LAS URNAS COMO SOLUCIÓN
Editorial
de “ABC” del 16 de
mayo de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web
Los políticos
suelen esquivar el valor de las encuestas relativizando sus resultados por
diversos factores coyunturales y siempre confiando en que el paso del tiempo
enderezará por sí solo los datos adversos. Sin embargo, hay cambios de ciclo
político que no necesitan encuestas ni sondeos para acreditarse, porque se
revelan con síntomas mucho más precisos y concluyentes que un estudio
demoscópico. En estos casos no funciona el empecinamiento contra la realidad.
Al contrario, afila aún más los perfiles del fin de ciclo. Zapatero está
viviendo esta situación con todo su dramatismo, porque la realidad que quería
negar primero y disfrazar después se le ha impuesto implacablemente, sin
atenuación de ninguna clase. El hecho mismo de que su Gobierno no haya sido capaz
de llevar al pasado Consejo de Ministros las medidas anunciadas dos días antes
revela, por un lado, la temeraria improvisación con la que se gestó el giro
absoluto en política económica, y por otro, la ausencia de equipos técnicos
bien dirigidos para hacer los esfuerzos suplementarios que requiere la
situación actual. Los mercados no han visto motivos para esperanzarse con el
ajuste antisocial de Zapatero. Los ciudadanos han sido sorprendidos en su buena
fe por el mismo Gobierno que sistemáticamente rechazaba recortar pensiones,
ayudas y salarios. España está bajo la tutoría de Bruselas y el control a
distancia de Washington, y nuestro crédito político ante socios y aliados es
nulo.
Todo
esto es un valor entendido en el balance negro del Gobierno socialista, pero no
basta con reiterarlo. Debe tener consecuencias políticas inmediatas. El
proyecto de Zapatero para España ha fracasado. Ha hecho y está haciendo mucho
daño, pero ha fracasado. En el PSOE lo saben y, por eso, no sería extraño que
empezase a engrasar los mecanismos tradicionales que este partido utiliza
cuando hay que sacrificar al líder para salvar al resto. En este momento,
Zapatero figura al frente de un Gobierno en el que no ejerce de presidente. No
tiene margen para hacerlo. Es él a quien corresponde, en absoluto a Rajoy,
tomar la decisión de oír a los únicos que aún no han hablado en esta crisis.
Hasta ahora han intervenido los sindicatos, la patronal y los partidos; gurús
de la economía y premios Nobel; burócratas de Bruselas y líderes de ambas
orillas del Atlántico; hasta Chávez ha aportado su necedad. Todos han sido
oídos, menos los únicos que, teniendo la última palabra para legitimar los
gobiernos de España, están siendo los convidados de piedra. El llamamiento de
los españoles a las urnas es la única decisión digna que el presidente puede
tomar