GOBIERNO-ETA, UNA REUNIÓN INFAMANTE

 

  Editorial de   “ABC” del 13.05.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

La información que hoy publica ABC revela que el Gobierno mantuvo a principios de abril una reunión con representantes de ETA en una importante ciudad europea. Aunque el interés del Gobierno era conocer la disposición de los terroristas, después de varias semanas sin información fidedigna, el encuentro abordó diversos asuntos, como el de las próximas elecciones locales y autonómicas. En este sentido, los representantes del Gobierno deslizaron la idea de que la opción de Acción Nacionalista Vasca podría ser una alternativa a la presentación de candidaturas por parte de Batasuna, las cuales estaban condenadas de antemano a la anulación. Sin embargo, el hecho de que ETA forzara al límite la situación, «contaminando» de forma descarada las listas de ANV con destacados miembros del «complejo Batasuna», habría forzado una impugnación parcial de las mismas, más allá de lo que se habría discutido, de forma expresa o tácita, en la reunión de abril. En todo caso, el Gobierno sabía que ANV era la nueva marca electoral de ETA.

Son muchas las lecciones que se deben aprender del encuentro entre ETA y el Gobierno, celebrado en el mes de abril pasado. Pero la primera, y más desalentadora, es que para Rodríguez Zapatero y el PSOE la palabra dada no tiene ningún valor cuando está en juego su supervivencia política. Uno y otro han faltado a la verdad al Parlamento, a la opinión pública, al Partido Popular y a las víctimas. El Gobierno se ha conducido en este proceso sin límites políticos ni éticos, incoherencia especialmente inaceptable en quienes tanto apelan a las mentiras de la guerra de Irak. La verdad ha sido tratada como una carga molesta y las leyes y la justicia, como obstáculos que había que sortear. Es difícil encontrar un comportamiento similar en otras democracias occidentales.

Todo encaja, por supuesto, con esta actitud del Gobierno. Encaja la humillante excarcelación de De Juana Chaos, la absolución injusta e ilegítima de Arnaldo Otegi y la ilegalización parcial de las listas de ANV. ETA lo tiene todo en su mano en este momento. Capitaliza la debilidad y el temor del Gobierno para recuperar la presencia institucional perdida en 2003 por la aplicación -entonces sí, leal y estricta- de la ley de Partidos Políticos, y para activar todos los frentes de su estrategia terrorista. Realmente, el encuentro de abril arroja luz definitiva para poner cada cosa en su sitio, empezando por el cúmulo de falsedades acumuladas por el Gobierno para tapar la realidad de sus actos. Desde hace cuarenta años, nunca ETA se había encontrado en una situación tan cómoda: negocia con muertos encima de la mesa y vuelve a «socializar el sufrimiento», le abren la puerta para regresar a los ayuntamientos, la ilegalización de Batasuna es papel mojado, está roto el pacto antiterrorista y, sobre todo, ha conseguido ser reconocida como interlocutor político, aprovechando la disposición del Gobierno, que parece jugárselo todo a la carta de los terroristas, antes que reconocer sus errores, pedir perdón a los ciudadanos por no haber dicho la verdad e intentar el reencuentro con el Partido Popular.

Ahora es preciso que alguien diga la verdad, de una vez por todas, en el Gobierno y en el PSOE. Por ejemplo, cualquiera de los que han descalificado a quienes denunciaban que Rodríguez Zapatero no había dado por roto el proceso de negociación con ETA, a pesar de los tres muertos que ha sumado el terrorismo etarra desde el 30 de diciembre. En todo caso, en algo fue sincero el presidente del Gobierno: cuando advirtió en una entrevista a un medio de comunicación que, para él, un atentado en el proceso de negociación sería un accidente asumido de antemano. El atentado de la T-4 ha reforzado a ETA, cuya dirección percibió, con la astucia del criminal, que el Gobierno no sólo sería capaz de aguantar más muertos, sino que éstos servirían para demostrar que no es Rodríguez Zapatero, sino «Txeroki» y los demás cabecillas etarras quienes controlan la situación. ¿Realmente piensa Rodríguez Zapatero que hoy ETA está más dispuesta que en 2004 a renunciar a la violencia sin obtener recompensas políticas a cambio?

Zapatero no tiene derecho alguno a seguir en estas condiciones un proceso para finalizar la violencia terrorista. Está jugando con el capital de la democracia, la dignidad del Estado y los derechos de los ciudadanos. La legitimidad de su decisión inicial está arruinada por la forma clandestina, engañosa y sin mandato democrático en que está siendo ejecutada. Las famosas «líneas rojas» eran sólo un eslogan, nunca límites externos al voluntarismo del Ejecutivo. Desde el comienzo de la legislatura, el Gobierno socialista ha faltado a la verdad sistemáticamente sobre sus contactos -o los del PSOE- con ETA. Ahora, esa verdad desvelada de forma inapelable emplaza no tanto al Gobierno, como a los ciudadanos españoles, que tienen en su mano conservar la integridad de su democracia, pero también el derecho a vivir libres, sin el chantaje de unos terroristas que se harán cada día más fuertes si sus crímenes son retribuidos con más concesiones y no con el peso de la ley.