FUNDAMENTALISMO Y TERRORISMO, ANTES Y AHORA

 

 Editorial de   “ABC” del 15/02/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 ESPAÑA es una de las fijaciones del terrorismo islamista, desde mucho antes de la guerra en Irak, y seguirá siéndolo en el futuro por los motivos irracionales que, en ocasiones, han reflejado sus cabecillas en sus extravagantes proclamas para la recuperación de Al-Andalus de manos de los infieles. Bien como base de operaciones, como retaguardia logística o como objetivo de sus atentados, España está en el manual de operaciones del terrorismo integrista. Algunas de las consecuencias de esta indeseable posición estratégica de España en el mapa de Al Qaida están culminando en su fase judicial.

Va a ser la Audiencia Nacional el primer tribunal que someta a juicio a un grupo organizado de la trama de Bin Laden por su participación en los atentados del 11-S. La Fiscalía pide más de 70.000 años de cárcel para veinticuatro procesados en la «Operación Dátil», que se desarrolló en noviembre de 2001 y puso al descubierto el apoyo prestado por algunos de los acusados a autores materiales de los atentados contra las Torres Gemelas, como Mohamed Atta. El acta de acusación incluye nombres conocidos, como los de Abu Dahdah, líder de la célula de Al Qaida en España; el periodista de Al Yazira Taysur Alony y el español José Luis Galán. Contra ellos pesan imputaciones de cooperación necesaria o complicidad en el asesinato de 2.500 personas, para algunos, así como integración en banda armada, falsedad y tenencia ilícita de armas, para otros.

La competencia de la Audiencia Nacional no se ha discutido en ningún momento, pues los delitos que se van a juzgar se han cometido en territorio español, aunque los atentados se consumaran en Estados Unidos. Precisamente, esta conexión radial de los hechos es la mejor prueba de que el terrorismo integrista requiere una respuesta coordinada a escala internacional. Al menos, España puede decir que está cumpliendo con su obligación. Además, esta acusación fiscal constituye un contrapunto a cierta visión histórica crítica con el esfuerzo del anterior Gobierno contra el terrorismo islamista y debería hacer más prudentes a los que utilizan demasiado rápidamente los reproches de imprevisión.

Sin duda, ahora nadie hará chanzas sobre la amenaza islamista, como hizo el PSOE en la oposición con el «comando Dixán», y se tomará en serio, por ejemplo, la infiltración islamista en Valencia, de la que hoy informa ABC, sobre la base de investigaciones policiales acerca de los movimientos de ex militares tunecinos por controlar a la comunidad musulmana en la zona de Levante. Se trataría de un grupo de islamistas, denominado An-Nahda, financiado por un país del Golfo Pérsico, con apoyo en el Reino Unido e integrado por antiguos instructores de Al Qaida en Sudán, durante el tiempo en que Bin Laden gozó de la protección del régimen integrista de Jartum, dirigido por Hassan el Turabi.

Los datos de las Fuerzas de Seguridad son precisos y entre los contactos de este nuevo grupo integrista se encuentran Allekema Lamari, emir del «comando» que perpetró el atentado del 11-M, y Driss al Atellah, presunto terrorista recientemente detenido en Bélgica. Su estrategia es la conocida por todos los servicios de información occidentales: infiltración en los colectivos de inmigrantes, control progresivo de mezquitas -en este caso, las más importantes de la Comunidad Valenciana-, presencia en instituciones culturales islámicas y campañas de proselitismo radical. El aviso está hecho.