UN NUEVO PARTIDO

 

 Artículo de Luis Racionero en “La Estrella Digital” del 12.06.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 Ha aparecido un manifiesto de intelectuales en Barcelona que pide la formación de un partido político no nacionalista. Lo firman entre otros Albert Boadella, Arcadi Espada, Félix de Azua. El miércoles por la noche Ángel Casas me ha convocado con otros tres ¿pensadores? a su programa de televisión para debatir el tema. Me preguntaron por teléfono cuál era mi postura y parecieron sorprenderse cuando apoyé la iniciativa.

Me parece bueno que los intelectuales aún existan y que osen proponer un nuevo partido, sea del color que sea. Además me parece de perlas que haya un partido no nacionalista. Pero ya los hay, piensan muchos: a mí me parece que PSOE y PP son nacionalistas del nacionalismo español, que también es un nacionalismo, si bien a mayor escala que el catalán o el gallego.

Creo que el nacionalismo es necesario culturalmente para proporcionar raíces y sentido de identidad en un mundo globalizado: necesitamos localismo para poder ser cosmopolitas. Una vez tenemos eso garantizado por medio del respeto a las culturas locales en las autonomías, el nacionalismo político ya sólo es útil para que unos políticos estén en el poder votados por gentes que, deficientes en orgullo personal —ahora llamado autoestima— o en personalidad propia, necesitan entregarse al partido político nacionalista para reforzar su sentido de identidad, algo superfluo y limitativo cuando se es cosmopolita.

Como yo soy cosmopolita —y localista cultural— hace muchos años, me duele el tiempo y la energía que se pierden con el interminable tema nacionalista, que ahora ya es una rémora del siglo XIX. Entonces tuvo razón de ser porque se echó a las dinastías reales y se necesitaba un principio para dar sustancia y autoridad a los estados. Eso ya se hizo en el XIX: Sièyes había propuesto “La Nación” como sustituto del Rey durante la revolución, y así se hizo a lo largo del siglo XIX. Que los reinos, principados o ducados que formaron los estados de Francia, España, etc., pidiesen luego su identidad cultural difuminada por el estado nación, es absolutamente plausible, pero llega un momento que con los estados de autonomía esa identidad ha quedado salvaguardada y la cháchara nacionalista sólo vale para que tengan votos unos ¿políticos? que no los tendrían por otro motivo que no sea ese de la supuesta necesidad de defender la identidad cultural.

Buena idea, por tanto, proponer en Cataluña la creación de un nuevo partido no nacionalista, sobre todo en Cataluña donde el empacho de nacionalismo resulta agobiante para gentes que, sin dejar de ser catalanes, ya son cosmopolitas.