EL CAMINO CATALÁN

 

 Artículo de ANTONIO MARZAL    en  “ABC” del 25/01/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 Tal como nos van las cosas en nuestro espacio político, parece que el gran valor por afirmar es el de la propia identidad, y el gran esfuerzo por hacer, el de su búsqueda. O, peor, el de su definición. Porque en política, interesa mucho más definir que buscar. La búsqueda inquieta e interroga. La definición tranquiliza, fija las cosas, sean o no reales. Pues bien. a este intento de buscarse, de afirmarse, de tranquilizarse, de definirse yo lo llamo el camino catalán. Y es que es difícilmente discutible el hecho de que donde con más vigor resalta esta geografía política de que hablo, es en Cataluña, si se excluye por su ensoñación al País Vasco del que Leo Wieland ha dicho, en el Frankfurter Algemeine Zeitung, que estaba más cerca del siglo XIX que del siglo XXI, y que era una especie de «curiosidad europea». Por ello me parece apropiado llamar a ese proceso de búsqueda o definición, dada su mayor intensidad, e imitando la geografía medieval de Santiago, el camino catalán. En efecto, yo soy de los que creen que Cataluña, en el espacio español en el que la geografía política la sitúa hoy, se cree más idéntica a sí misma que nadie, y lucha con más fervor que nadie por construir un proyecto político de su propia identidad encontrada, o sólo definida. En ese proceso, en ese camino catalán con mi terminología, es donde sitúo yo la diferencia que hay entre la insistencia de TVC en reportajes sobre la guerra civil y la república y la rememoración banal del «Cuéntame» de TVE pensado para nostálgicos o ignorantes de los 60. Como ahí sitúo yo también la diferencia entre la implicación universitaria catalana que en la Historia identifica ciencia y política bajo la bandera de la república y la izquierda, frente a un posible proyecto histórico común de la universidad española en general sin mapa previo alguno. Sólo está por ver si el camino catalán lleva a algún sitio que valga la pena. A mí, más bien, me preocupa por negativo y peligroso. Negativo porque ese camino, intelectualmente, se impone más que nada por su utilidad política. Y peligroso porque, políticamente, le puede la connivencia con un gobierno independentista tentado de poner la universidad a su servicio.

El constantinismo que introduce en el palacio, deslumbrándolos, a los pobres creyentes, religiosos o laicos, es una tentación política recurrente, en la que Cataluña ha caído. De hecho, los reportajes de TVC no brillan por su independencia, y la universidad trata de fijar lo políticamente correcto con la ayuda del poder, mira al pueblo como etnia donde antes veía pobreza: la mirada intelectual y política se hace sectaria, prima la definición sobre la búsqueda. Puede que la transición no reviviera nada porque de lo que se trataba era de olvidar. Pero ahora que se está sobre todo en Cataluña por recuperar la memoria, sería grave que se dejara a ésta nutrirse sólo de lo políticamente correcto. La «tragedia histórica» del comunismo del Este, vista en Occidente como «promesa», perdura en la izquierda catalana, haciendo verdad lo de «El libro negro del comunismo» (Courtois, ha salido su volumen II) de que «mientras el nacionalsocialismo sea caracterizado como el mal absoluto, los crímenes comunistas automáticamente se relativizan». Y que «es un curioso procedimiento la utilización del genocidio contra los judíos para crear una jerarquía dentro de la categoría de crímenes contra la humanidad». El camino catalán está necesitado de importantes correcciones.

El bien y el mal no se han separado nunca con fronteras trazadas a compás en nuestra historia reciente. La nostalgia nacionalista no puede cambiar, y mucho menos suprimir, la historia real nuestra, la que pasó también en Cataluña. Las identidades no se crean a conveniencia. La España de la diversidad es sólo la España de la diversidad, no la de la fractura de la República con un país roto en dos, también en Cataluña. Las imágenes de la frontera, huyendo, se corresponden con las del ejército por la Diagonal, entrando.¿El camino catalán? Muchos quisiéramos otro.