UN PROCESO FANTASMAL

 

 

 Artículo de César Alonso de los Ríos en “ABC” del 23.08.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

A estas alturas está claro que el «proceso de paz» fue concebido por Zapatero con los mismos fines que el Pacto del Tinell: expulsar del juego político al PP. Las diferencias, no obstante, son muy grandes: en Cataluña se trataba del reconocimiento vergonzante de la «nación» catalana y de un Estatuto cripto-estatal mientras en el País Vasco está, en el fondo, la autodeterminación de Euskal Herría. En Cataluña se negoció con partidos legales; en el País Vasco se «dialoga» con un partido terrorista que tiene quinientos miembros en la cárcel por terribles delitos de sangre en muchos casos. Mientras en Cataluña había márgenes para la negociación, en el País Vasco los terroristas hablan con la suficiencia de quienes han «luchado por las libertades» durante cuatro décadas. Batasuna/ETA pone las condiciones a un Estado «deficitario democráticamente» y exige su legalización por el mero hecho de declarar el alto el fuego. No sólo no se arrepiente sino que achaca «el conflicto» al Estado español, verdugo y eterno explotador de las Vascongadas-País Vasco-Euzkadi-Euskal Herría.

A estas alturas, digo, es obvio que el PSOE ha venido manteniendo relaciones con ETA para conocer las condiciones de un alto el fuego, pero, sobre todo, para vender a los españoles la esperanza de paz y vivir electoralmente de ello durante mucho tiempo, ya que el proceso «será muy largo y muy difícil». De ese modo, y durante ese tiempo, el Gobierno tiene la llave de la paz, mientras el PP se descarta a sí mismo y se desautoriza poniéndole bastones entre las piernas.

¿Es humo lo que vende Zapatero? De ahí la desesperación que comienza a cundir en la dirección y en los presos de ETA. De ahí los comunicados en los que ésta conmina al Gobierno a que se salte la legalidad, que deje de perseguir a sus miembros, que controle la Audiencia Nacional, que se hagan públicas las negociaciones en mesas reconocibles, es decir, que se pase por alto la condición ilegal de Batasuna/ETA.

Por supuesto, Zapatero estaría dispuesto a reconocer la «nación» vasca y a buscar un sucedáneo para la autodeterminación como «expresión de la libre voluntad de los vascos» pero la liberación de los presos y la anexión de Navarra, así como la negativa a cambiar el nombre de Batasuna le llevan a la paralización... Hay un problema de ritmos y de lenguaje.

ZP no había calculado que su venta del humo de la paz les iba a poner tan crecidos a los separatistas.