MARAGALL IGNORA A BLANCO E
INSISTE ANTE ÉL EN MODIFICAR EL ARTÍCULO 2 DE LA CONSTITUCIÓN
Informe de G.
LÓPEZ ALBA en “ABC” del 27/01/05
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en
este sitio web. (L. B.-B.)
El formateado es mío (L. B.-B.)
Con un muy breve comentario al final:
¿A SANTO DE QUÉ? (L. B.-B., 27-1-05, 08:00)
MADRID.
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pasqual
Maragall, volvió a exhibir ayer su autonomía dentro de la «familia socialista»
al reiterar su deseo de que el proceso de reforma de la Constitución que
impulsa el Gobierno «modifique y cualifique el artículo 2» para, sin tocar la
referencia a la «indisoluble unidad de la Nación española», añadir: «de la que
forman parte las «comunidades nacionales» de Cataluña, Euskadi y Galicia».
Rubio Llorente puntualiza a Maragall El planteamiento de Maragall choca con el
expuesto en el Senado por el ministro de Administraciones Públicas, Jordi
Sevilla, y más recientemente -sólo 48 horas antes- por el secretario de
Organización del PSOE, José Blanco, que el lunes descartó taxativamente la
reforma de ese artículo, así como la del Título VIII de la Carta Magna.
La contradicción de criterios resultó más llamativa por cuanto la formuló en
presencia de los propios Sevilla y Blanco, aunque este último se ausentó
durante el coloquio que siguió a la conferencia pronunciada por Maragall en el
«Foro Nueva Economía».
El presidente de la Generalitat catalana apeló, en defensa de su tesis de
incorporar la expresión «comunidad nacional», a la autoridad del presidente del
Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente, a quien se atribuye la paternidad.
Rubio Llorente, que también asistía al acto, se vio impelido a matizar, y, tras
advertir de que sus pronunciamientos a título personal «no comprometen» al
Consejo de Estado, precisó -recomendando la lectura de su entrevista con ABC
del domingo pasado- que tal expresión la entiende referida a ámbitos de
identidad cultural, no territorial.
La vía catalana
Maragall fue tajante al asegurar que «en Cataluña ni existe ni va a existir un
«plan Maragall»», entre otras razones porque la reforma de su Estatuto habrá de
contar con el voto favorable de dos tercios del Parlamento catalán. Agregó que
«además del propósito de obtener el máximo consenso posible, otra preocupación
preside la reforma: la de asegurar su plena constitucionalidad».
Aunque dijo que «somos conscientes de que la reforma del Estatut
-cuya aprobación prevé para antes del verano- influirá en la modificación del
resto de los estatutos», aseguró que no hay «ningún tipo de mediación», ni
personal ni institucional, con el Gobierno vasco para reconducir el plan Ibarretxe. No obstante, apeló a las enseñanzas de Québec, «que pone límites sensatos a la pura matemática».
Una organización «federal»
Maragall defendió un modelo de «organización federal del Estado español», en
virtud del cual «Cataluña sea considerada como Estado, no como un Estado»; es
decir, como la representación del Estado español en el territorio de su
Comunidad autónoma.
Asimismo abogó por una revisión a fondo del sistema de financiación «que fije
un cuadro estable de relaciones fiscales y financieras de carácter federal».
«Queremos pagar en proporción a nuestra renta (19
por ciento) y recibir en función de nuestra población (16 por ciento). Ni más ni menos», explicó.
Maragall reiteró también que el nuevo Estatuto de Cataluña deberá incluir la
atribución de funciones de casación ante el Tribunal
Superior de Justicia; la participación de la Generalitat en la designación de
los miembros del Tribunal Constitucional y el Consejo del Poder Judicial; la
transferencia de funciones ejecutivas de la Administración del Estado y la
regulación de su presencia en organismos de la UE cuando se traten cuestiones
de su interés.
Muy breve comentario final:
¿A SANTO DE QUÉ? (L. B.-B., 27-1-05, 08:00)
¿A santo de qué Maragall rompe los acuerdos
de Santillana y sigue la doctrina de Herrero de Miñón y el nacionalismo vasco y
catalán, por la cual existen en el Estado español tres naciones o
"comunidades nacionales" con privilegios que les permiten decidir en
relación de superioridad con respecto a las "regiones"?
¿A santo de qué los españoles que no son
nacionalistas han de admitir que para que los nacionalistas periféricos se
sientan cómodos deben renunciar a principios de igualdad y democracia que
configuran la Constitución del 78?
¿A santo de qué rasgos se define
una realidad cultural diferenciada como "comunidad nacional" mientras
que otras con los mismos rasgos no lo son?
¿A santo de qué el PSC ha dejado de ser
socialista y se ha transformado en un partido nacionalista sin decidirlo así en
un Congreso constituyente?
¿A santo de qué se pretende establecer
mediante una reforma estatutaria una revisión radical de la Constitución
institucionalizando un principio de asimetría política entre unas zonas del
territorio y otras?
¿A santo de qué las instituciones comunes
como el Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder judicial se han
de parcelar en zonas desigualitarias para favorecer a algunos?
¿A santo de qué se ha de desmantelar el
Estado en Cataluña?
¿A santo de qué se transforma un sistema
fiscal general e igualitario en una aberración arbitraria y tasada de la
solidaridad entre territorios?
¿A santo de qué se ha de contentar a los
desleales en contra de los leales?
Pues en nombre de "San Mandanga", un espíritu que
recorre los hogares de una minoría pequeño burguesa, catalana y vasca, que se
siente el ombligo del mundo y reivindica definiciones de agravios y sentidos
históricos desde camarillas familiares, burocráticas y clientelares, con acceso
privilegiado y preferente a los recursos e instituciones comunes.
En nombre de "San Mandanga" se está abriendo un
agujero negro que destruye una democracia moderna y transforma la idea federal
en mejunje viscoso para justificar lo injustificable: la desigualdad entre los
pueblos de España y entre los ciudadanos de un mismo territorio.
En nombre de "San Mandanga" se transforman "ideas
interesantes" de Rubio Llorente en privilegios territoriales y
oligárquicos.
En nombre de "San Mandanga" se define como
"moderno" y "progresista" lo que no es más que puro
anacronismo reaccionario y premoderno.
En nombre de "San Mandanga" se transforma una
tradición y una cultura política progresista y de izquierdas en el reducto de
la hipocresía pequeño burguesa que aspira a más privilegios.
Si la izquierda española no sale de su
sectarismo y estancamiento unos cuantos farsantes nos conducirán al caos.