NO DEBEMOS CONSENTIRLO,
TENEMOS UNA OPORTUNIDAD
Publicado por “I Congreso de UPyD” en 28 Julio 2009
Por su interés
y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este
sitio web
Los próximos 20, 21 y 22 de noviembre se celebra el I
Congreso de UPyD y nos jugamos mucho. En todo este
tiempo tenemos que ser capaces de generar una conciencia suficiente entre todos
los afiliados y aquellos que finalmente les representen en ese Congreso: los
500 delegados.
Es importante valorar críticamente lo que ha sido
nuestro partido en los dos últimos años y a partir de ahí, definir muy
claramente qué clase de partido queremos y consideramos necesario construir
para influir y transformar la sociedad española decadente y necesitada de la
regeneración democrática que fue precisamente el motivo que dio lugar al
nacimiento de UPyD.
A lo largo de varios artículos y editoriales ya hemos
ido identificando los males que han asolado lo que hoy es UPyD
tras poco más de año y medio de vida. A saber: 1) Ejercicio del poder a través
de una oligarquía; 2) Falta de liderazgo efectivo, integrador y generoso; 3)
Estructura territorial poco útil o meramente testimonial; 4) Servilismo hacia
la dirección de los designados a dedo; 5) Representación del partido a nivel
territorial en manos no de los más y mejor capacitados sino de los más sumisos
a la cúpula; 6) Indiferencia cuando no deprecio de los dirigentes hacia las
bases, su trabajo y sus ideas; 7) Primacía de la “peloteocracia”
frente a meritocracia; 8 ) Autoritarismo y doctrina
del ordeno y mando; 9) Estructura vertical poder jerárquico y falta de
comunicación auténtica hacia las bases. En definitiva, todo se resume en un
diagnóstico muy definido y claro: absoluta falta de democracia interna en los
métodos, sistemas y procedimientos.
Toda esta situación ha convertido a UPyD en un partido igual de enfermo que los demás y que
contribuirá de no remediarse a la extensión de la epidemia de la partitocracia. Con un agravante por encima del resto: es un
partido muy joven y que fue concebido con la esperanza, el deseo y la ilusión
de mucha gente por combatir precisamente la gravísima enfermedad cuyos síntomas
ya sufre con apenas 2 años de edad.
La consecuencia de ello es un partido completamente
desmadejado, con los Afiliados perdidos y desmotivados y con muchos de ellos
cabreados y unos cuantas más ya, en su casa. El ideal inicial que condujo a su
fundación, esto es, la regeneración democrática y la consolidación de una forma
nueva de hacer política se han quedado en buena parte rotos en pedazos por el
camino. El dolor, la frustración y la rabia de muchos afiliados de base es inmensa. Los causantes o culpables están plenamente
identificados: la cúpula dirigente y sus acólitos, pelotilleros, vendidos y
“alfombras”.
La coartada, en realidad, el camelo de los dirigentes
para justificar todo este despropósito ha sido el siguiente: hasta la
celebración del Congreso el partido no podía gobernarse por criterios de
estricta democracia sino de cooptación entre sus miembros, pero por indicación
de la cúpula o sus coordinadores territoriales afines. Es decir, designación de
personas -muchas de ellas desconocidas entre sí- con base en los principios de
trabajo, colaboración y lealtad. Sin embargo, esos criterios tampoco se han
visto por parte alguna. Es falso. Salvo que la valoración de esos criterios
siempre los hagan los de arriba y sus acólitos como en realidad ha sido. Es
decir, han dicho: “nosotros consideramos que tienen que estar estos y no estos
otros porque somos nosotros los que decidimos quienes pueden hacerlo bien;
quienes lo están haciendo bien en su trabajo; y sobre todo, quienes son leales
a nosotros los dirigentes –que no al proyecto en su conjunto- y quienes están
comprometidos con nuestros principios –que no con los del partido- o bien, sí
con los principios del partido pero que ya nos encargamos nosotros –los
dirigentes- de decir cuales son y no la plebe de los
afiliados”. Es decir, la cúpula ha secuestrado el partido, se lo han arrebatado
a sus verdaderos dueños: los Afiliados y están haciendo de él lo que les da la
gana.
Pues bien, UPyD está
bastante herida dado que han sido muchos y muy graves los daños infligidos por
los oligarcas. Sin embargo, NO está muerta. En nuestra mano, en la de los
Afiliados-Ciudadanos-No Políticos profesionales o con aspiración a serlo al
menos a corto plazo, está recuperarla y poner las cosas en su sitio este
próximo noviembre.
El Congreso del partido tiene que ser el “hospital”
que recupere de las heridas a UPyD. Hay que someter a
esta formación a una terapia de choque inminente para revitalizarla y
reconducirla hacia “la forma de vida” y hacia “los propósitos y fines para los que
nació”. Y eso tienen que hacerlo todos los Afiliados que piensen que las cosas
no se han hecho bien hasta el día de hoy y que sienten que éste no es hoy el
partido al que llegaron llenos de ilusión y esperanza por y para cambiar la
realidad de las cosas. Y para eso, lo primero es ser conscientes del grado de
gravedad que tiene el “cuerpo de UPyD” y aplicarnos a
poner en marcha los remedios necesarios para sanarla y recobrarla para la
sociedad y los servicios que en su seno debe prestar.
Para solucionar un problema el primer paso es ser
consciente de que se sufre. Muchos son ya los que han detectado los males de UPyD. El diagnóstico ya ha sido realizado y las causas de
la enfermedad identificadas por muchos. Por tanto, ha llegado el momento de
ponernos entre todos manos a la obra. En consecuencia,
el remedio pasa por la organización de todos los ciudadanos integrados en las
filas de UPyD que tienen que ser capaces de dar la
batalla a los “políticos de toda la vida o a los políticos de última hora” que
se están apoderando del proyecto –todavía no lo han conseguido del todo- y que
lo pretenden y someten para sí, no pensando en el bien común, sino en sus
propios y espurios intereses personales.
Los próximos días 20, 21 y 22 de noviembre los
ciudadanos de buena voluntad metidos a políticos, tienen que dar la batalla y,
si son conscientes de su misión y se organizan bien, la darán y lo más
importante, la pueden ganar. Para ello lo fundamental es:
1º) Que resulten elegidos como delegados el mayor
número de todos aquellos que piensan que este no es el partido que se les
prometió que se iba a construir; aquellos que hace meses están sufriendo y
percibiendo que esto no es ni de lejos lo que se dice que es y que saben que un
día sí y otro también, los de arriba dicen una cosa fuera y hacen otra distinta
puertas a dentro. Que, en consecuencia, se están traicionando -de la manera más
impúdica posible- los principios que inspiraron el Manifiesto Fundacional del
partido.
Cuantos más delegados estén presentes en el Congreso conscientes
de que los males que acosan a UPyD son reales y tan
graves como para acabar con la vida del enfermo, más posibilidades existirán de
que se apliquen lo necesarios remedios y el enfermo recupere la salud que nunca
debió perder.
2º) Se necesita que esos delegados-cirujanos estén
adecuadamente organizados entre sí y la información y la comunicación fluya
democrática y eficazmente entre ellos. En definitiva, organización y eficacia
en los métodos de trabajo a desarrollar dentro del Congreso.
3º) Aplicar los métodos de curación absolutamente
necesarios para atajar la infección y los males del enfermo de la manera más
expeditiva y resolutiva posible. Los delegados-cirujanos tienen que realizar
una labor excelente en todo lo que tiene que ver con el proceso de enmiendas a
los Estatutos Políticos y de Ideario del partido. Para eso, una vez más es
fundamental la organización y el método. Hay que comunicar, hay que informar y
hay que saber qué se está haciendo, que se quiere y cómo conseguirlo.
4º) Hay que presentar listas alternativas a todos los
órganos de dirección del partido. Y cuando se dice a todos es a todos. Sin
miedo. ¿Qué tienen que perder más allá de la propia salud del enfermo siendo
como es precisamente de lo que se trata? El objetivo no es que el enfermo con
graves infecciones no se muera, sino que recupere la salud en condiciones
óptimas. Para qué podemos querer alargar su vida en condiciones deplorables o
indignas. O conseguimos salvarle y darle una calidad de vida adecuada y buena
para lo que ha de ser su “propósito de vida” o en caso contrario, mejor dejarlo
fenecer. La alternativa de alargar su vida artificial o en condiciones
lamentables no puede ni debe tener ningún sentido. Que se lo queden otros y lo
mantengan. No van a llegar a ningún lado de esta manera.
Por tanto, tenemos el diagnóstico que nos ha llevado a
conocer e identificar bien los males del enfermo. Sabemos que no está muerto y
que podemos curarle. Contamos con el “hospital-congreso” donde realizar la
terapia de choque tendente a recobrar su salud. Estamos de acuerdo en que
deseamos sanarle y dotarle de una vida fuerte y sana para cumplir con su
propósito vital. Nos falta querer hacerlo y organizarnos para ello. Estamos a
tiempo y podemos conseguirlo. El propósito merece la pena y los riesgos son
perfectamente asumibles. No hay muchas más oportunidades. Esta es quizá de las
últimas si no la última.
Tenemos que hacerlo y vamos a hacerlo.
Como dijo Shakespeare y esto es un mensaje muy claro y
muy directo a los causantes de la infección:
“Sólo los necios y engreídos pueden creer que un
enemigo débil no puede dañarnos. Es tanto como creer que una chispa no puede
causar un incendio”.
No hay adversario pequeño. Que lo sepan.