LA IZQUIERDA ESCRIBIÓ EL GUIÓN

 

 Artículo de César Alonso DE LOS RÍOS  en  “ABC” del 02/04/05

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

HACE unos días escribí que si un documentalista recogiera las movilizaciones que habían presidido Zapatero y Llamazares a lo largo de dos años, las manifestaciones cargadas de hostilidad, de odio, ante las sedes del Partido Popular; la creación de un clima irrespirable y de miedo; las sevicias públicas a dirigentes y militantes del PP; la humillación al presidente del Gobierno en la propia sede parlamentaria por periodistas y con la aquiescencia de una parte de los medios de comunicación..., la masacre del día 11 de marzo aparecía como la coronación lógica de ese proceso desestabilizador y antidemocrático.

No digo que los cerebros del atentado fueran los mismos que los que trazaron el plan callejero (esa kale borroka de pacifistas), pero sí digo que estos segundos prepararon el terreno, objetivamente, a los primeros. Si el miedo agrupa a la ciudadanía en torno al poder en situaciones de peligro colectivo, eso no sucede cuando el poder ha sido desprestigiado de forma sistemática, cuando ha sido despojado de su carisma, cuando ha sido tratado como un enemigo a liquidar, como un «detentador» del poder. Y ¿qué decir si los cerebros del atentado sabían hasta qué punto los españoles estaban desarmados al carecer de una conciencia nacional contra la que se venía conspirando desde hace años?

Pero si no coincidieron los cerebros del golpe con los que se habían dedicado durante dos años a acorralar al partido en el poder, sí cabe afirmar que estos últimos supieron aprovechar muy inteligentemente la situación. Quiero decir que si los autores del golpe buscaron el desplazamiento del poder del PP y de este modo pudieron terminar con la nueva hegemonía -atlantista- que se estaba preparando en Europa, así como dar un golpe al trío de las Azores, fueron bien apoyados por los socialistas, comunistas y nacionalistas, y digo que estos supieron aprovechar el escenario político preparado por la desconocida mano del Terror, a la que, por lo mismo, no interesa descubrir.

ASÍ pues, los tiempos de infamia que precedieron al 11 de marzo y los cuatro días que le siguieron, ofrecieron un guión obvio, ciertamente salvaje. La brutalidad del guión no ha sido imaginada por los cineasta, sino por los diseñadores del proceso, los unos y los otros. Los beneficiados se escandalizan ahora por la edición de unos vídeos. No les abruma su propio comportamiento durante aquellos días, años. Sino que esté puede ser exhibida.

ESTAMOS, por eso, ante uno de los ejercicios más formidables de hipocresía que hubiéramos podido imaginar, protagonizados por los exaltados al poder, sin méritos propios. Y junto a ellos, los tontos útiles. Los que apoyaron el asalto o bien se limitaron a balbucear algunas críticas platónicas.

Pero lo que está resultando intolerable de estos vídeos a los socialistas y amigos no es siquiera su contenido, a veces ciertamente inquietante, a veces voluntarioso en sus denuncias, a veces no suficientemente probado, a veces acompasado al dictado de lo que piensan millones de personas en sus casas. Lo que más ha molestado es que la derecha haya tenido el atrevimiento de salir al paso. ¿No habíamos quedado, acaso, que los eternamente golpistas, los represores de siempre, estaban obligados ahora a aguantar las agresiones, las revoluciones, de los históricamente perdedores? ¿Acaso el hecho de haber sido vencidos en una guerra civil no les daba ahora el derecho a compensarla con ciertas prácticas, aunque fueran dudosamente democráticas o sencillamente antidemocráticas?

Lo que exaspera es que la derecha haya respondido: su salida del silencio, la reivindicación de la palabra y de la imagen, el cambio de actitud de la derecha revolucionaria.