EL PRESIDENTE PASA A LA OFENSIVA
POLÍTICA
Artículo de Luis R. Aizpeolea
en “El País” del 21 de octubre de 2010
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para
incluirlo en este sitio web.
José Luis Rodríguez Zapatero replicó ayer a los que le
dan por enterrado que está muy vivo, y demostró, una vez más en su carrera
política, que sabe crecerse ante las situaciones más difíciles. Todo empezó el
domingo. Quienes pensaron que el mitin que celebró en Ponferrada (León) era de
trámite se encontraron con la sorpresa de que allí empezó su ofensiva frente a la
caída de su credibilidad en picado, reflejada en los sondeos.
Con los Presupuestos de 2011 en la mano y la
estabilidad política asegurada hasta el final de la legislatura por el acuerdo
logrado el viernes con el PNV y CC, anunció que tenía año y medio para que el
PSOE le diera la vuelta a las encuestas y volviera a ganar a Rajoy. Y que era
posible. El convencimiento con que lo dijo resultó creíble para buena parte de
los asistentes.
Zapatero mantuvo hasta esa misma tarde la duda entre
hacer el cambio de Gobierno en enero, tras las elecciones catalanas, o
aprovechar el relevo de Celestino Corbacho en Trabajo, anunciado para el
miércoles.
Tenía asumido desde antes del verano que debía hacer
ese relevo. Sabía que tenía que hacer coherente el giro estratégico en su
política de salida a la crisis, tras el recorte social de mayo, con un nuevo
equipo acorde con la nueva orientación. Se lo pedían en el partido y recibía
señales de parte del electorado socialista. Le reclamaban un Gabinete más
político, más potente y con mayor capacidad de comunicación, susceptible de
explicar la acción de Gobierno y, sobre todo, el cambio de estrategia, motivado
por las presiones de los mercados financieros, para afrontar mejor la salida de
la crisis.
Le faltaba el cuándo. Su tentación inicial era dejarlo
para después de las elecciones catalanas. Como los pronósticos eran malos,
consideraba que el cambio de Gobierno podía ser el instrumento que sirviera de
revulsivo ante unos resultados adversos.
Pero esa tarde, a la vuelta de Ponferrada, despejó la
duda y decidió hacer la crisis el miércoles, una vez que se formalizara la
aprobación de los Presupuestos en el Congreso, el día que había prometido al
ministro de Trabajo su relevo.
Zapatero hizo un cálculo. Tenía la estabilidad política
asegurada hasta el final de la legislatura. Escudriñó los datos económicos. Le
aseguraron que desde enero se iniciaba la recuperación económica. Pensó
entonces que no tenía sentido esperar a que el Gobierno de pesos pesados, cuya
misión principal era impulsar la recuperación económica y explicar la nueva
orientación política, aplazara su formación a enero.
Es más. Creyó que el impulso con el nuevo Gobierno
podría contribuir a mejorar el mal resultado que arrojan las encuestas sobre
las elecciones catalanas de noviembre.
La conversación que tuvo la tarde del domingo con la
vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, de la que tenía que
prescindir en la nueva etapa, le dio facilidades para proceder a su relevo. A
partir de ahí se desató el cambio. Entre domingo y lunes conversó con sus
personas de confianza: Alfredo Pérez Rubalcaba, José Blanco y Leire Pajín. Todos respaldaron su decisión y aportaron sus
criterios para el relevo gubernamental más importante de la era de Zapatero.
Zapatero tiene ahora clara su hoja de ruta, con un
horizonte de año y medio. En Ponferrada aclaró que va a ejercer como presidente
y no como candidato, lo que conlleva que igual tiene que tomar más medidas
impopulares. A partir de ahí se puede interpretar que, si como consecuencia de
ello se quema del todo, no será candidato. Pero si la opinión pública percibe
que ese sacrificio sirve para la recuperación económica, no es descartable que
el candidato vuelva a ser Zapatero.
La presencia de Rubalcaba como súper número dos es el
mecanismo de seguridad que ha preparado Zapatero ante una posible decisión de
no presentarse. Lo que tampoco prejuzga que Rubalcaba sea el candidato. En todo
caso, Zapatero ya no está para experimentos de Gobierno como hace dos años.
Pragmático, está ahora por asegurar la salida a la crisis y dar confianza a la
opinión nacional e internacional. Y eso sólo lo logra con pesos pesados como
Rubalcaba.