ENTREVISTA A JOSEP PIQUÉ,

 

 por María Jesús Cañizares  en  “ABC” del 30/01/05

 

«En el debate del Estatuto debe primar el interés ciudadano, no el modelo de Estado»

 

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado la entrevista que sigue para incluirla en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

 

BARCELONA. -

 

El plan Ibarretxe, ¿ha precipitado el acuerdo entre PP y PSOE sobre el modelo territorial?

-Creo que la oferta de pacto se tenía que haber producido bajo cualquier circunstancia. Lo que ocurre es que el plan Ibarretxe ha acelerado el cambio de actitud del PSOE, que detecta una inquietud creciente en el seno de la sociedad española, incluida una parte de su electorado y de su propia militancia, sobre la necesidad de que el PP participara.

-¿Lo ocurrido en la manifestación de apoyo a las víctimas del terrorismo es producto de una crispación en la política española?

-Hay una crispación en la política española atribuible a ciertas actitudes del PSOE. Su presidente entró en el Gobierno con alardes de un concepto ya casi ridículo, que es el talante. Pero en la práctica hemos visto decisiones en política exterior absolutamente bilaterales, muy perniciosas para España. También actitudes sectarias frente a sentimientos muy extendidos en la sociedad española, como los religiosos; frente a colectivos como el de los jueces. Se ha intentado establecer una distinción maniquea entre víctimas del terrorismo de segunda y de primera. Se han levantado expectativas de paz en el País Vasco sin contar con la oposición. Todas ello ha generado un ambiente muy negativo percibido como una agresión por parte de algunos sectores de la población. Nosotros nunca acusamos a nadie de fomentar un golpe de estado en otro país, por ejemplo.

-¿Puede verse reflejada esa crispación en las elecciones vascas?

-La situación en el País Vasco provoca que la confrontación se produzca entre sectores no iguales, entre aquellos cuya vida está amenazada y los que no. Hay una lucha dramática por la libertad. Allí no puede haber un diálogo político normal. No sé qué ocurrirá en las próximas elecciones. Espero que el PP mejore sus resultados.

-¿Se habla de diálogo con ETA con demasiada ligereza?

-Sin duda. Uno de los grandes logros de estos años ha sido poner todo el peso del Estado de Derecho en la lucha contra el terrorismo. Perseguir a ETA no sólo en el sentido estricto, sino contra el entramado que la rodea, transmitiendo a los terroristas que deben perder toda esperanza de recibir alguna contrapartida política a cambio del cese de la violencia. Es muy importante que en ningún momento puedan llegar a pensar que pueden acabar obteniendo algo a cambio que justifique largos años de terrorismo. Ése es el espíritu del pacto que hubo entre el Gobierno del PP y el PSOE. Romper ese espíritu sería un retroceso extraordinario. No es posible ningún diálogo con ETA ni con su entorno político.

-¿El plan Ibarretxe ha contaminado el proceso estatutario catalán?

-Espero que no. Se trata de un plan ilegítimo, ilegal y no respetuoso con los procedimientos y las reglas del juego. Es un plan que divide a la sociedad vasca y que ha recibido los votos de los violentos. El proceso catalán es completamente distinto. Nunca ha habido una voluntad de imponer un plan basándose en la mayoría parlamentaria, siempre se ha planteado la necesidad del consenso de todas las fuerzas políticas, sin exclusiones y con pleno respeto a los procedimientos que se derivan del propio Estatuto. Mientras esto siga así, me parecería incongruente que el PP no participara en un proceso de esas características. Si a medida que se avanza en los trabajos surgen elementos no aceptables para el PP, contradictorios con la Constitución o con los intereses de los catalanes y del Estado español, ya tomaremos la postura que creamos conveniente. Hasta ahora, lo que se ha discutido es importante, pero colateral. Los textos recibidos son, en algún caso, de dudosa constitucionalidad, pero discutibles.

-¿Se refiere, por ejemplo, a la bilateralidad en las relaciones entre Cataluña y el Estado?

-La bilateralidad en sí misma no es anticonstitucional. La Constitución no ordenaba la generalización del proceso autonómico, la hacía posible. La dinámica política ha hecho que se produzca esa generalización del proceso autonómico y que determinados temas sólo puedan resolverse en el ámbito multilateral. Cualquier pretensión de volver a un esquema bilateral tal como existía cuando no había Comunidades autónomas y sólo reivindicaciones autonomistas por parte de Cataluña y País Vasco, me parece extemporáneo. Nuestra crítica no va tanto dirigida a la inconstitucionalidad como a la falta de realismo que implica no reconocer la realidad del Estado autonómico.

-En materia de financiación todo parece indicar un principio de acuerdo, pero existe esa propuesta de relación bilateral de CiU y ERC.

-CiU se ha pasado muchos años negociando con el resto de Comunidades y con el Gobierno el resultado final de cada modelo de financiación. Si alguien sabe cómo se hacen estas cosas, es CiU. Por eso pienso que es una posición de cara a la galería que no responde a una convicción profunda.

-¿Cree ambigua la posición del presidente de la Generalitat sobre el concepto de nación?

-Creo que se están empezando a modular los discursos. Muchos planteamientos se hicieron cuando se daba por segura la continuidad del PP en el Gobierno. Las elecciones del 14 de marzo cambian ese escenario y ya no se puede suscitar la confrontación con fuerzas políticas afines; ése es el caso de los socialistas. El énfasis de todas las fuerzas políticas respecto a que es más importante la financiación que conceptos como nación, va por ahí. Veo diferencias de discurso entre Maragall y el PSOE. Esta última semana hemos asistido a afirmaciones muy claras respecto al artículo segundo de la Constitución, que define España como una nación formada por nacionalidades y regiones. Maragall plantea una modificación y recibe una respuesta del PSOE contraria. Este dato, que afectó en su momento al posible reconocimiento al derecho a la autodeterminación, está marcando los límites.

-¿Qué le parece el término comunidad nacional?

-Ha sido muy utilizado por Maragall, pero fue rebatido por su propio inspirador, el presidente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente, que separó completamente el contenido cultural de cualquier traslación territorial, política o institucional. No estamos ante un debate para cuestionar la naturaleza del Estado que hemos construido en estas dos últimas décadas, sino ante un debate en el que prima el interés de los ciudadanos. Es una evidencia irrebatible que en estos 25 años han pasado muchas cosas que no podían prever los constituyentes del 78 y los estatuyentes del 79. Si la aproximación a esas reformas es sincera y honesta, sin romper el pacto del 78, estaremos prestando un buen servicio.

 

 

«La pugna nacionalista entre ERC y CiU beneficia al PP catalán»

 

 

 

—En esa búsqueda del consenso entre los partidos políticos catalanes para acordar un nuevo Estatuto, ¿quién puede adoptar una postura más radical, ERC o CiU?

 

—Si ERC intenta trasladar al Estatuto su ideario político, es lógico que sea imposible llegar a un consenso. Si ERC, en aras al posibilismo político, plantea mejoras dentro del marco constitucional, entonces no tiene por qué haber obstáculo. No sé si dentro de esa pugna nacionalista que mantiene con CiU puede poner un freno. Pero sí que es verdad que ERC quiere mantener un apoyo estable al PSOE en el Gobierno español y desea mantenerse en el de la Generalitat. Cualquier planteamiento inasumible por parte de ERC complicaría esos objetivos de consenso. Por su parte, CiU está en la oposición y puede hacer planteamientos más marginales, sobre todo ante la posibilidad de que exista un Estatuto bajo el Gobierno de Pasqual Maragall.

 

—¿Esta pugna nacionalista beneficia al PP catalán y a su estrategia para hacerse con la centralidad política catalana?

 

—Nuestra estrategia persigue que el PP sea un partido de gobierno, no un simple partido de defensa o de oposición. Eso sólo se consigue desde la centralidad, incrementando nuestro espacio. Tenemos dos fronteras, CiU por un lado y PSC por otro. No nos podemos centrar sólo en un aspecto. En anteriores procesos electorales, nuestro incremento de voto vino en gran parte del espacio socialista. Hasta ahora nos ha sido difícil penetrar en el espacio electoral de CiU. La sociedad catalana irá percibiendo esa radicalización de CiU, que ha cambiado su estrategia secular de buscar posiciones responsables para convertirse en un referente de la política catalana. Esa parte del electorado que buscaba ese ejercicio pragmático del poder y confiaba en un liderazgo que nunca hizo del Estatuto un instrumento político, lógicamente debe ser recogido por el PP.

 

—Es inevitable la recurrente pregunta sobre un posible pacto entre UDC y PP.

 

—No hay en estos momentos ninguna posibilidad. Es cierto que cada vez destaca más la diferencia de discurso entre CiU y el propio Artur Mas. Pero no veo de momento la posibilidad de que la federación pueda desmoronarse. No veo nada en las actitudes de UDC que se pueda interpretar como una disposición a un acuerdo del centroderecha catalán. Nosotros no estamos trabajando con esa hipótesis. Siempre tengo la incógnita de saber con qué activos cuenta UDC, que lleva mucho tiempo sin contrastar su posición política ante el electorado.