EL FUTURO COMPARTIDO

 

 Artículo de Alex Salmon en “El Mundo” del 16.04.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Durante estos días CiU se debate entre un agradable futuro y un futuro compartido, que no es lo mismo. En dos años y medio, las cosas han cambiado. Era el mes de septiembre del 2003, cuando los analistas más sagaces aseguraban que el fin de Convergència estaba cerca. El argumento estaba relacionado con la muerte política de Pujol. Muerto el líder, muerto el partido.

 

Las cosas han cambiado. CiU no se sintió perdedora en las pasadas elecciones. Aguantó el envite de forma elegante y sólo una coalición de tres partidos logró que el Gobierno catalán cambiara de manos después de 23 años.

Pero el panorama ha vuelto a cambiar. De las alegrías del pacto firmado en el Saló del Tinell, a las tristezas de los torpes días del tripartito. De lo sueños que evocaba el gran Maragall de la ciudad prodigiosa y olímpica, a las truculentas situaciones provocadas por una palabra de más, una frase inoportuna o una decisión marcada por las presiones de los compañeros de viaje.Maragall habría sido un gran presidente si el PSC hubiera podido gobernar en solitario. Pero la Historia le ha hecho una mala pasada.

Gracias a ello, CiU reconsidera su futuro. Un porvenir positivo, pero lleno de incógnitas. Las posibilidades son muy variadas y sensibles a muchos cambios. Primero: existe una idea que ha arraigado en la sociedad: Maragall lo ha hecho mal. Estos días de compartir horas con individuos que hablan con sinceridad porque ni pertenecen a la política ni al mundo periodístico, me han dado una interesante visión de lo que opina el país. Un análisis que tiene una incógnita: ¿Cuántos votantes socialistas, críticos con Maragall, serán capaces de cambiar su voto o abstenerse?

Estas cuestiones, que son las que dejan cualquier conclusión en la duda, no dejan de ser claras tendencias de la reafirmación de que CiU es un partido que pasa por un excelente momento. La mayoría de los dirigentes nacionalistas son conscientes de ello.Las dudas aparecen en cuanto a cómo gestionarlo.

La sociedad catalana pasa por un momento de agotamiento. La elaboración del nuevo Estatut ha castigado a muchos y, aunque en los sectores próximos a este proyecto se intenta trasladar a la sociedad una sensación positiva, los ciudadanos, que no son tontos, sienten las agujetas y el cansancio de una Ley Orgánica que ha tensionado a todos.

Una segunda idea ha arraigado en la sociedad. Un gobierno CiU/PSC sería bueno para Cataluña. Efectivamente, los ciudadanos saben que se trata de los dos partidos que transmiten más tranquilidad y sosiego a una sociedad falta de infusiones. La cuestión es conocer dónde están los límites. Y en eso está CiU. Porque una campaña basada en la gran coalición podría ser perjudicial para las dos fuerzas.

Por otro lado, CiU, que ya ha gobernado con ayudas en otras ocasiones, sabe que también tiene posibilidades de alzarse como único ganador en una futura contienda electoral. Si con un candidato falto de referentes y al que llamaban delfín se logró una lista importante de diputados, con el mismo hombre, pero reafirmado en su liderazgo, la suma de esos diputados puede verse incrementada de forma convincente.

«Para qué pactar», dicen los optimistas. «Pactemos con ERC, que no son de fiar pero los sabemos anular», dicen los más nacionalistas.«Pactemos con los socialistas y dejemos los inventos», dicen los centrados, entre ellos el propio Artur Mas.

Pero no hay nada fácil. Muchos socialistas, la otra parte del pastel, están por la labor de CiU. Pero no todos. Sobre todo los maragallistas, que verían cómo su líder, e inspirador cósmico, desaparecería del espacio político. Como publicó EL MUNDO el pasado jueves, una gran coalición estilo Merkel, pasaría por la renuncia de Maragall a volver a ser president de la Generalitat.Aunque podría ocurrir que los resultados fueran muy parecidos a los de la anterior legislatura, lo que complicaría mucho los pactos posteriores, como ya ocurriera hace dos años y medio.

En este caso, CiU contaría con la ayuda de un amplio sector del PSC que está muy harto de los esfuerzos estériles de gobernar con ERC y de las maragalladas nacionalistas del president. Ese sector pragmático de la política, que inunda el sector dirigente de su partido, estaría dispuesto a fagocitar lo que fuera, como ya lo estaba en su momento, aunque después, su propio pragmatismo, les hiciera cambiar de opinión.

De tirar adelante esta iniciativa, uno de los consellers mejor situados para sustituir a Maragall sería Antoni Castells. Durante esta legislatura ya ha demostrado, en más de una ocasión, ser un hombre dispuesto a andar por la cuerda fina que supone la responsabilidad del gobierno y las necesidades de partido.

Dentro de la familia nacionalista, las cosas tampoco son fáciles.Sobre todo en cuando a su socio de federación, Unió. Duran sabe que le toca volver a esperar. La gestión de Mas es incuestionable y la coalición lo apoya. Pero a los nacionalistas siempre les quedará Madrid, ciudad donde siempre resuelven sus problemas.Lo hizo Pujol y lo ha sabido hacer Mas. En Madrid, todo el mundo dice que Duran abandonará la política próximamente. Pero esa parece que será una película que no llegará a los cines de Gran Vía madrileña.