EL SUDOKU IMPOSIBLE DE ZAPATERO

Informe de   María Jesús Cañizares | Barcelona  en “ABC” del 2-5-10

Por su interés y relevancia he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

El presidente del Gobierno prefería un adelanto electoral en cataluña y así se lo dijo a Montilla en su última reunión celebrada en Barcelona. El líder del PSC ha optado, sin embargo, por jugárselo todo en otoño con un discurso más radical nacionalista

 

La contribución de los socialistas catalanes a la victoria del presidente José Luis Rodríguez Zapatero se ha convertido en una losa difícil de soportar. Tanto que del agradecimiento traducido en la incorporación de dos ministros catalanes al equipo de gobierno del PSOE y la concesión de un más que lucrativo sistema de financiación para Cataluña, se ha pasado al correctivo. La presión estatutaria de José Montilla puede dar la puntilla final a la moribunda política territorial del máximo dirigente socialista, que en más de una ocasión ha dado avisos de que no le importaría dejar perder el bastión catalán si con ello se pone fin a la embestida nacionalista que el presidente catalán y sus socios independentistas, ERC, han practicado desde que tomaron el poder hace casi cuatro años. En esta ocasión, el ariete utilizado no ha sido tanto el propio Estatuto, que también, sino una de las instituciones del Estado, el Tribunal Constitucional, al que acaban de privar de legitimidad para dictar sentencia sobre el texto catalán en una resolución, apoyada por CiU y aprobada por el Parlamento autonómico. Que desde Cataluña se intenten imponer las normas de juego del TC es algo que, ya lo ha dicho Zapatero, no se va a tolerar. Como tampoco que la causa catalana erosione todavía más la gestión del PSOE.

Petición sin éxito

Es más, en la última reunión que mantuvieron Zapatero y Montilla en Barcelona, el líder del PSOE planteó la conveniencia de adelantar las elecciones autonómicas, previstas para noviembre. Para Zapatero, un adelanto a junio hubiese allanado el terreno de la negociación en los Presupuestos Generales del Estado y evitado contaminaciones electorales. Si las catalanas se celebran el 28 de noviembre, como pretende Montilla, la formación de gobierno se llevaría a cabo a principios de 2011, esto es, a pocas semanas de las elecciones municipales, por lo que una posible derrota del tripartito empañaría la campaña socialista.

El máximo dirigente del PSC quiere agotar la legislatura, a pesar de que ERC también podría pretender un avance con su decisión de votar, pero no firmar, el documento parlamentario. Los republicanos quieren convocar en julio para aprovechar la resaca de las consultas independentistas -hay prevista una cuarta tanda en junio-, así como la previsible abstención que provocaría una cita electoral en mes vacacional. El desmarque de ERC, en el que hay también un afán de protagonismo -al líder republicano Joan Puigcercós no le agradó la negociación bilateral entre Montilla y el presidente de CiU, Artur Mas-, ha evidenciado la falta de liderazgo del mandatario autonómico, que tampoco ha sabido controlar la savia nacionalista que crece entre sus propias filas, representada por los consejeros Antoni Castells y Ernest Maragall, muy críticos con la falta de perfil propio del PSC en el Congreso y con los resultados del pacto tripartito, respectivamente.

Como se ve, los intereses electorales y programáticos de Zapatero y Montilla son cada vez más diferentes. Las alegrías periféricas que supuso ganar en Cataluña y en el País Vasco, lo que en principio compensaba la derrota en Galicia, se ha traducido en un «sudoku» territorial, en el que el lendakari Patxi López aplaude el frente catalán contra el TC, mientras que Montilla se dedica a obviar el pacto entre PSE y PP y prefiere cerrarse puertas con los populares con discursos durísimos, algo que ya no se atreve a hacer ni CiU. El encuentro que mantendrán el próximo jueves Montilla y Mariano Rajoy podría cambiar esa tendencia. Con las encuestas en contra, al líder del PSC sólo le queda la posibilidad de la sociovergencia, aunque Artur Mas ya ha puesto precio a esa fórmula: la cabeza de Montilla y José Zaragoza. La crisis del TC se ha saldado con el enésimo enfrentamiento entre PSC y PSOE de esta agónica legislatura, pero en esta ocasión, Zapatero librará la batalla en su propio terreno, es decir, en el Senado primero y, posteriormente, en el Congreso, donde ese frente catalán pedirá la renovación del Tribunal Constitucional.

El pulso catalán obligará a Zapatero a pronunciarse, no sólo respecto a la urgencia de reformar dicha institución, sino también respecto a qué tipo de modelo de Estado quiere, lo que le coloca en un callejón sin salida, pues su federalismo teórico no encaja ni con la vía autonomista ni con la nacionalista/confederal que plantea «de facto» José Montilla, quien parece cruzar los dedos para que Zapatero no se prodigue demasiado por Cataluña, a diferencia de Mariano Rajoy.

Casi todos los partidos catalanes analizan en sus encuestas internas el efecto electoral de la presencia del presidente español. Los resultados son previsibles.