Artículo de César Alonso de los Ríos en “ABC” del 10
de agosto de 2009
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
El PP
ha abierto la guerra contra el PSOE. ¿No es una novedad que un partido tan
tolerante, tan sufridor, tan masoquista como este, haya entrado en esta vía?
No
hay que tener mucha memoria para recordar situaciones, como la del pacto del Tinell, mediante la que el PP demostró un aguante insólito
al aceptar que los socialistas, los comunistas y ERC le condenaron al ostracismo.
Aun
en estos momentos, el PP ha justificado su beligerancia como una reacción
defensiva. En efecto, la semana pasada Cospedal
explicaba la actitud de su partido como una respuesta a la estrategia del PSOE:
«El gobierno trata de destruir al PP, intenta aniquilar al primer partido de la
oposición».
En
todo caso, la acusación del PP es la más grave que cabe hacer a un Gobierno: la
fiscalía general del Estado, sectores del poder judicial y del policial
estarían implicados en la estrategia anti-sistema diseñada por aquel. El Estado
de Derecho habría dado paso a un Estado Policial.
Para
los socialistas y comunicadores afines, la declaración de guerra del PP es un
modo de tapar la corrupción y las divisiones internas que le «corroen». Para
los populares, el asalto del PSOE al Estado de Derecho es una forma de impedir
el castigo electoral que debería acompañar el paro y la miseria acarreados por
la crisis económica.
La
guerra que se ha abierto entre los dos grandes partidos sería celebrada por una
gran parte de los votantes del PP en el caso de que la dirección del PP la
diera también, y de forma expresa, en nombre de la integridad de la nación
española, de la lengua oficial y de la igualdad de los ciudadanos.
Si no
fuera así, esta guerra anunciada por Dolores de Cospedal
no pasaría de ser una pugna como tantas, esto es, por la conquista del poder,
puramente partidaria, sin gloria alguna.