ENTREVISTA A  ANGEL ACEBES,

 

“LA ÚNICA ALTERNATIVA FRENTE AL DESGOBIERNO DE ZAPATERO ES RAJOY»

 

  Por Ángel Collado,  en “ABC” del 12.11.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado la entrevista que sigue para incluirla en este sitio web.

 

Ángel Acebes (Ávila, 1958), ministro de Administraciones Públicas, Justicia e Interior con José María Aznar, hoy secretario general del PP con Mariano Rajoy, divide sus afanes políticos entre la denuncia de las cesiones del Gobierno ante ETA —encabezar la lucha antiterrorista imprime carácter— y la defensa de la unidad del partido, primera obligación de su cargo.

Pasado el trago de las elecciones catalanas y digerida la decisión de pactar con el PSOE un nuevo estatuto andaluz, Acebes mira los últimos movimientos de Zapatero en Cataluña —«ha sido el gran derrotado»— y en las negociaciones con ETA —a más cesiones, más exigencias— para concluir que el presidente del Gobierno está ya quemado ante la opinión pública y ha llegado la hora del PP: «Ante la división y el desgobierno actuales, la única alternativa es el Partido Popular».

 

—Celebran en su partido como un éxito haber perdido sólo un escaño en Cataluña y también pactar el nuevo estatuto andaluz con el PSOE. ¿Han salido reforzadas las apuestas de Piqué y Arenas?

 

—Cada uno ha hecho su trabajo, y además lo han hecho muy bien. Javier Arenas ha realizado una gran labor ante un reto que era muy difícil. Recordemos que en el texto que llegó de Andalucía al Congreso se habían incorporado casi cien artículos copiados del Estatuto catalán y no ha quedado ni uno. También tiene un gran mérito la labor de Piqué en Cataluña por las circunstancias tan difíciles para los militantes que viven allí, violencia física incluida. Que te apedreen un día y volver al día siguiente a defender las ideas de tu partido es algo que hacen nuestros afiliados en Cataluña. Nuestro agradecimiento ante ese heroísmo tiene que ser infinito. Cuando sufrimos la agresión en Martorell, nosotros nos volvimos a casa, pero el concejal del PP en aquella localidad volvió al día siguiente, abrió la sede y después se fue al ayuntamiento a defender las ideas del partido. Ese concejal —Francisco Arpal—es quien hace grande nuestro proyecto político, y por él y los militantes como él en Cataluña y en el resto de España ha fracasado el intento del actual Gobierno de acabar con el Partido Popular.

 

—¿Ha caído el PP, como sostienen algunos dirigentes de su partido en privado, en el enredo de las reformas estatutarias de Zapatero al aceptar esa referencia, aunque sea retórica, a la «realidad nacional» de Andalucía en el nuevo estatuto?

 

—No puedo aceptar esa premisa. Los órganos de dirección del PP, por unanimidad, han dado el apoyo al Estatuto andaluz. Si hay posiciones distintas en el partido, no será en el comité ejecutivo ni en el grupo parlamentario.

 

—¿En qué situación queda Zaplana después de apartarse de los trámites del Estatuto andaluz, aunque luego votara a favor?

 

—Zaplana es muy importante en el PP y ha realizado un gran trabajo como portavoz del Grupo Popular, dando la cara todos los días y en todos los temas. Los socialistas llevan buscando la división en el PP por cualquier detalle mínimo y quiero decir que Zaplana, que lleva trabajando toda su vida por el Partido Popular, por la solidez y la unidad de nuestro proyecto político, lo va a seguir haciendo desde puestos de la máxima responsabilidad porque tiene acreditados muchos méritos para hacerlo.

 

—¿Es que prevé cambios en la dirección del PP antes de las elecciones?

 

—No. Rajoy lo ha repetido en muchas ocasiones. Él decidió cuál era su equipo para esta etapa y lo mantiene. Además, Rajoy tiene el gran mérito de haber mantenido unido el partido frente a un Gobierno, el de Zapatero, que tenía como gran objetivo, insisto, dividir a la oposición.

 

—¿Aceptarán ese tipo de referencias nacionalistas en otros textos como el gallego?

 

—Lo trasladable del caso andaluz a otras reformas estatutarias es que apoyaremos sólo las que sean plenamente constitucionales. Nosotros no considerábamos necesarias las reformas de los estatutos, pero la iniciativa de Gobierno la tuvo —por voluntad de los ciudadanos— el PSOE y los socialistas han puesto sobre la mesa ese tipo de planteamientos. Votamos a favor de las constitucionales como la andaluza, que habla de la unidad de España y en contra de las anticonstitucionales, como la que dice que Cataluña es nación. Combatimos y combatiremos las reformas que van contra la unidad de España, como el nuevo estatuto catalán, y haremos lo propio con los proyectos que puedan salir de esa «mesa de partidos» extraparlamentaria que el Gobierno pacta con ETA para tratar del futuro común de los españoles o de la anexión de Navarra al País Vasco.

 

—Pasado el primer momento de satisfacción por haber aguantado el tipo en Cataluña, ¿no consideran que los resultados demuestran que había o hay terreno abonado para el crecimiento del PP?

 

—El resumen de las elecciones catalanas es que quien perdió de verdad fue Zapatero, que se había implicado de forma personal en la campaña, y antes de la campaña al retirar a Maragall y colocar a Montilla como candidato. Los socialistas son los que más pierden, en votos y en escaños. El PP ha obtenido un buen resultado. Nunca un partido ha hecho una campaña electoral en condiciones tan adversas en los últimos años. En ninguna democracia de nuestro entorno es tolerable el trato recibido por el PP en Cataluña, en la campaña, en la precampaña y en los años anteriores. Pese a todo hemos mantenido la fidelidad de nuestros votantes. Allí firmaron un pacto escrito, el del Tinell, para excluir y eliminar al Partido Popular en Cataluña, e hicieron todo lo posible para cumplir ese acuerdo. Después llegó Zapatero al Gobierno y siguió el mismo plan del Tinell: eliminar al PP para que no sea alternativa política y no pueda ganar las elecciones. Siguió la catarata de acciones contra nosotros. Rompió el pacto constitucional, el acuerdo por las libertades y contra el terrorismo, el pacto sobre la inmigración, el pacto sobre el agua... Luego, se esforzó en buscar la ruptura en el Partido Popular y no lo ha conseguido. Es muy meritorio lo logrado en Cataluña, donde todo empezó con agresiones políticas, siguió con las verbales y ha terminado con la violencia en la campaña.

 

—Pero ¿tienen ahora esperanzas de crecer en Cataluña, requisito imprescindible para sus aspiraciones de ganar en unas generales?

 

—Estoy convencido de que obtendremos un buen resultado en las municipales en Barcelona y muy bueno en las generales. Haber repetido el tripartito después de tres años de escándalos y gestión ineficaz —lo que se ha traducido también en una una participación bajísima en los comicios— para dar más poder a los independentistas y menos al PSC genera una preocupación en la sociedad civil, por culpa de los socialistas, que hará plantearse un cambio a muchos ciudadanos en Cataluña. Y el único cambio posible, como en el resto de España, es el del PP.

 

—¿Estarán ahora menos solos, una vez que CiU se ha visto desplazada de la Generalitat pese a ser el partido más votado?

 

—Nunca nos hemos sentido solos en la oposición. En estos dos años y medio hemos estado acompañados por diez millones de ciudadanos. Somos cada vez más fuertes, mientras que el que cada vez está más débil y acompañado de los más radicales es Zapatero, que no puede seguir engañando todo el tiempo a todo el mundo. La figura del presidente del Gobierno se derrumba por momentos porque no es de fiar, como no lo son tampoco sus políticas ni sus compromisos.

 

—¿La nueva posición de CiU, apartada e incluso traicionada por Zapatero, les abre posibilidades de entendimiento para el futuro?

 

—Nuestras opciones para poder gobernar vienen del conjunto de los ciudadanos, que cada vez perciben con más claridad que Zapatero es el problema, y Rajoy la única alternativa de gobierno. Los españoles se dan cuenta de que esta etapa del PSOE se debe cerrar cuanto antes para abrir otra de políticas serias, eficaces y sensatas como las que defiende el Partido Popular. La única alternativa de cambio a la división entre los españoles y el desgobierno actuales es la de Mariano Rajoy, y el cambio se hará efectivo en las próximas elecciones.

 

—¿Ha llegado el momento de abrir el debate sobre la reforma en la ley electoral para evitar que coaliciones de perdedores se impongan a los partidos más votados, como pasa ahora?

 

—Hasta la llegada de Zapatero, los partidos, incluido el PSOE, sostenían que las reglas de juego sólo se pueden cambiar con grandes acuerdos entre los partidos que alumbraron la Constitución. No parece que sea la mejor oportunidad para plantear modificaciones en la normativa electoral. Vamos a ganar con la vigente ley electoral y vamos a gobernar. Estamos ante un fin de ciclo, nadie se puede imaginar tener este Gobierno hasta 2012.

 

—¿Por qué descarta una coalición tipo tripartito, una alianza de socialistas y nacionalistas frente a una posible victoria del PP?

 

—En España, como se ha demostrado hasta ahora, el que gana gobierna. Si tenemos más votos y escaños que el PSOE, gobernaremos, y a la España de «todos contra todos» de Zapatero sucederá la España de «todos juntos» de Rajoy.

 

—Pero, como ustedes mismos repiten, este PSOE de Zapatero no es el de la transición, y ese acuerdo de que quien gana gobierna también es de la extinta etapa de los grandes consensos.

 

—Es verdad que sólo la derrota, el fin político de Zapatero, permitirá recuperar los grandes consensos, pero, de todas formas, ¿cómo podría entenderse un Ejecutivo en minoría relativa en el Congreso y absoluta en el Senado? Sería ingobernable. El PSOE actual es capaz de todo, pero hay cosas que la aritmética y el principio de la gobernabilidad hacen imposibles.

 

—¿Les preocupa que se extienda el fenómeno de la plataforma de «Ciudadanos de Cataluña» a otras zonas de España, como Madrid?

 

—«Ciudadanos» es un partido que nace de la izquierda y a quien puede quitar votos es al PSOE, como se ha demostrado en Cataluña. Tienen postulados de izquierdas y desde esas posiciones es difícil que nos quiten votos.

 

—Pero tienen apoyos de la derecha...

 

—El Partido Popular es la única alternativa al Partido Socialista, y todos aquellos ciudadanos que quieran poner fin a la etapa de Zapatero van a votar al PP. No hay alternativa con el proyecto, los equipos, la implantación y la fortaleza necesarias para plantar cara al PSOE distinta del PP. Lo saben los españoles y no tenemos preocupación alguna.

 

—Militantes de grupos constitucionalistas o de víctimas son tentados por esas plataformas.

 

—Quien comparte nuestros principios están invitados permanentemente a defenderlos desde el Partido Popular. Insisto en que pueden salir los partidos que quieran, pero en defensa de nuestros principios no nos gana nadie. En defensa de una España constitucional, cohesionada y solidaria; en defensa del bilingüismo, de la libertad o de los derechos individuales de los ciudadanos, no nos va a ganar nadie. Somos un partido con esas señas de identidad, fuerte, cohesionado, implantado en toda España, con 700.000 militantes, que gobierna ayuntamientos, comunidades, diputaciones; que tiene experiencia en el Gobierno de la Nación. Con ese bagaje, ¿cómo nos va a preocupar «Ciudadanos»? Y mucho menos si defienden el modelo de sociedad de la izquierda.

 

—Al mismo tiempo que Otegi dice que está dispuesto a pedir el fin del terrorismo callejero si la Justicia deja de actuar se registra un episodio más grave aún del mismo fenómeno, con el ataque a policías municipales. ¿Es una prueba de que al Gobierno se le ha ido de las manos el llamado «proceso»?

 

—Lo que tiene que hacer el Gobierno es volver a la política antiterrorista y dejar la de la cesión permanente ante ETA. Lo ocurrido el viernes en Bilbao es ya un acto terrorista con riesgo directo para la vida de un agente de la Policía municipal. La banda sigue en sus trece, en sus objetivos de siempre, y aumenta la presión en la calle. Los terroristas no están en ningún «proceso de paz», sino en pleno rearme, y más crecidos cada día. El Gobierno tiene que instar al fiscal general para que proceda contra Otegi por sus palabras sobre la «kale borroka» y combatir ese fenómeno con todo el peso de la ley. Se puede acabar con el terrorismo callejero, como ya demostró el PP cuando estaba en el pode, que cuando Zapatero llegó a La Moncloa ya no existía.

 

—Zapatero reprocha a los jueces que entorpezcan sus negociaciones con ETA mientras la banda y su brazo político exigen la impunidad y que cese la acción de la Justicia...

 

—El presidente del Gobierno presenta a la Justicia como un obstáculo para su «proceso», pero cada vez más españoles se dan cuenta de que el obstáculo para España es Zapatero y la negociación política con ETA. Para derrotar a los terroristas no hay ni que retorcer la mano a los jueces ni utilizar el GAL, sino cumplir la ley. Además, teníamos un instrumento tan importante como el Pacto por las Libertades y contra el terrorismo. Esa es la parte en que Zapatero se ha equivocado, porque por encima de la ley y del Estado de Derecho no hay nada. El presidente del Gobierno no puede saltarse la ley ni el Estado de Derecho para conseguir fin alguno; al contrario, es el principal obligado a cumplirlo. De ahí el disgusto y la crítica que recibe desde todos los ámbitos, en especial desde el judicial.

 

—¿A qué atribuye esa permanente huida hacia adelante del jefe del Ejecutivo?

 

— Zapatero es rehén del chantaje de los terroristas, bien por las actas que tienen en Suiza o por las que tienen en el País Vasco, de las reuniones con ETA o con Batasuna. Es inexplicable que una vez demostrado que era falsa la voluntad de la banda de disolverse y entregar las armas, que están en todo lo contrario, en un proceso de rearme y cerrados en sus objetivos de siempre —independencia y anexión de Navarra—, el Gobierno siga instalado en la cesión permanente. Cuando Zapatero llegó al poder ETA estaba contra las cuerdas, y ahora vemos que quien está contra las cuerdas es el presidente del Gobierno.

 

—El jefe del Ejecutivo insiste en que él no ha dado paso alguno, que no ha cedido nada.

 

—No es verdad. Ha llevado al Parlamento europeo, como ETA quería, la «internacionalización del conflicto», se han sentado a la mesa con ETA/Batasuna pese a ser ilegales, se han reunido en secreto —con actas incluidas— en Suiza y España, han roto el pacto por las libertades, han «legalizado» el Partido Comunista de las Tierras Vascas y ahora coaccionan a los jueces para que dejen de cumplir y hacer cumplir la ley. Y dentro de esas negociaciones con ETA, el PNV y el PSE está ya el compromiso de incluir en la llamada «mesa de partidos», como asuntos para tratar, la autodeterminación y la anexión de Navarra al País Vasco. Son cesiones evidentes que todo el mundo ve, pero Rodríguez Zapatero es un experto en negar la realidad y la evidencia.

 

—Desde el Gobierno les recuerdan que ustedes sí que acercaron presos terroristas en la anterior «tregua» de la banda...

 

—Hay que recordar, y es lo más importante, que entonces no hubo negociación alguna con ETA. El anterior Gobierno no pactó nada con la banda, sino que colocó a los terroristas en el peor momento de su historia y sin cesiones de ningún tipo. Por el contrario, aplicó la ley para derrotarlos. Y estuvimos a punto de conseguirlo.

 

—Pero ¿fue un error aquel acercamiento de presos, como sostiene ahora la presidenta del PP, María San Gil?

 

—Insisto en que esa decisión no obedeció a concesiones o pago político alguno. Contó con motivaciones judiciales a favor y se hizo por razones «humanitarias». Los errores están en las cesiones ante el chantaje.

 

—¿Qué puede hacer el Gobierno ante la amenaza de huelga de hambre de De Juana Chaos?

 

—Aplicar la ley y las instrucciones que le den los jueces. Lo que no debe hacer es que, ante el anuncio de lo que puede ser una nueva dieta estricta —no sabemos si esta vez también con jamón de York, pan de molde y miel—, le cambien a un terrorista una petición de 96 años de cárcel por una de 4 a 12 años. Vista esa cesión, el terrorista repite la «huelga de hambre». Ya le han enseñado el camino, y así vendrán ahora uno detrás de otro.

 

—¿Sigue el Gobierno sin informarles de nada? Desde La Moncloa insinúan que sí tienen al corriente al jefe de la oposición de la marcha del «proceso».

 

—No nos cuentan nada en absoluta. Resulta sorprendente, pero es que se reúnen más con Batasuna que con el Partido Popular. Los dos españoles más influyentes para el Gobierno y para Zapatero son Carod-Rovira y Josu «Ternera». He leído que el jefe del Ejecutivo tiene un procedimiento que le permite en una hora establecer contacto con «Ternera». Pues esa vía no la tiene Rajoy con Zapatero, quien, por cierto, se comprometió a informarle habitual y personalmente, lo que dijo a efectos de propaganda una vez más.

 

—¿Si el «proceso» se viniera abajo, que haría el PP?

 

—Lo primero es reclamar el derecho que tenemos los grupos parlamentarios y el conjunto de los españoles a saber qué compromisos ha adquirido el Gobierno de España con ETA y Batasuna. Tenemos derecho a conocer a qué acuerdos ha llegado en nombre de los ciudadanos y la democracia. Además, Zapatero será rehén de ETA mientras no se conozcan esos compromisos plasmados en actas. Y se van a conocer. Porque la banda siempre actúa igual: los mantendrá ocultos mientras le interese para seguir coaccionando al Gobierno y los dará a conocer cuando le convenga, como un instrumento más al servicio de sus objetivos

 

—¿Tienen ustedes sus propios canales de información en España o fuera de nuestras fronteras sobre las negociaciones Gobierno-ETA?

 

—No tenemos canales paralelos ni diferentes a los oficiales.

 

—¿A qué atribuye que el Gobierno lleve dos semanas investigando si ETA robó las pistolas en Francia, algo que el ministro del Interior francés ya confirmó el mismo día de los hechos?

 

—A que el Gobierno se mueve entre el engaño y la ocultación, como cuando decía que «primero la paz, luego la política», o en las negociaciones secretas con ETA