EL PROBLEMA CATALÁN DE ZAPATERO

 

  Editorial de  “ABC” del 08.11.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

LA firma del acuerdo de constitución del nuevo tripartito catalán ha sido muy mal encajada por el Gobierno y el PSOE, lo cual es una paradoja porque el pacto con Esquerra Republicana de Cataluña es la única opción que permite a José Montilla ser presidente de la Generalitat. Que Rodríguez Zapatero vea con desagrado que su propio candidato vaya a ser investido por el nuevo Parlamento catalán es la prueba de que el PSOE ha saturado su capacidad para aguantar más contradicciones internas y que el actual escenario es el de una grave crisis en el socialismo español. El «respeto» manifestado por Ferraz a la autonomía de Montilla es pura fachada, después de tres años en los que no se ha movido un papel en el socialismo catalán sin que Zapatero diera su visto bueno. Las cosas han cambiado. Hasta ahora, el PSOE había sabido administrar con habilidad la oposición que se manifestaba en su seno a la deriva nacionalista del PSC, el pacto con los independentistas de Carod y las excentricidades de Rodríguez Zapatero con el modelo de Estado. Las críticas de Bono, Rodríguez Ibarra o Francisco Vázquez han sido políticamente inútiles, pues no han modificado las decisiones que, una tras otra, tomaba Rodríguez Zapatero para afianzar sus alianzas con los nacionalistas, pero servían para alimentar la expectativa de que aún quedaba una izquierda nacional que competía con el PP. Ahora, la reedición del tripartito y la práctica desaparición de esa corriente «españolista» en el PSOE han puesto fin a este espejismo y Zapatero se enfrenta, en una soledad inédita en esta legislatura, ante el resultado de su exclusiva gestión, el desafío de la fractura interna del socialismo, una crisis de su autoridad política y los riesgos de un tripartito cuyo nacimiento es toda una declaración de independencia del PSC.

Lo que resta de legislatura va a ser un trance muy complicado para Rodríguez Zapatero, y precisamente por el frente de la «tensión territorial», tan recurrente en la crítica contra Aznar, a quien el PSOE llegó a calificar de «fábrica de hacer nacionalistas». Vista la situación actual, el Gobierno socialista puede presumir de haber mejorado la productividad del anterior presidente. El nacionalismo, tanto vasco como catalán, está más radicalizado que nunca y, gracias a la política de pactos del PSOE, con más cuotas de poder en Cataluña y Galicia y con todas las incertidumbres abiertas en el País Vasco. En concreto, el nuevo tripartito se constituye con nuevas condiciones respecto al de 2003, condiciones que rebajan el peso del PSC y aumentan considerablemente el de Esquerra Republicana de Cataluña. Carod-Rovira -cuyo grupo parlamentario cuestiona las cuentas de la Casa Real en los próximos presupuestos generales del Estado- se ha tomado como una venganza pausada el tiempo que ha tardado en volver al gobierno de la Generalitat y su auge junto a Montilla (y gracias a él, que lo ha hecho vicepresidente) acredita que los intereses del socialismo catalán no son los mismos que los del socialismo español.

Pero el PSOE no tiene especial legitimidad para protestar por este pacto con el ultranacionalismo catalán, porque han sido los socialistas los que dieron a ERC credenciales de interlocutor y porque la situación que propicia este nuevo acuerdo socio-independentista (la desconexión de Cataluña respecto de España) es una criatura política de Rodríguez Zapatero, impulsor decisivo de un Estatuto soberanista y de un modelo confederal que, ahora, poniéndose de manifiesto la ausencia absoluta de sentido de Estado en su concepto de España, se vuelve contra sus intereses, meramente partidistas y de poder. El problema es que este desafuero de Zapatero en Cataluña se cobra sus perjuicios con cargo a la estabilidad constitucional de España, a la solidaridad entre las regiones y a la unidad de la ciudadanía española. Ningún otro gobierno democrático ha causado tanto daño al proyecto nacional de España.