ESTATUT Y LA “CONTRARREFORMA”


                                                                                                                                                                                         
  Artículo de Wilfredo Espina  en “Diario Directo” del 31.12.05

 

      Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

                                                                

 

Estaba cantado. Lo que está ocurriendo con el proyecto de Estatut  era previsible. Más claro: era una ilusión imposible, era pedir la luna. Por esto no va a salir como deseaban unos –los nacionalistas radicales- , como prometían otros –Zapatero y Maragall- , como temían unos terceros – González, Guerra, Bono, Chaves, Ibarra, Leguina- y como ponía nerviosos a los que  oponían – Rajoy, Acebes, Zaplana-. Y puede que el que, con su actitud y  predicciones,  más se acerque a lo va a suceder sea Josep Piqué, que negoció siempre  pero advirtiendo también siempre que tal como se planteaba se estaba entrando en un callejón de difícil  salida. Por esto el PSOE, casi de sorpresa, ha planteado drásticos recortes al texto, acercándose bastante, en lo esencial, a los recortes que finalmente ha presentado el Partido Popular. Lo dije aquí mismo: al final, en cuestiones nacionales, los dos grandes partidos van a acercar o coincidir en sus posiciones. Es lo que está ocurriendo. De la ambiciosa reforma se está pasando a la “contrarreforma”.

   Y ello, porque todo se hizo mal desde un principio. Procedía una reforma del vigente Estatut, y se propuso uno nuevo – un “decreto de nueva planta”, como Felipe V, pero al revés-, que en pocas cosas se le parecía. Se creyó por algunos  nacionalistas en la palabra dada por Zapatero, y éste, presionado, “acojonado” o por lo que sea, los ha ido metiendo en una negociación-trampa. Y mientras Maragall proponía un modelo federal para España –para meter dentro a los separatistas-, Carod no estaba –más allá de tácticas interesadas- por más  modelo que el de la independencia. Todos hacían como si negociaran de buena fe, pero no dejaban de mirarse de reojo. De lo que se ha tratado hasta ahora ha sido intentar meterse goles unos a otros. Y así estamos, esperando el acto final, o su preludio, de la trepidante representación, que nos ha consumido casi dos años casi inútiles de gobierno.

   Como la retirada del Estatut -¿por qué no se ha hecho ya?- sería un rotundo fracaso y un duro golpe para Maragall y Zapatero, con consecuencias políticas graves para ambos, es difícil –no imposible- que esto ocurra. Y lo probable es que se vaya a “un Estatut, como sea”, recogiendo las palabras indiscretas de ZP. Y dada la presión que éste encuentra dentro del propio PSOE, los muchos informes jurídicos desfavorables al texto actual, la posibilidad de que sea corregido por el Tribunal Constitucional, la desconfianza de los ciudadanos en sus bondades, y la enérgica oposición de un partido con casi diez millones de votos como el PP - que está aumentando en intención de voto como consecuencia de lo que está pasando con el proyecto de  Estatut- , es bastante probable que lo que salga se parezca más a un Estatut “marca Zapatero-Rajoy”, que al triumfal y aplaudido –por sus autores- proyecto salido del Parlament.

    A la vista del panorama, bien podría ocurrir la paradoja de que en el Estatut catalán que salga “como sea”, acabaran  pintado bastante poco  los nacionalistas  radicales catalanes. Con lo que Carod, el separatista comensal de La Moncloa, habrá perdido la jugada, no por “bobo solemne”, sino  por pasarse de listo. Carod nos habrá salido caro, o “carot”, a todos los catalanes, aunque al final obtengamos algunos dineros y competencias más. Con lo que, en el fondo, incluso podría darse el caso de habernos marcado el “autogol” de que advertía el astuto y experimentado  Jordi Pujol. Ir por lana y volver trasquilado, o casi.

   El gozo en un pozo!