UN MENSAJE PERVERSO

 

 Editorial de   “ABC” del 16/03/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

LA satisfacción del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y de su partido por el primer aniversario del cambio político producido el 14-M se convirtió en un desafortunado ejercicio de complacencia, resumido en la inconveniente frase presidencial de que «después de ocho años de derechas, hemos tenido uno de derechos». Resulta grave, aunque sea sólo desde el punto de vista de la semántica política, que alguien tan identificado con las ideas de cambio y renovación acabe centrando sus discursos en frases ocurrentes, que, para mayor descrédito, recuperan la imagen de una izquierda engreída por tópicos tan obsoletos como falsos. A estas alturas de la experiencia democrática, sólo los nostálgicos del 68 y de las revoluciones populares se creen que la solidaridad humana, la justicia social, la sensibilidad cívica y la defensa cultural son patrimonios de la izquierda, mientras que la derecha sigue siendo el refugio del capitalismo salvaje y de la deshumanización.

Sin duda, la maestría propagandística de la izquierda ha cultivado este maniqueísmo con éxito, provocando, al mismo tiempo, el acomplejamiento de una buena parte de la sociedad conservadora y liberal en la defensa de sus principios, y la fascinación progresista por los dictadores de izquierda. Así se explica que conocidos intelectuales y artistas se hayan atrevido recientemente a suscribir un documento que niega la violación de Derechos Humanos en Cuba. Esta profunda anomalía moral ha de cargarse en el debe de esa parte de la izquierda europea que suministraba, y sigue haciéndolo, coartadas a regímenes que se han sustentado en la eliminación sistemática de las libertades y de los derechos individuales. Hay otra izquierda que hace tiempo se liberó de estos lastres ideológicos al sintetizar, acertadamente, sus valores tradicionales junto con los principios de la democracia liberal. Es en esta izquierda en la que debe encuadrarse el PSOE.

Lo mejor que se puede pensar de Rodríguez Zapatero es que cuando hizo esa afirmación, en el fragor de la fiesta de su partido, sólo estaba buscando una buena frase de consumo interno, sin más. Si, por el contrario, realmente cree que es cierto lo que ha dicho, el problema es mayor. La supuesta superioridad moral de la izquierda frente a la derecha es uno de los tópicos más impugnables de los últimos tiempos, y especialmente en relación con el período histórico elegido por Rodríguez Zapatero para hacer la exposición de su peculiar reparto de virtudes ideológicas. Contraponer derechos a derecha es una perversión intelectual que ahonda en uno de los males que aún subsisten en la democracia española: la deslegitimación continua de la derecha por parte de la izquierda, que sitúa sus valores morales y principios éticos siempre un escalón por encima del resto. Pero si Zapatero se refería a los derechos sociales, tanto el crecimiento del empleo como el saneamiento de la Seguridad Social entre 1996 y 2004, por citar dos ejemplos de política social, son argumentos que desacreditan su argumento. Cualquier otra opción -Derechos Humanos, derechos democráticos- tampoco abonaría la tesis del jefe del Ejecutivo, porque entre los errores del PP no se hallarán ni la transgresión de la legalidad en la lucha contra el terrorismo ni la confusión de intereses privados y públicos en la gestión de los fondos del Estado.

Por supuesto, Rodríguez Zapatero aún puede ilustrar su afirmación con resultados concretos de su gestión que justifique tal descalificación, claramente gratuita, no tanto para los gobiernos del PP, sino para millones de españoles a los que el presidente del Gobierno se ha permitido poner en cuestión su calidad democrática.

La factoría de frases hechas del Ejecutivo socialista debería incrementar sus controles de calidad, porque el último juego de palabras de Rodríguez Zapatero esconde un mensaje grave para la convivencia. El hecho de que su discurso fuera de consumo interno para la militancia socialista no atenúa su responsabilidad, porque quien habló, además de secretario general del PSOE, era el presidente del Gobierno de España.