CATALUÑA: SE ROMPE LA PAZ

 

 

 Artículo de Assumpta Roura en “La Voz de Galicia” del 5-3-06.

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 


    Cuando en junio del 2005 se presentó en Barcelona la plataforma Ciutadans de Cataluña, liderada por Albert Boadella, Arcadi Espada, Félix de Azúa o el catedrático de Derecho Constitucional, Francesc de Carreras, llenando, contra toda previsión, una ambiciosa sala del Centro de Cultura Contemporánea, el tripartito les puso la alfombra roja para que pasaran al salón de los medios de comunicación que tiene abducidos, que no son pocos. Con ello no pretendían un acto de justicia y/o manifestación de libertad, sino terreno propicio para que se viera la lucha de cristianos contra cuatro moros que tildaron de pijos, o al revés. Nueve meses después, ayer, la plataforma dio a luz a un partido político en la sala de partos teatro Tívoli y la asistencia desbordó al nacionalismo que, como saben, gracias al Estatut son uno+trino.

    Esta vez la hermandad de sagrados nacionalismos y sus abducidos dieron larga cuerda al silencio. Convencidos de que todo lo dominan, usan el ninguneo como arma poderosa después de que la realidad hiciera trizas el falso rumor que tanto les costó tejer, según el cual el PP ya les había lazando una opa. Muchos, en su lugar, haríamos lo mismo: a Ciutadans de Cataluña hay que temerles porque son enemigos poderosos nacidos para la desobediencia a 25 años de falsa concordia y de oasis prefabricados donde no cabe la libertad contaminante de expresar que no se es nacionalista. Por el sagrado nacionalismo se ha ido hacia la nación escogida por algún dios como vacuna contra la crítica a la corrupción acumulada, o al mismo nacionalismo sagrado bajo el que han nacido un par de generaciones por lo menos con los genes preparados para pedir perdón si algún antepasado vino de Murcia, de Galicia o de Extremadura.

    Para rematarlo, con la llegada de Maragall, el president con cuya ayuda al PSC-PSOE ya no le hacen faltan enemigos, amén de que ahora le ha dado por simpatizar no se sabe si con ERC o simplemente con Carod, uno de los mejores administradores de miedos, y el cuento largo del Estatut en busca de una Cataluña grande y libre, la asfixia de muchos ciudadanos de esta parte de España ha llegado al límite de lo soportable. O denunciar o morir. La denuncia comporta riesgo, la muerte en vida, un seguro de por vida. Sé del riesgo que corro por decirlo aquí, pero es que yo también soy una de esas personas a las que han matado varias veces por escoger la libertad, aunque sea para equivocarme.

La Voz de Galicia, 5 de marzo de 2006