ETA, LA VERDAD DE LA TREGUA EN EL ALERO

 

  Editorial de   “ABC” del 11.07.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

Si es cierto lo que publicó ayer el diario «Gara», el Gobierno socialista cerró con ETA un pacto con determinadas condiciones para el anuncio del alto el fuego más o menos al mismo tiempo que Rodríguez Zapatero, en la entrevista a ABC (19 de febrero), contestaba con un «no» a la pregunta de si su información sobre la organización terrorista procedía de «una interlocución directa con representantes o intermediarios de la banda». Igualmente, si es cierto lo que publicó ayer el diario «Gara», el presidente del Gobierno llegó a acuerdos con ETA al mismo tiempo que declaraba a ABC que «compareceré en el Parlamento y pediré su autorización para el proceso determinante y decisivo, que será largo».

Dejando todo sometido a la condición suspensiva de que lo que dice «Gara» sea cierto -que el Ejecutivo y ETA han negociado entre junio de 2005 y febrero de 2006-, el Gobierno debe asumir que los terroristas le han puesto contra la pared, presionado por compromisos que ETA está exigiendo que se cumplan mediante avisos administrados a su conveniencia a través de su medio oficial de comunicación. Los etarras están echando mano de sus actas aprovechando el marchamo de fe pública que le han otorgado los mismos que con tanta profusión han estado utilizando en estas últimas semanas las supuestas actas de la reunión mantenida en Zúrich, en 1999, por los representantes del Gobierno de Aznar con la cúpula etarra. Y si el propósito era convencer a la opinión pública -recuérdese, apelando a la función notarial de ETA- de que este Gobierno no hace cosa distinta de lo que hizo Aznar, habrá que conceder a la información de ayer del diario «Gara» la misma apariencia de verosimilitud, por lo menos, que le dieron entonces.

Y lo que hizo ayer el diario «Gara» es casi una reproducción de lo que hizo ETA con el PNV en 2000, al dar a conocer el acuerdo secreto firmado en agosto de 1998 entre los etarras y los partidos nacionalistas; acuerdo, por cierto, reiteradamente negado por los dirigentes peneuvistas. Y esta coincidencia revela algo más que una paridad de trato por parte de ETA hacia el PSOE y el PNV: revela que la naturaleza y contenidos de las conversaciones y los pactos -en grado de presunción- entre el PSOE y ETA son un trasunto del Pacto de Estella, con la diferencia de que los socialistas han sustituido a los nacionalistas en el reconocimiento de los objetivos tradicionales de ETA, fundamentalmente la naturaleza política de su violencia y el derecho a la autodeterminación.

No es la primera vez que un medio de comunicación da a conocer que el Gobierno, el PSOE y ETA están negociando desde junio de 2005, pero sí lo es que se den a conocer los supuestos contenidos de esa negociación. Las piezas podrían empezar a encajar, porque desde junio de 2005 -mes en el que ETA anuncia, por cierto, una tregua limitada a cargos electos- no se han practicado más detenciones que las ejecutadas por las autoridades francesas o a instancia de la Audiencia Nacional, sin impulso del Gobierno de Rodríguez Zapatero, como, al parecer -y según se asegura en el diario proetarra-, se acordó definitivamente en febrero pasado. Encajaría también la apatía del fiscal general a la hora de ser implacable con el aparato político de la banda, así como el traslado forzoso de Eduardo Fungairiño. Encajaría la determinación del Gobierno de hacer imposible el consenso con el PP y especialmente con Mariano Rajoy, cuya actitud en este proceso se acredita definitivamente intachable y no merecedora de respuestas inveraces por parte del jefe del Ejecutivo, que le aseguró que no tenía ningún compromiso con ETA. Encajaría la rehabilitación política de la ilegal Batasuna, condición, al parecer, también pactada hace cuatro meses. Y encajaría, sobre todo, el lenguaje empleado por Zapatero en su declaración en una sala del Congreso, anunciando el «inicio» del diálogo con ETA y comprometiendo el respeto del Gobierno a la libre voluntad de los vascos, como también, según lo aparecido en «Gara», se pactó en febrero pasado.

Pues bien, queremos saber dónde está la verdad del asunto. Tenía Zapatero el derecho a buscar el fin del terrorismo. Y este periódico se lo reconoció, como no podía ser menos. Pero el ejercicio de este derecho no puede nunca estar basado en un encadenamiento de ocultaciones, juegos tácticos con el Parlamento, preterición de las víctimas, deslealtades con la oposición y abuso de la buena fe de la sociedad española. Y como no puede haber duda alguna, el Gobierno debe dar su respuesta a lo publicado ayer por «Gara». Y por boca de su presidente, que si no dudó en anunciar la buena nueva del comienzo del proceso de la paz, ahora ha de asumir la tarea de desmentir a ETA. No cuanto antes. Ya