OTRA VEZ LA LENGUA

 

 Editorial de   “ABC” del 14/03/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

LA Constitución dispone, en su artículo 3º, que el castellano es la lengua española oficial del Estado y que las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas. La legislación vigente y la sociedad en su conjunto reconocen con naturalidad que la pluralidad lingüística de España enriquece nuestra cultura común. Por ello, plantear a estas alturas nuevos episodios de una imaginaria «guerra de las lenguas» sólo resulta explicable por la falta de proyectos serios del Gobierno y por el deseo de perturbar la convivencia que inspira a algunos nacionalistas radicales.

La semana pasada se vivió en el Congreso un capítulo tragicómico de la eterna querella. Tiene razón Manuel Marín al mantener en pleno vigor unas reglas del juego que han funcionado bien durante años. Su afán conciliador y la cuota parlamentaria del talante gubernamental habían inducido al presidente de la Cámara a una interpretación flexible del reglamento, percibida como debilidad por los diputados de Esquerra y algunos otros. Lo más sorprendente es el apoyo expreso del grupo socialista, a través del propio Pérez Rubalcaba, a las pretensiones de un nacionalismo que no conoce límites. Peor todavía es que Rodríguez Zapatero se mostró algo más que comprensivo con la permanente «travesura» de sus socios parlamentarios, que desafían las normas cada vez que tienen la oportunidad de hacerlo. Flaco servicio prestan a la lengua catalana quienes la utilizan sin escrúpulo por razones de oportunismo político. Por lo demás, el Partido Socialista debe recordar su propuesta de un estatus de imparcialidad para la presidencia de las Cámaras, así como su reciente pacto con el Partido Popular sobre reformas reglamentarias, que incluye -al menos de forma implícita- la remisión al Senado del uso de lenguas autonómicas.

Otra noticia reciente demuestra la insensatez que se apodera por momentos de algunos sectores sociales y políticos. Circula en ambientes universitarios un proyecto de reforma de los estudios de Filología que pretende suprimir la actual Filología Hispánica, equipara la lengua española con el catalán, el vasco, el gallego y el asturiano, y determina que para cursar la especialidad de Castellano habría que elegir necesariamente otra de las que denomina «lenguas y culturas del Estado español». La firme reacción de la Real Academia y las expresivas palabras del profesor Rodríguez Adrados («locura» y «monumento a la incultura») son fiel reflejo de la única opinión razonable frente a quienes actúan en contra de la Constitución, de la práctica social y del más elemental sentido común.