ETA CONTROLA EL «PROCESO»

 

  Editorial de  “ABC” del 06.06.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.

 El formateado es mío (L. B.-B.)

 

LAS pretensiones del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y de los socialistas vascos con el diálogo con Batasuna han pasado de ser sólo una «mirada a los ojos», para que acepten la legalidad que esta organización terrorista lleva rompiendo desde su existencia, a la confirmación explícita de que el PSE acepta incondicionalmente la doble vía propuesta por ETA a través de Otegi en el velódromo de Anoeta: una mesa entre Gobierno y ETA, y otra mesa, entre ETA, con la marca Batasuna, y los partidos vascos que se presten a la iniciativa. Por tanto, a la urgencia del presidente del Gobierno por atender las exigencias de procedimiento planteadas por ETA y Batasuna se ha unido el tránsito definitivo del PSE a posiciones diametralmente opuestas a las manifestadas hasta hace pocas semanas y que ha llevado la confusión incluso a víctimas, que hasta ahora apoyaban legítimamente y de buena fe el planteamiento teórico del Gobierno sobre el fin de la violencia.

En este momento, la actitud del Gobierno y del PSE consiste en tratar a Batasuna como interlocutor legítimo para un nuevo marco político en el País Vasco, como decía ayer mismo Patxi López en un entrevista a un medio de comunicación, y como hará en breve UGT -tal como informa hoy ABC-, sumándose al proceso iniciado por Rodríguez Zapatero con un acuerdo con el sindicato LAB. Y en cuanto al diálogo con ETA, Rodríguez Zapatero no ha respetado siquiera la resolución aprobada hace un año por el Congreso de los Diputados, hecha a su medida para allanar el camino del diálogo político con los terroristas.

La paz no va a ser antes que la política -enésima defraudación de los compromisos del presidente del Gobierno en esta etapa-, tal y como reconoció ayer mismo José Blanco, secretario de Organización del PSOE, al afirmar que «no se puede abordar un proceso para el final del terrorismo sin que medie un proceso de diálogo». Así no será posible la derrota de ETA, porque si el final del terrorismo debe venir del diálogo previo con los terroristas, éstos nunca accederán, sin más, a su disolución y desarme. ¿Por qué habrían de ceder ante un Estado que se repliega? La sociedad española tiene suficientes motivos para creer que hay menos esperanzas que nunca de poner término a la violencia como una victoria frente a sus enemigos. Y las democracias se consolidan, como ha demostrado la Historia, en la medida en que se imponen a quienes quieren destruirlas y retroceden cuando negocian su propia existencia.

La grave equivocación del Gobierno socialista fuerza al Partido Popular a una oposición frontal, simplemente porque no le deja otra opción. Ante la expectativa de que el Estado emprenda a corto plazo una transacción con los terroristas, es irracional pedirle a la oposición que se sume ciegamente al «proceso», pero también es injusto acusarle de obstruir la paz. El cese de la violencia no es sinónimo de paz si los terroristas alcanzan alguno de sus objetivos, si se mantienen como garantes del diálogo, si no se sienten compelidos a disolverse, desarmarse y arrepentirse. No podrá llamarse paz a un resultado en el que el Estatuto de Guernica acabe derogado a impulsos de amenazas y chantajes, cobrándose así los terroristas la ansiada pieza que buscaban cazar desde 1979. No puede haber paz sin derrota de ETA.

La resolución que hoy defenderá el PP en el Congreso de los Diputados no escenifica ninguna ruptura con el Gobierno, sino el fin del espejismo en el que Rodríguez Zapatero quería instalar a la oposición y a la sociedad española, con un decorado de condiciones previamente renunciadas y compromisos efímeros con la dignidad democrática. El Pacto Antiterrorista, la ley de Partidos Políticos y el consenso moral que pone a los violentos extramuros de la democracia quedaron rotos desde que el PSOE aceptó -en el momento que fuera- el diálogo político con ETA. Si Rodríguez Zapatero aprovecha o no el Pleno de hoy para comunicar el inicio del diálogo con los terroristas -lo probable es que lo aplace hasta la celebración del referéndum catalán-, es algo que el propio presidente del Gobierno ha hecho irrelevante, porque ya está decidido, si no en vías de ejecución. Y lo único que aparenta ser cada vez más cierto en este proceso es que ETA tiene la llave y el control de los tiempos.