LO PEOR EMPIEZA

Esta vez no son valses los que suenan en el salón del Titanic. Son secas cuchilladas

Artículo de Gabriel Albiac  en “ABC” del 03 de enero de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Empieza el año más duro. Ni una sola de las medidas necesarias para recomponer la economía ha sido tomada. Primó la lógica electoral, hace casi tres años, cuando unas elecciones generales aconsejaron mentir acerca de lo que venía. No se requerían dotes proféticas para saberlo. Ni siquiera una formación superior de economista. Bastaba con leer la prensa internacional. Bastaba saber sumar un par de números con los dedos. Lo que venía era la primera gran recesión mundial desde 1929. Nadie saldría indemne de un vendaval así. Los países más sensatos fueron cerrando filas y ajustando a sobriedad el gasto público. Zapatero anunció el inmediato paraíso de un país sin paro alguno. Ese día, una familia piadosa hubiera conducido al prócer, con amor, al frenopático: la química hace milagros; unos meses fuera del bullicio y un jugoso retiro hubieran hecho de él un sonriente jubilado. En vez de eso, ganó las elecciones. Lo cual dice bastante del colectivo estado mental de este país en 2008.

No vale cabrearse. Buena parte de los que andan ahora poco menos que debajo de un puente votaron a este señor de sonrisa ridícula y adolescente lenguaje. Cerrar los ojos cuando lo peor se acerca es instintivo consuelo. Y seguro de aniquilación. Lo más duro —eso queremos aún menos mirarlo— es saber que lo más duro no ha llegado. Todavía. Apenas nada se ha hecho con el lastre financiero de las Cajas de Ahorros, bancos privados de unas Comunidades Autónomas a cuya prodigalidad señalan las agencias internacionales como cáncer de nuestra economía. De la reforma laboral, poco más que retórica huera tenemos por el momento. El presidente adolescente amaba tanto a los sindicalistas… ¿Cómo olvidar el momento más entrañable de estos siete años de príncipe del parvulario, cuando, lágrimas en los ojos, suplicó el cariño de la recia vanguardia proletaria? Aquello no era política, aquello era la representación de Evitaen un ajado manicomio.

La política hoy en España se reduce a una compleja mercadotecnia electoral. En cuyo virtuosismo se juegan casi todos los que de ella viven el único medio con el cual son capaces de ganarse la vida. De ello resulta la crueldad extrema de una casta que no duda en degollar al hermano de ayer si hoy puede disputarle escaño y sueldo. Lo de Cascos en Asturias se juega cada día en hasta el escalón ínfimo de todos los partidos. El Estado, entre tanto, se va a pique, se va a pique la nación, náufragos todos de la ruina. Pero esta vez no son valses los que suenan en el salón del Titanic. Son secas cuchilladas.

España vive de prestado. Y nadie presta al que no exhibe garantías suficientes de poder pagar sus deudas un día. En la primavera pasada, el juego estuvo en un tris de romperse. Merkel y Obama arrancaron al pupilo Zapatero, en aquel aterrador fin de semana, la promesa de aplicar restricciones racionales a nuestra economía. La logorrea del presidente sufrió algunas variaciones, su sonrisa se hizo más cicatriz que nunca. Y las medidas indispensables no fueron tomadas. De no serlo ahora, en estos primeros meses de 2011, la próxima salida a mercado de deuda soberana española podría marcar la fecha de nuestra bancarrota. Pero eso no es política para quienes nos mandan.