EL OTRO MAZAZO DE EMILIO

 

 Informe de Alberto Lardiés | Lazcano (Guipúzcoa), en “ABC” del 01 de marzo de 2009

 Por su interés y relevancia he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Emilio Gutiérrez, conocido como «el vengador de la maza», comparte exilio con sus padres. Ellos ya sufrieron el acoso de ETA y se marcharon del País Vasco. La historia se repite. Su padre, Lucio, fue edil del PSE desde 1983 a 1991, y sabe bien cómo se las gastan los proetarras. Ahora, la familia se ha vuelto a unir y reside temporalmente en la Comunidad Valenciana. La misma familia que ayer, en una nota pública, afirmaba que el joven se arrepintió «de inmediato» de su reacción y subrayó que «ningún acto de violencia está justificado». Asimismo, los parientes del vecino de Lazcano se desvincularon de los movimientos de apoyo en la red que ha generado el incidente.

Emilio, un hombre trabajador, «muy buena persona», con un piso recién arreglado y con novia en Rentería, sufrió el zarpazo de ETA el pasado lunes, luego es una víctima más de los terroristas. Después, vino su conocido ataque de rabia frente al miedo de los demócratas y la insoportable prepotencia de los proetarras. Y se vio obligado a huir por el linchamiento al que le sometieron, a base de carteles y pancartas, tras su acción. Su vida ha cambiado para siempre y se antoja muy complicado que pueda retomarla como antes.

Ganas, desde luego, no le quedarán después de saber cómo ha reaccionado la administración vasca a su persecución. Un pariente de Emilio reveló la frialdad, desapego y nula comprensión que halló la familia cuando llamó a la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo del Gobierno vasco. Miguel Ángel, un primo suyo, afirma que en ese organismo ponían en cuestión que Emilio fuese una víctima «y le llamaron delincuente».

Desamparado sí y exhibido también. Antes de emprender el camino del exilio, Emilio dejó las llaves de su casa en el Ayuntamiento por si los bomberos o el dispositivo para reparar los desperfectos necesitaban entrar en su ausencia. Bomberos puede que no entrara ninguno, pero el Ayuntamiento, sin su consentimiento, abrió la casa para que entraran periodistas y tomaran imágenes. Peor es la vigilancia a la que elementos proetarras someten ahora al domicilio a la caza del regreso de Emilio.

Gobierna el PNV

Testimonios recabados por ABC atestiguan que la familia Gutiérrez no es la única de Lazcano que ha engrosado la diáspora. Varios empresarios no pudieron soportar la presión del «impuesto revolucionario» y decidieron marcharse. Ubicado en la comarca del Goyerri, el pueblo no es, como podría parecer, uno de los tradicionales feudos de Batasuna, aunque es fuerte la presencia de los proetarras. Desde hace dos décadas gobierna el PNV y en las generales de hace un año el PSE fue el más votado. Pero eso no obsta para que impere el miedo.

El alcalde de Lazcano, del PNV, permite a los proetarras intervenir en cada pleno pese a estar ilegalizados

Sobran ejemplos. Esa fuente inagotable para la lucha antiterrorista que fueron «los papeles de Susper» llevó a la detención de Anitz Eskisabel. En la documentación de ETA, esta hija de Lazcano aparecía como responsable de captar etarras y de recabar datos sobre otro edil socialista del pueblo para atentar contra él. Los cómplices de ETA funcionan a sus anchas en el pueblo y en toda la comarca. De hecho, la taberna que atacó Emilio debería estar clausurada. Pero sigue abierta.

Porque Lazcano es parte de ese «territorio comanche» vasco donde la libertad presenta un aspecto bastante cochambroso. Por hache o por be, el municipio ha formado parte del «mapamundi» del terror etarra.

Connivencia

La política municipal es un perfecto reflejo de la connivencia entre el brazo político de ETA y el nacionalismo democrático. El único concejal del PP, Javier Moreno, no se cansa de denunciar que el alcalde, Patxi Albisu, del PNV, permite a la «izquierda abertzale» tomar la palabra en todos los plenos municipales como si fuera una fuerza política más, pese a que sus listas fueron ilegalizadas por lo tribunales antes de los comicios municipales de 2007. El relato del «popular» sería esperpéntico si no fuera por la naturaleza de sus protagonistas.

Cada último jueves de mes, una veintena de proetarras se apostan en la plaza del Ayuntamiento para insultar a los concejales de PP y PSE. Después, parte de esos mismos sujetos «toman» el salón de plenos. Entre ellos están los líderes de las listas anuladas, que incluso llevan consigo sillas sacadas de la herriko taberna «tuneada» por Emilio. Las colocan junto al resto y toman asiento. Tienen a su disposición un micrófono. En cada moción debatida, el alcalde les da la palabra.

A mil kilómetros de allí, Emilio ya ha de conformarse con vivir en las clandestinidad. Increíble, casi para decir «Ven y cuéntalo», como aquel lema que Rosa Díez se inventó cuando compartía gobierno con los nacionalistas