IDILIO ROTO CON ZAPATERO

 Editorial de  “ABC” del 15 de marzo de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Después de un tiempo de espera para comprobar la capacidad de respuesta del Gobierno de Rodríguez Zapatero a la crisis económica, empieza a ser notorio el cambio de tendencia en la percepción social sobre el jefe del Ejecutivo y el balance de su política. La crítica al Gobierno socialista ha pasado de ser el mensaje de la oposición a la opinión general de la sociedad española. El idilio que mantenía Rodríguez Zapatero con una mayoría de ciudadanos -basado más en la apariencia que en el contenido de su política- se ha roto y está dando paso a una sensación de fraude. Mientras la caja hecha durante los gobiernos de Aznar dio para pagar las alegrías «sociales» del Gobierno socialista, Zapatero pudo sostener una imagen amable.

Ahora, la crisis ha revelado la faceta de un dirigente bloqueado y sin alternativas, al que empiezan a brotarle los descontentos sociales. Las protestas, por sectoriales que sean, suman un cuadro de incipiente movilización. Primero fueron los jueces; ayer, los policías, concentrados en una manifestación multitudinaria y exigiendo mejoras salariales. También los trabajadores autónomos están saliendo a la calle y, con ellos, la inquietud de una de las principales fuentes de riqueza del país. Incluso, los sindicatos parecen estar desperezándose de su letargo porque son conscientes de que el sospechoso silencio que vienen manteniendo terminará volviéndose en su contra. No en vano, UGT y CC.OO. reunieron ayer mismo a 12.000 personas en Barcelona en defensa del empleo.

El problema político del PSOE es que ya no tiene burladeros para escapar de su responsabilidad. El fantasma de la derecha ya no funciona, las culpas a Aznar han caducado, Bush no gobierna en Washington y los nacionalistas ya no tienen reparo en hacer que los socialistas pierdan votaciones en el Congreso. No es extraño que Javier Arenas se refiera en la entrevista que hoy publica ABC a que la moción de censura está en la calle. En efecto, no se trataría de la censura prevista en la Constitución para forzar un cambio de Gobierno -al menos, por ahora- pero sí de una descalificación que se palpa en la calle. El Gobierno, y el grupo parlamentario que lo sustentan, se ha quedado solo, lleno de dudas y su actividad legislativa está prácticamente paralizada. El Ejecutivo de Zapatero, se afane o no en sacudirse de encima los rumores de una inminente crisis del Gobierno, transmite una lastimosa imagen de fin de ciclo. Y ni siquiera una profunda crisis en el Ejecutivo parecería suficiente para frenar el declive del equipo de Rodríguez Zapatero, porque el nivel actual de su desgaste no permitiría muchos votos de confianza al nuevo Gobierno. El problema es mucho más grave y profundo: afecta al crédito del PSOE, en general, y de Rodríguez Zapatero, en particular, para imprimir una mínima ilusión a sus iniciativas. Hace poco más de un año, el jefe del Ejecutivo anunció que ésta sería la legislatura del pleno empleo, y con este mensaje fraudulento ganó las elecciones. Pudo equivocarse de buena fe, pero desde entonces el Gobierno ha perseverado reiteradamente en negar las evidencias. Sólo hace unas semanas, descartaba llegar a los cuatro millones de parados y hoy esta cifra sería suscrita por el PSOE a ciegas.