HUELE A TRIPARTITO

 

 Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 03.11.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

La maquinaria de los pactos catalanes ya está en marcha y esta vez no parece que vaya a pasar demasiado tiempo antes de que se anuncie fumata blanca en el palacio de la Generalitat. Las opciones son pocas, tres, la gran coalición, el gobierno nacionalista y el tripartito, y aunque Montilla no merece ser presidente catalán por su mal resultado y su pésima actuación en el gobierno de Madrid todo apunta, y las matemáticas madrileñas también, a que podemos estar en puertas de la reedición del gobierno tripartido del PSC, ERC e ICV, por muchas razones. Y de manera especial porque así parecen desearlo los dirigentes y las bases del PSC, así parece que se desprende del resultado electoral donde la coalición de la izquierda fue castigada pero no del todo —en conjunto solo perdieron cuatro escaños— y porque Zapatero, por mas que le guste la gran coalición del PSC con CiU no está en condiciones de forzar esa opción en el seno de un partido que ya está bastante tocado y que solo necesitaría un leve empujón para acabar roto o camino de una crisis de muy difícil solución.

Sin olvidar las matemáticas madrileñas porque Zapatero cuenta en Madrid con un total de 164 escaños —muchos de los cuales son del PSC— y necesita para gobernar el apoyo mínimo de 11 diputados. Y en la actualidad CiU solo tiene 8 que no son suficientes, por lo que a ellos se les deberían sumar al menos los de Coalición Canaria que está a palos con el PSOE y en vísperas de sus elecciones de esa autonómicas en primavera. O le harían falta a Zapatero y a CiU los 7 diputados del PNV, pendientes de la negociación con ETA y también del nuevo estatuto vasco, lo que haría muy arriesgado e inestable el apoyo del PNV en el Congreso de los Diputados y altamente peligroso para Zapatero.

Entre otras cosas porque de ocurrir algo así como una consecuencia de la gran coalición catalana CiU-PSC, los otros socios del tripartito, ICV-IU que ahora tienen 5 diputados en Madrid y Ezquerra que tiene 7, le retirarían a Zapatero su actual apoyo y lo dejarían a la intemperie o en minoría para gobernar, mientras que la vuelta al tripartito le ofrece a Zapatero garantía y seguridad de estabilidad parlamentaria y de gobierno, sumando los 12 escaños de IU-ICV y Ezquerra a sus 164, lo que le permite superar la imprescindible barrera de los 175 escaños, que nunca alcanzaría a solas con CiU.

Sin perder de vista, en este baile de política y escaños, que si se produjera el gran pacto de CiU con el PSC, algunos diputados de los socialistas catalanes podrían romper la disciplina de partido, y con razón, restando al PSOE nacional varios de los escaños que hoy les son imprescindibles para gobernar en Madrid.

Aunque tenemos que imaginar que no se llegará a estas situaciones extremas y de alta tensión porque el primer argumento a favor del tripartito, que ya jalean desde Barcelona los portavoces del PSC, es la supervivencia y la unidad de este partido. Dos cuestiones esenciales para los socialistas catalanes y para Zapatero en las elecciones generales de 2008 porque muchos de sus diputados parten del territorio catalán. Y también porque sería sorprendente que, en estas circunstancias, Zapatero se jugara el todo por el todo tanto en Cataluña como en Madrid solo por dar gusto a Artur Mas o para cumplir según se ha dicho alguna promesa que el presidente le hubiera hecho en privado a Mas cuando pactó en Moncloa la reforma del Estatuto catalán.

Es verdad que la gran coalición sería la mejor solución para Cataluña y España, pero el resultado de CiU, de 48 escaños, solo dos mas que en 2003, ha sido insuficiente y lejano de los 50 o 52 escaños que le anunciaban las encuestas, presagiando la imposibilidad de un pacto a tres bandas entre PSC, ERC e ICV porque en ese hipotético caso los socios del tripartito no habrían alcanzado los 68 escaños que son necesarios para gobernar en Cataluña.

Todo apunta, pues, que Artur Mas tendrá que volver a esperar, a no ser que surjan en la negociación del tripartito problemas importantes sobre el programa del Gobierno y el reparto de las carteras. Y aquí incluida la del conseller en cap, que seguramente querrá recuperar Carod Rovira, quien ya ha adelantado que no está dispuesto a hacer nuevos sacrificios personales para contentar a Zapatero. Mas bien al contrario, Carod no le perdona al presidente el pacto que hizo con Mas en Moncloa para reforma el estatuto, de ahí que el caso Carod pueda ser una dificultad. Sobre todo porque Montilla no es amigo del ruido ni del espectáculo, y porque además se conocen las andanzas del presidente de ERC a quien algunos querrían colocar en la presidencia del Parlamento catalán, a ver si en ese cargo institucional se tranquiliza y deja de enredar. Pero Carod tiene clavado el arpón de su forzada dimisión tras su entrevista con ETA en Perpiñán y ahora quiere su revancha y puede estar dispuesto a todo, incluso a ofrecerse a un desesperado Artur Mas.

Huele, pues, a reedición del gobierno tripartito, con un Montilla derrotado un Carod crecido y un Mas desesperado. Lo dicen los socialistas catalanes y las matemáticas de Madrid. CiU ganó pero no lo suficiente y Zapatero no está en condiciones de hacer más experimentos de los que ha hecho ya. Bastante tiene con la crisis de la negociación con ETA para enredarse, en las actuales circunstancias, en una crisis del PSC que además lo podría desestabilizar.