YO PREFERÍA AL CHE

 

 Artículo de Isabel San Sebastian en “El Mundo” del 13.09.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Hubo un tiempo en el que Cataluña presumía de seny y nutría su nacionalismo de personajes de cierta altura intelectual. Un tiempo en el que Jordi Pujol se refería a los vascos del PNV, cómplices del terror y defensores del más rancio racismo sabiniano, con comentarios de este porte: «No lograron civilizarlos los romanos, ¿de qué manera iba a conseguirlo yo?». Un tiempo que dio a la izquierda iconos como el Che Guevara, cuya muerte precoz al servicio de la causa en la que creía evocaba ideales románticos en las mentes de quienes exhibían su imagen impresa en millones de camisetas. Hoy los cachorros del socialismo catalán prefieren la «mierda» de Rubianes, sus rebuznos plagados de vulgaridades soeces, a la consigna del líder guerrillero que instaba a llevar la revolución en el alma y no en la boca para vivir de ella.

Se ve que al héroe de las juventudes del PSC le resulta más rentable ignorar este consejo y seguir cobrando las subvenciones que garantizan las instituciones catalanas a todo aquél que «se atreva» a insultar a España. ¡Vivan los valientes! ¿Se le habrá ocurrido a él solo semejante estrategia de márketing o será cosa de algún gabinete de asesores? En todo caso, ha dado en la diana. Ya tiene garantizado un lucrativo modus vivendi para los próximos años, sin necesidad de dar golpe, amén de un público entregado.

Y mientras unos se identifican con el rey de la escatología, solidarizándose puño en alto con el feliz represaliado, otros se dedican a quemar banderas, destrozar mobiliario urbano y agredir a cualquiera que se interponga en su camino. En eso se ha quedado el ardor patriótico de las nuevas generaciones sometidas a libros de texto manipulados para tergiversar la Historia y la Geografía; alimentadas de odio hacia todo lo que suene a español; alfabetizadas exclusivamente en catalán con el fin de erradicar cualquier vinculación, incluso instrumental, con la lengua que compartimos todos; educadas en el resentimiento, la exclusión, y el regreso al calor de la tribu.

Esos son los valores con los que se sienten cómodos los hijos de aquellos que tomaron el poder en el arranque de la democracia decididos a construir una Cataluña mejor, más próspera y más europea. Ése es el producto destilado de tres décadas de nacionalismo gobernante bajo las siglas de CiU, PSC o ERC, que han compartido cama, mesa, mantel y sobre todo mordaza para silenciar, hoy por ti y mañana por mí, las comisiones del contrario. Montilla, Clos, Pujol, Maragall, Mas, Durán Lleida, Nadal, De Madre y compañía pueden estar orgullosos.