AMENAZA PERMANENTE

 

 Editorial de   “ABC” del 20/10/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

LA operación policial dirigida por el juez Garzón contra una «célula» del terrorismo islamista, dispersa por varias provincias y cárceles españolas, debe valorarse de manera tan satisfactoria como preocupante. Satisfacción por la evitación de lo que podría haber sido un brutal atentado, con un camión-bomba, en el centro de Madrid, probablemente contra la propia Audiencia Nacional o alguno de los edificios cercanos, como la sede del Partido Popular o el Tribunal Supremo. Según los primeros resultados de la investigación judicial, los detenidos tenían previsto utilizar media tonelada de explosivos, lo que da una idea del efecto devastador que buscaban los terroristas, en vidas humanas y bienes. Este indudable éxito policial y judicial alienta la esperanza de que la lucha contra el terrorismo integrista adquiera similares proporciones de eficacia e información a las que caracterizan la acción del Estado contra ETA en los últimos años. También es justo recordar que la desarticulación de «comandos» islamistas se está produciendo desde 2000 y que el total de terroristas integristas detenidos hasta hoy llega a 126, en coherencia con la utilización de nuestro país como plataforma logística de Al Qaida para su organización en Europa, gracias a la posición geográfica y al flujo creciente de inmigración procedente de países musulmanes. España se puso en la vanguardia europea de la persecución judicial de Al Qaida antes incluso de los atentados del 11-S en Nueva York y Washington, un protagonismo que los terroristas islamistas no han ignorado y menos aún perdonado. En este sentido, poner a la Audiencia Nacional como objetivo prioritario responde a una lógica terrorista perfectamente descriptible.

Junto a la satisfacción por el éxito policial, lo cierto es que la dimensión y los objetivos del grupo criminal desarticulado son preocupantes porque revelan una determinación obsesiva del terrorismo integrista contra España. Y frente a esta amenaza es preciso movilizar todos los recursos políticos, judiciales y policiales. Sin duda, la Justicia y las Fuerzas de Seguridad del Estado seguirán haciendo su trabajo. Pero hace falta, además, un discurso político distinto al empleado hasta ahora sobre el terrorismo integrista, un discurso más realista y comprometido. En primer lugar, la operación dirigida por Garzón apunta directamente a la formación de un frente carcelario que está permitiendo al terrorismo integrista la captación de nuevos terroristas entre presos musulmanes -radicalizados por un mensaje fundamentalista y antioccidental- y su propia organización en «células» operativas. Ayer mismo se produjeron nuevas detenciones en diversas cárceles españolas, entre ellas la de Topas, donde los funcionarios han denunciado el progresivo control del centro por los presos integristas. Hasta ahora, la respuesta del Ministerio del Interior había sigo negar el problema creciente del integrismo islamista en las prisiones, a pesar de las denuncias. El problema, lejos de disiparse, se ha hecho evidente y el Ministerio debería asumirlo, como en su día se hizo con los presos etarras y la política de dispersión.

Por otro lado, con estos terroristas, vinculados, al parecer, con el Grupo Islámico Armado argelino, se frustra la teoría de Irak como causa de la amenaza a España por el terrorismo integrista -en todo caso, Afganistán tendría ahora esa cuota de causalidad- y se afianza la que responde a la realidad de su posición en la comunidad internacional: que nuestro país es una democracia occidental, con un lugar destacado -el recuerdo de Al Andalus- en la «doctrina» de Al Qaida sobre la expansión del Islam. El Gobierno sabe que cuenta de antemano con el apoyo de la sociedad española y del PP para emprender una política integral contra el terrorismo islamista, que debe planificar cuanto antes, aunque obligue al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a revisar algunos postulados de su «alianza de civilizaciones» y teorías similares sobre el terrorismo y sus causas.