MÁRGENES DE PUJOL

 

 Artículo de Valentí Puig en “ABC” del 15.01.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

  

Pujol mide a pasos, una y otra vez, su actual despacho pospresidencial, como en los largos años pasados en la Generalitat, entonces enfrascado en la vorágine política, ahora hiperactivamente inactivo.

En sus expresiones se autoimpone, frente a su sucesor en la Generalitat, Pasqual Maragall, un margen de lealtad institucional y el margen de confianza dinástica ante su sucesor en CiU, Artur Mas.

Blande un ejemplar de «Le Monde», habla de los trabajos de su «think tank» —el «Centre d'Estudis Jordi Pujol»—, cierra el postigo de sus párpados totémicos y deja sin responder una pregunta sobre algo así como «cómo lo están haciendo esos chicos». Algunos jóvenes turcos de «Convergencia» preferirían que no hablase. Por su parte, Pujol recorre una y otra vez ese sistema arterial tan precario que ha ido dando latido casi imperceptible a un borrador de «Estatut» llegado prácticamente de la nada. Los socialistas pagarían por saber hasta dónde Pujol facilita o importuna los secretos de una negociación tan aturdida.

Para algunas retiradas notables que luego casi han sido consideradas como victorias por puntos, hay maestros de la estrategia que dan un solo consejo: retirada con negociaciones, irse a los cuarteles de invierno avituallado de armas y víveres hasta que se funda la nieve y reaparezcan los viejos caminos, las gentes que van y vienen. Es una perspectiva de la experiencia por contraste con ese instante tan fungible de la política actual, con las cámaras filmando todos los días el espectáculo del «Estatut» en condiciones semejantes a las del camarote de los hermanos Marx.

Lejos del poder, Pujol ve como la sociedad ha cambiado demasiado aprisa y sin saber hacia dónde. Por eso activa su «think tank» con reflexiones sobre la sociedad responsable, pero al final todo se hace política, sobre todo cuando mística y política han encabalgado sus quehaceres.

Ahí está, volviendo una y otra vez sobre sus pasos, cruzando el despacho, reiterando un trayecto que no se sabe si es de ajedrecista, de jefe de estado mayor o del centro excursionista de Cataluña. De repente, se le cruza un «Estatut» por el camino y Pujol le da un par de vueltas más al despacho. Sería excesivo inmutarse. Una cosa son las glaciaciones y otra el hielo que compramos en la gasolinera.