CIU CAMBIA DE ESTRATEGIA Y PONDRÁ EL ACENTO EN EL "FIASCO" DEL TRIPARTITO MÁS QUE EN EL ESTATUT

Informe de Susana Quadrado  en “La Vanguardia” del 03.07.05

BARCELONA

 Por su interés y relevancia, he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 
Mas prepara una ofensiva en la que primará las alternativas de gestión frente a la cuestión nacional

La cúpula de CiU dará un giro asu estrategia de oposición para centrarse en formular alternativas para capitalizar el descontento que, a su juicio, han generado en la sociedad catalana "los desastres del tripartito y la paralización de la Administración". Lo tienen tan claro que lo del Estatut pasa a un segundo plano.

Fracase o no la reforma del Estatut en Catalunya, la cúpula de Convergència i Unió ha decidido imprimir un giro a su estrategia de oposición, de modo que el debate sobre la carta autonómica pasará en la práctica a un segundo plano. El presidente de la federación, Artur Mas, prepara una ofensiva opositora para capitalizar el descontento que, a juicio de los nacionalistas, ha generado en la sociedad catalana la gestión del tripartito, que no dudan en calificar de "fiasco" y "demolición nacional".

Mas y sus colaboradores han llegado a esta conclusión tras analizar el desinterés ciudadano en el Estatut. Dirigentes de la ejecutiva de CiU aseguran, además, haber sido receptores directos del malestar de sectores económicos y sociales de Catalunya hacia la gestión del actual Govern. Estos dos elementos han llevado a CiU a la evidencia de que les puede ser electoralmente más rentable atacar el flanco débil del tripartito que atrincherarse en el Estatut, "que lleva su propio ritmo al margen de los problemas cotidianos de la gente", explica un alto dirigente nacionalista. En todo esto también influye una sensación creciente en CiU de que el desenlace del Estatut puede acabar afectando a la credibilidad de todos los partidos, también la suya.

Mas da este paso con el plácet del secretario general, Josep Antoni Duran Lleida, tradicionalmente más partidario de un discurso no tan identitario y más basado en el día a día de los ciudadanos. Este giro estratégico tiene un punto paradójico, ya que en el fondo de lo que se trata es de hacer un campaña que prime las alternativas en gestión por delante de la cuestión nacional y todo esto sin renunciar a la identidad política de CiU. "No sólo de Estatut viven los nacionalistas, sino de todo lo que es necesario para llevar adelante el proyecto de país. El país lo que más necesita ahora son alternativas a los desastres del tripartito y la paralización de la Generalitat".

Mas planteará la alternativa política sobre este argumento a partir de septiembre, cuando el tripartito llega al ecuador de su mandato, y su intención es llenarla de contenido con propuestas propias. Ya ha dado instrucciones a todas las áreas de la federación para que se pongan las pilas en agosto y estén a pleno rendimiento cuando empiece el nuevo periodo de sesiones. Su idea es que el grupo parlamentario se coordine con CDC y Unió y conforme equipos que fiscalicen la actividad de los departamentos de la Generalitat, especialmente Interior, Medi Ambient, Treball, Comerç, y la Conselleria Primera de Josep Bargalló. A pesar de confiarle un papel propio en la negociación del Estatut, los estrategas incluyen en esta lista diana al president Maragall, al que señalan como "responsable político último del desgobierno".

Esta estrategia viene muy condicionada por el convencimiento de la cúpula de CiU de que habrá elecciones al Parlament en el 2006, tanto si se aprueba el Estatut como si no. La ofensiva tiene pues un riesgo evidente si el tripartito agota su mandato: que con tanto esfuerzo previo se llegue al sprint final sin aire. Desde esta perspectiva lo que se dispone a iniciar Mas es una larga precampaña cuyo final no está en sus manos, ya que no será él quien decida el calendario electoral.

Recuperar la Generalitat se presenta como un objetivo alcanzable, según el núcleo dirigente. Los estrategas cantarían el game over si CiU obtuviera siete diputados más que ahora (53 frente a 46) y el tripartito perdiera siete en conjunto. La meta es romper la mayoría absoluta (68 escaños) que ahora suman PSC, ERC e ICV, porque esto podría permitir a CiU ser la única fuerza que pudiera formar gobierno. Claro está que habría que ver el comportamiento de los electores del PP. Los estrategas confían en que un discurso centrado en las alternativas de gestión más que en la cuestión identitaria sirva para atraerse de nuevo el espacio de la llamada sociovergència, de la que -reconocen- se escaparon algunos votos hacia el PSC en las últimas elecciones.