) Necesitamos un debate sobre el Estado federal».

Quien así se expresa, en un artículo denso y un tanto farragoso, es Juan Luis Cebrián en El País, en una de las -muchas- manifestaciones de apoyo, aunque sea matizado, al proyecto de Estatuto catalán ante su tramitación en el Congreso de los Diputados que el Grupo Prisa está prodigando.

Son afirmaciones sorprendentes. ¿Por qué no podía el PSOE plantear ya, si tanto creía en ella, una reforma constitucional? ¿Porque daban por descontado que el PP iba a votar en contra? ¡Menudo concepto de la democracia parlamentaria! Y, lo que es más importante: aquí nunca se ha planteado en serio la reconversión a Estado federal del llamado Estado de las autonomías, que sería de hecho una operación de amplitud y calado manejables, y -si se plantea bien- asumible por la derecha. No. Aquí lo que se plantea es un sistema confederal asimétrico. En él, algunos territorios obtienen la independencia prácticamente total, con exención del deber de solidaridad interterritorial y con financiación privilegiada, con Administración de Justicia separada. Y luego, magnánimamente, optan por asociarse a España -a la que, de paso, obligan a cambiar su Constitución para adecuarse a su capricho- mientras les convenga. Si ese proyecto, el único que hasta ahora se ha presentado a través de las iniciativas de Ibarretxe y más aun del Tripartito, tiene algo que ver con la implantación de un sistema federal en España... ¡que venga Dios y lo vea! ¿Federalismo privilegiado? ¿Confederación de los ricos (y étnicamente superiores, claro)? Los tratadistas en Ciencias Políticas deben estar devanándose los sesos para dar forma a lo que Cebrián llama llanamente Estado federal. ¡Menuda federación!

Varios medios de difusión nacional, a diferencia de El País, han venido, como EL MUNDO, analizando y criticando cada bomba termonuclear contra la cohesión española que contiene el texto catalán y resaltando el papel de inductor, embajador, resucitador y valedor del tal texto que ha venido desempeñando -al menos hasta ahora- José Luis Rodríguez Zapatero («él sí que da miedo», sentencia Luis María Anson en La Razón). En El País, en cambio, la tesis de lo malo-pero-inevitable impera a través de textos como el de Josep Ramoneda y otros cinco autores, Discutamos el Estatuto.

Mientras tanto, La Vanguardia nos revela lo más profundo de su verdadera inquietud: El sector del cava teme que la aprobación del Estatut reduzca las ventas en España. Y el bodeguero Jaume Gramona denuncia que «el anticatalanismo siempre ha existido» porque «somos una raza especial».

Quod erat demonstrandum.