LOS «CIUTADANS» INVISIBLES



La plataforma antinacionalista de Boadella sufre una controversia interna que frena su estrategia. «Hemos bajado nuestra intensidad», admiten



 Informe de Marcos Pardeiro en “La Razón” del 30.04.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Barcelona- La «deriva nacionalista» del PSC al acceder al Gobierno de Cataluña motivó la reflexión de 15 intelectuales que, en junio de 2005, presentaron un manifiesto propugnando la creación de un nuevo partido en Cataluña. La nueva fuerza nacería con el compromiso de borrar de sus preferencias las políticas centradas en la identidad colectiva, después de 25 años de obsesión por la «construcción nacional». Así se gestó Ciutadans de Catalunya, una asociación que, hoy por hoy, apenas ha definido su modelo organizativo de su formación debido a que las ideas que se están cruzando son «demasiado distintas».
   No es extraño que así sea, ya que a Ciutadans han ido a parar sectores procedentes de la izquierda más ortodoxa (Izquierda Unida) junto a otros que se consideran de una izquierda más moderada (socialistas). Con el ánimo de no escorarse en el espectro ideológico, rostros visibles de la (des)organización como Francesc de Carreras y Félix Pérez prefieren situarse en un espacio de centro-izquierda. Es decir, que su ánimo es constituir una especie de PSOE en Cataluña que defienda España «sin la boca pequeña» como una «nación de ciudadanos». «Que no tenga el complejo de inferioridad de Manuela de Madre y de Montilla», dijo un «Ciutadà» en un acto. No obstante, el perfil de posibles electores que se dirige al nuevo partido no coincide con lo que habían soñado sus creadores, (pocos votantes del PSOE se interesan por el proyecto) ni tampoco sus promotores consensuan una ideología clara.
   Sólo 2.000 socios. Este grupo no cuenta, a día de hoy, on más de 2.000 socios que pagan una cuota mensual de 10 euros. Su número de afiliados no es muy elevado -el Balonmano Granollers tiene los mismos-, y el de simpatizantes es inferior a 15.000.
   Los respaldos, además, se limitan a la provincia de Barcelona; de las 40 agrupaciones que han creado en el conjunto de la autonomía, tres cuartas partes se sitúan en la capital catalana y en su ámbito metropolitano. Apenas hay «Ciutadans» en Gerona, Tarragona y Lérida después de casi un año de proceso.
   Internet ha sido el mejor aliado, prácticamente el único, de esta plataforma para darse a conocer debido al escaso compromiso humano. Los impulsores de la formación política mantienen su actividad privada y no se conoce la figura del tipo que se echa el día pisando el territorio, haciendo partido. Por eso, se les acusa de ser unos «intelectualoides» que flirtean con la actividad política sin verdadera dedicación. Entre la clase política catalana se habla dels Ciutadans como meros provocadores con ganas de llamar la atención. Y en algunos casos concretos, inclusive se comenta que su ataque a los socialistas y especialmente a Pasqual Maragall se debía al despecho por no ser premiados con algún cargo en el nuevo Gobierno tripartito catalán, después de haber defendido en público y privado Maragall frente a Jordi Pujol o su heredero político, Artur Mas.
   Divergencias. Su único momento de gloria fue el pasado marzo en el Teatro Tívoli, donde reunieron a 1.800 personas y varios centenares se quedaron a las puertas. Aquel 4 de marzo, De Carreras proclamó que la iniciativa no era «puro humo». «Lo del Tívoli fue un esfuerzo impresionante. Después, bajó la intensidad», opina el antropólogo Félix Pérez.
   No obstante, el «hartazgo del nacionalismo» mantiene vivo el entusiasmo de los padres de la criatura para constituirse en partido, a pesar de que incluso existen voces que auguran una pronta disgregación. Será en julio cuando se celebre un congreso que escogerá una cúpula directiva y aprobará una base programática de cara a las próximas elecciones autonómicas.
   Los dirigentes no serán muy populares, ya que los personajes más conocidos (exceptuando el dramaturgo Albert Boadella), De Carreras y Arcadi Espada, no parecen estar dispuestos a convertirse en cabezas de lista. De hecho, las diferencias entre ambos «líderes» son la mejor muestra del mal momento que atraviesa Ciutadans de Catalunya desde su puesta en escena en el Tívoli. «Nada es irreconciliable, yo creo que habrá consenso», asegura, no obstante, el portavoz de la plataforma, Roger Corcho, a este diario.
   Entretanto, Ciutadans de Catalunya continúa con sus presentaciones en barrios de Barcelona y otras localidades. «Nos llaman y vamos», resume el portavoz. Como los cazafantasmas, los Ciutadans acuden a donde se precisa y ahuyentan los espectros nacionalistas sin articular una alternativa mínimamente sólida. «CiU, PSC, ERC e ICV son el PUC (Partido Unificado de Cataluña). Aquí sólo tenemos el PUC y el PP», acertó a decir el profesor De Carreras en una renovada versión de lo que la prensa bautizó como cuatripartito. Y, apocalíptico, remató: «Si fracasamos será muy difícil hacer política en Cataluña». Fue en un reciente acto celebrado en el distrito barcelonés de Horta Guinardó, donde se congregó un centenar de personas. En esta ocasión, los organizadores fracasaron estrepitosamente en su intento de captar a seguidores de la plataforma-partido, al igual que ha ocurrido ya en otras ocasiones. Estos actos, junto a los artículos que publican sus notables en la prensa, son todo el fundamento de la acción de esta asociación.
   Próxima función, en el Reina Victoria. Ciutadans se opone al Estatut y piensa llevar a cabo alguna acción política concreta. Hace pocos días, la asociación ha puesto en marcha varios grupos de trabajo, varias comisiones, que deben discurrir cómo proyectar su posicionamiento. Hasta ahora, sólo han emitido el diagnóstico de la enfermedad que padece Cataluña porque no parecen conocer la fórmula magistral que recuperará al paciente. Tan sólo han descubierto el modo de entretenerlo. Próxima función: teatro Reina Victoria, Madrid, el próximo 9 de mayo.