ENTREVISTA A  FELIX DE AZUA,

 

Novelista y profesor de Estética en la Universidad de Barcelona,por Enrique Murillo, en “El Mundo” del 03.01.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado la entrevista que sigue para incluirla en este sitio web.

 

 

«Lo más sensato sería retirar el proyecto de Estatut, y si pudieran lo harían»

 

 

Sostiene este intelectual que el nacionalismo español ha estado 20 años «dormido» y que la presión del independentismo catalán lo ha despertado. También acusa a los socialistas de hacer suyos los planteamientos nacionalistas, que califica de antidemocráticos, y de olvidar así el sentir de la mayoría de sus votantes

 



BARCELONA.- Félix de Azúa lleva un montón de tiempo fustigando a los nacionalistas, de modo que se llevó un buen disgusto cuando vio que también los socialistas catalanes se apuntaban al carro del nacionalismo, fenómeno que él califica de «traición» y que le parece sumamente grave. Por otro lado, no entiende por qué a él y a sus compañeros de movimiento político se les tilda de «españolistas» cuando más del 65% de la población de Cataluña, según las encuestas más recientes, dice sentirse tan catalana como española, o más española que catalana.

Pregunta.- ¿A qué se debe ese hablar constante de las señas de identidad, de las raíces, de lo local como bueno y como santo?

Respuesta.- Todavía estamos esperando al antropólogo que nos lo explique. Este fenómeno es antiquísimo. Todos los extranjeros que vienen aquí y ven y escuchan todo esto te dicen que es muy curioso, que esto no pasa en ninguna parte del mundo. Y en cambio, aquí pasa desde siempre...

P.- Vivimos, además, una exacerbación de este fenómeno en los años recientes.

R.- En los últimos años, lo que era meramente antropológico se ha convertido en ideología. Antes resultaba meramente antiguo, pero esa antigualla ahora es, por ejemplo en Cataluña, la ideología de la izquierda. Uno se echa las manos a la cabeza oyendo algunas cosas que dicen los de Esquerra o los de Iniciativa, que creen ser de izquierdas, y ahora ya son de derechas... Son prepolíticos.El nacionalismo, tal como lo utilizan los políticos de esos partidos, es absolutamente antidemocrático, porque viene de los sentimientos.Es como la religión. Las religiones y los nacionalismos sólo son democráticos si no tienen más remedio.

P.- Parece que en Cataluña el nacionalismo ha arrastrado también a los partidos de centro, sobre todo al PSC...

R.- Es así. La tragedia ha sido esa. Había aquí nacionalismo como lo había en el País Vasco. El problema está, por un lado, en los independentistas, la extrema derecha, los Otegi y esa clase de gente... Y luego el problema adicional que ha sido la traición de los socialistas. Esto es lo que ha provocado un terremoto en Cataluña. Socialista y nacionalista... eso es incompatible, son dos palabras que no se pueden juntar, si se juntan quedan muy feas.

P.- ¿El PSC es nacionalista?

R.- Yo tengo muchos amigos socialistas. Ellos se empeñan en decir:

«No, hombre, nosotros no somos nacionalistas, somos catalanistas».Para empezar, no entiendo muy bien cuál es la diferencia. Esa traición de los socialistas convertidos en nacionalistas ha dejado en la cuneta por lo menos al 40% de la gente que les había votado en las últimas elecciones autonómicas. Va a resultarles muy difícil salir del embrollo en el que se han metido, y lo han hecho por ignorancia y por mala cabeza.

P.- ¿Qué piensa del Estatuto, de la larga gestión parlamentaria del texto, y de su aprobación final, atropellada, con los pactos del último segundo?

R.- Lo contemplé todo con ironía y sarcasmo. Fue gracioso verles abrazándose y brindando el día del acuerdo final como si fuese la fiesta de fin de año de una empresa... Estas cosas no ocurren en ningún parlamento de ningún país del mundo. Nuestros políticos son personas que llevan 30 años juntos... y ha llegado un momento en que han formado un partido único. En este momento en Cataluña existe un único partido... y luego está el PP, que no existe.Y todos los demás podrían ser perfectamente tendencias dentro de un mismo partido. Esta unidad que se ha producido no tiene nada que ver con la Cataluña real.

P.- Luego vino la aceptación a trámite del proyecto de Estatuto.

R.- Es cierto que se nos olvidó con aquellas celebraciones en el Parlament. Pero de repente nos acordamos de que había una circunstancia que hacía que todo fuese peor, ¡y es que Zapatero había dicho que aprobaría lo que saliera de aquí! He hablado con altos cargos del PSC, con dirigentes del PSOE en Madrid, y todo el mundo dice lo mismo: «¡Es inconcebible en dónde nos han metido estas gentes!». El otro día me dijeron que los empresarios están que trinan, clamando al cielo. El empresario está asustado con el boicot. El boicot es una salvajada y los que lo hacen son exactamente como los de aquí... Esquerra está entusiasmada con el boicot. Es lo que mejor le podía venir.

P.- Y el siguiente capítulo, casi inmediato, fue la reacción del PP. Todo eso de que nos están rompiendo España, de que nos están rompiendo los mercados...

R.- Hay una cosa evidente: el nacionalismo español estaba dormidito, muy callado, desde hacía años. Lo que quiero decir es que el nacionalismo español ha estado 20 años dormido, y ahora lo han despertado. La brutalidad de los independentistas, su zafiedad, su falta de talento político, seguramente, es lo que ha despertado a la fiera. Y ahora ya veremos si la fiera se vuelve a dormir.

P.- Las encuestas sobre intención de voto alientan esa actitud.

R.- No creo que les beneficie en votos esta reacción que han tenido. Es cierto que el PSOE va cayendo, pero no es verdad que el PP esté subiendo mucho. Sube, pero sube muy poco. A mí me da la impresión de que un PP radicalizado y de extrema derecha no tiene nada que hacer. No va a ganar así las elecciones. Es extraño que no se den cuenta de que si girasen al centro y, a la manera de Suárez, montaran un partido liberal, se llevarían una mayoría absoluta... monstruosa. Si el PP eliminara a Acebes, a Zaplana, a Aznar... pasarían a votarles hasta el 60% de los que ahora votan a Convergència, porque éstos están hasta la narices.

P.- Una de las claves del nuevo Estatut es la idea de que en Cataluña falta dinero de la Administración central. ¿Tiene fundamento?

R.- Por supuesto. El problema es que se han mezclado dos cosas.Una disputa que es puramente técnica, la del dinero, con la otra historia. Que Cataluña está subfinanciada lo sabe todo el mundo.Lo saben hasta los que lo niegan. Es evidente que había que negociar una nueva financiación. El problema es que esto no se negocia en términos técnicos, sino en términos ideológicos. Una cosa es negociar mejor financiación y otra cosa es conseguir la independencia.

P.- ¿Puede ocurrir en los meses próximos algo que rompa la actual inercia política?

R.- Sólo hay dos posibilidades. Por el lado del PP, que elimine a su extrema derecha. Y, por parte de los catalanes, lo más sensato sería retirar el proyecto de Estatut, y estoy convencido de que en estos momentos, si pudieran, lo harían. Algunos empresarios te dicen que, si sale adelante, paralizará la vida económica.Es lo más intervencionista que se ha visto en Europa desde Mussolini.