LA SOMBRA DE ETA SE ALARGA SOBRE EL DEBATE DEL ESTATUTO

 

 Artículo de Luis María ANSON, de la Real Academia Española, en “La Razón” del 03/11/2005

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

 

El debate parlamentario de ayer no debe correr una cortina de humo sobre el hecho de que Zapatero está confeccionando un vistoso traje político no sólo para Carod y Maragall, también para Eta.

Desde hace un año sus gentes negocian subterráneamente con la banda terrorista. El presidente por accidente cree que si culmina una operación simultánea con los independentistas catalanes y con los etarras habrá despejado el camino electoral y reducido al PP a la marginación. La estrategia zapateril parece clara. Hasta las ranas del estanque del Retiro deben cantar que el PP está solo y aislado.

Solo, solo, eso es lo que Zapatero quiere llevar a la opinión pública, el PP está solo, el PP se queda solo. Es mentira. En asuntos de Estado, Zapatero disponía del 82 por ciento del Congreso, ahora se ha reducido al 58; ha perdido un partido de diez millones de votos para sumar a cambio a pequeños grupos anticonstitucionales independentistas y nacionalistas. Los medios adictos, sin embargo, reiteran machaconamente la consigna de Moncloa: los populares no existen para la vida política nacional; ni siquiera resultan necesarios para reformar la Constitución pues el PSOE del listísimo Zapatero se la puede meter doblada a Rajoy por la vía de los Estatutos. Se trata de una operación burda pero eficaz. La reforma constitucional

encubierta bajo la máscara de un Estatuto es un intento de golpe de Estado incruento, para qué nos vamos a engañar.

La negociación con Eta, impulsada por las gestiones de Carod Rovira con su amigo Josu Ternera, se revelarán un día, tal vez cercano, en todo su esplendor como

un éxito del pacificador. La unidad de una España inerme quedará entregada por un lado a las hachas y las serpientes, por otro a los Carod y a los Rovira, que harán lo posible para despedazarla.

Zapatero se ha desembarazado ya de la Transición. La legitimidad democrática para él no reside en el 78 sino en el 31. Hay que regresar a esta última fecha para ganar de una vez por todas la guerra civil.

Si en año y medio la idiocia o la malignidad de Zapatero ha descalabrado la  transición, ¿qué va a pasar en los próximos dos años? Sólo una reacción seria de las fuerzas políticas, sociales y económicas podría enderezar la situación. Rajoy estuvo

ayer espléndido. Pero quedan pocas esperanzas en la abierta caja de Pandora. Sobre todo en Cataluña los que debían defender la Constitución y la España unida parecen decir cínicamente como Groucho Marx: «Éstos son nuestros principios; si no les gustan, tenemos otros». Asistimos, en fin, al radiante espectáculo de la carrera

en pelo para encaramarse al carro del vencedor, mientras Zapatero, que ha encendido el fuego de la crisis institucional, que ha sido el gran pirómano, pretende presentarse ahora ante la opinión pública como el bombero que lucha por apagar el incendio.