ZAPATERO REGRESA A LA CENSURA FRANQUISTA

 

La tentación totalitaria de Zapatero resulta alarmante. Está dispuesto a que todos los grupos mediáticos le sean adictos. Como Franco

 

 

 Artículo de Luis María ANSON, de la Real Academia Española, en “La Razón” del 28.12.05

 

 

El tripartito catalán, integrado por el mediocre Maragall, el panfletista Carod-Rovira y un grupo comunista totalitario, ha activado el Consejo Audiovisual de Cataluña que, a la busca del tiempo perdido, regresa a la censura franquista. Que una información no le parece veraz a los consejeros, pues palo al canto. Es la ley mordaza. Es la fórmula empleada en sus comienzos por Mussolini, por Hitler, por Stalin, por Mao

Tsé-tung, por Franco, por Fidel Castro. El Consejo Audiovisual de Cataluña se atribuye el don de la verdad y, desde su dogmatismo, condena a los que infringen sus directrices a penas severísimas que puedan llegar a la supresión del medio. ¡Qué atrocidad!

O se está con la libertad de expresión o se está contra la libertad de expresión. Sí se está con la libertad de expresión hay que hacerlo con todas sus consecuencias.

La democracia pluralista española que conforma nuestra Monarquía parlamentaria, la Monarquía de todos, reposa sobre el arco de la libertad de expresión, consagrada en el artículo 20 de la Constitución. Ahí no caben veladuras ni matices ni medias tintas ni limitaciones, salvo las de la Carta Magna, como expresión de la voluntad general. ¿Quiere decir eso que el periodista es un ciudadano impune? Por supuesto que no. Está sujeto al Código Penal como cualquier otro ciudadano. Si calumnia, si injuria, si invade la privacidad de otros, si atenta contra la imagen ajena, si no respeta los derechos de la infancia, el peso de la ley debe caer con contundencia sobre el periodista.

Pero no corresponde ni al Consejo Audiovisual de Cataluña ni a los organismos que el partido comunista quiere sacar adelante en el Congreso ni por supuesto a los Consejos Deontológicos que trata de poner en marcha la Federación de Asociaciones de la Prensa, juzgar a los periodistas. Eso, en un Estado de Derecho, corresponde al juez, sólo al juez, con todas las garantías de nuestro sistema judicial y la seguridad de los recursos.

Si un periodista delinque es el juez quien debe sentenciar. Y hay que acatar la sentencia aunque en algunas ocasiones el juez se equivoque. Cuando Garzón cerró el «Egin» yo no estuve de acuerdo y dediqué una canela a acatar la sentencia y a discrepar de ella. Un periódico impreso, hablado o audiovisual no delinque. Los deli tos los cometen los periodistas y contra ellos se debe proceder judicialmente, no contra el medio en el que se expresan.

Si ciertos políticos catalanes consideran que han sido calumniados o injuriados desde algunos periódicos o emisoras de radio no tienen otro camino democrático que el de los tribunales de justicia, aparte de defenderse en los propios medios de comunicación. Activar ese delirante Consejo Audiovisual de Cataluña ofende a la libertad de expresión. Pero ¿qué se puede esperar del panfletista Carod-Rovira que domina al mediocre Maragall? Basta leer el Estatuto en su actual redacción para advertir en él, aparte del descarado paso a la independencia, el espíritu totalitario, intervencionista y dictatorial del nacional socialismo. Aún más, Cataluña vive ya en una especie de PRI y el tripartito domina casi todos los medios

de comunicación catalanes, en un sistema opresivo cada vez más asfixiante. Si el Estatuto, en su actual redacción, se aprobara regresaríamos a la censura franquista como franquismo es lo que el tripartito está haciendo con el idioma castellano, perseguido por Maragall y Carod como Franco persiguió el catalán, aunque ahora se haga de otra manera.

Y ahora viene Montilla, y por tanto Zapatero, y quiere, con el mismo espíritu totalitario, imponer, a imitación del Consejo Audiovisual de Cataluña, un Consejo Estatal de los Medios Audiovisuales que, junto al Estatuto del Periodista pretendido por los comunistas, nos devolverá, a escala nacional también, a la censura franquista. No sólo pasa eso aquí. Es una tradición de ciertas democracias. Cuando los políticos o los financieros no pueden doblegar la independencia de los periodistas se inventan leyes mordazas para taponarles la boca. O se van a ver a Berlusconi para que actúe sobre el propietario italiano del periódico de Pedro J. Ramírez, por no contar la actividad zapateril sobre algunos propietarios españoles

de medios de comunicación. La tentación totalitaria de Zapatero I el sonrisas resulta cada día más alarmante. Está dispuesto a que todos los grupos mediáticos le sean adictos. Como Franco. Con las debidas diferencias, pero como Franco por mucho que la comparación ofenda o escandalice a los periódicos del botafumeiro.

Lo que ocurre es que nos vamos a defender. Periodistas de todas las tendencias, como en los tiempos de la dictadura, aunaremos esfuerzos y voluntades, para denunciar los intentos gubernamentales de fragilizar la libertad de expresión, de sojuzgar al oligopolio de los partidos lo que constituye la gran defensa de los ciudadanos en las democracias: su derecho a la información plural. Si fuera necesario denunciaremos ante la Unión Europea las mordazas con que tratan de silenciar nuestras voces y nuestras plumas. Y armaremos una escandalera internacional

de tal calibre que Zapatero terminará arrugándose y replegando velas como ha ocurrido con el Estatuto catalán, por él inicialmente propiciado y apoyado. Que con las cosas de la libertad de expresión no se juega.