ESTRATEGIA VEROSÍMIL

 

 Artículo de Gabriel ALBIAC  en “La Razón” del 21.10.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 El recurso al TC no podrá iniciarse hasta después de que un referéndum exclusivamente catalán haya aprobado el texto

 

La operación parece pensada en tres frentes. Con un elíptico prólogo. Y es arriesgada.

Mucho. Pero no imposible. Al margen, por supuesto, de la valoración que en los demás genere. El primer frente sobre el cual mover pieza es Cataluña. Precedido, un año antes, por el movimiento de diversión que fue el plan Ibarreche. La admisión a trámite de aquel documento, en apariencia para rechazarlo, creó un precedente letal para la legalidad en curso: que el Parlamento pueda discutir y votar un texto explícitamente contrario a la Constitución.

No importa gran cosa cuál fuera el resultado de una votación asentada sobre tal supuesto. Abolido el principio conforme al cual un Parlamento está tan sometido a la constricción constitucional como cualquier institución o cualquier ciudadano, el marco de garantía de un país se ha roto.

El prólogo Ibarreche abrió paso al primer movimiento táctico: votación en Cámara de un estatuto catalán tan inconstitucional cuanto lo era, un año antes, el proyecto del PNV. Y, esta vez, la aprobación del texto; con, por supuesto, las detallistas modificaciones en su redacción que permitan ocultar el fondo trascendente de lo sucedido.

Formalmente, la Constitución del 78 seguirá en vigor, puesto que no se habrá puesto en marcha el muy complejo dispositivo que fija el modo legal de alterar sus puntos centrales (mayoría de dos tercios, disolución de Cámaras, referéndum). De hecho, habrá sido, sin embargo, limpiamente puenteada. Y habrá dejado de estar vigente en el primero de los puntos que definen su núcleo duro: la indivisibilidad territorial de la nación. El recurso al Tribunal Constitucional no podrá iniciarse hasta después de que un referéndum exclusivamente catalán haya aprobado el texto que constituye en nación a Cataluña. Para entonces, la vuelta atrás será prácticamente imposible.

El segundo frente podrá empezar entonces a moverse. El PNV, de consuno con el Partido Socialista vasco, trasplantará buena parte de lo redactado en el estatuto de Cataluña al primitivo documento de Ibarreche. El proceder técnico, legal y administrativo será casi idéntico. Aceitado, si hay suerte, por una oferta de tregua más o menos amplia por parte de ETA. En tales condiciones, la discusión

y aprobación de ese nuevo estatuto vasco debiera, con seguridad, ser aún más rápida que la del catalán.

El tercer frente cerrará el proceso. El Gobierno español alcanzará una fraternal entente con el Sultán de Marruecos para fijar alguna forma aceptable de cosoberanía hispano-marroquí en Ceuta y Melilla.

Si todo ha funcionado, y de inmediato, elecciones anticipadas. Las cuales suplirán simbólicamente a los convencionales trámites de reforma constitucional que orilló el Ejecutivo. Y el régimen habrá mutado.

Es un movimiento estratégico de alto riesgo. Muy alto. No imposible.