CATALUÑA, LAS ESPADAS EN ALTO
Artículo de Luis Maria Anson en “El Mundo” del
07.11.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web.
Con un muy breve
comentario al final:
¿Y QUIEN LE PONE EL
CASCABEL AL GATO?
Luis Bouza-Brey, 7-11-06
¿Qué le convenía a Zapatero? Que Montilla y el PSC apoyaran a Mas para que Convergencia entregara sus escaños al PSOE tras
las elecciones generales de 2008, aislando despectivamente al Partido Popular.
¿Qué le convenía a Montilla? El tripartito, para encaramarse,
tras su ruidosa derrota, a las poltronas de la Generalidad.
¿Qué le convenía al PSC? Seguir chupando moqueta en un Gobierno
tripartito dominado por los socialistas.
¿Qué le convenía a los comunistas? El
tripartito, única fórmula de permanecer parcialmente en el poder, con cargos,
sueldos, prebendas y enchufes.
¿Qué le convenía a ERC? El juego de la llave, de oca en oca y
tiro porque me toca, para sacar las máximas concesiones de su apoyo, bien a
Convergencia, bien al PSC.
¿Qué le conviene a España? Como a la Francia de 1958, una ley
electoral que impida el chantaje de los partidos bisagra, los cuales, como es
lógico, se han multiplicado como hongos. Fraga, que arrolló en las elecciones
gallegas, fue desplazado por el apoyo al PSOE de un
pequeño partido independentista. Matas, vencedor apabullante en la anterior
legislatura balear, sufrió el acoso de cinco partidos minoritarios para
arrodillarle. Lo que ocurrió en Andalucía con los presupuestos, en Cantabria,
en Aragón y en infinidad de pueblos y ciudades es de pesadilla. De Gaulle
resolvió el chantaje de los partidos diminutos en autonomías y municipios,
modificando la ley electoral de la IV República, de forma que el gobierno fuera
a parar automáticamente al partido mayoritario. Para las elecciones generales
arbitró el procedimiento de la doble vuelta. Eso dejó fuera de juego al partido
comunista y sus chantajes, y posteriormente, no se olvide, al de Le Pen.
En España, la fragmentación de la vida política partidista, con
primas desmesuradas para las bisagras, terminará por instalarnos en la
ingobernabilidad que padeció la IV República francesa. La reforma de nuestra
anticuada ley electoral debería ser preferente en los programas de los grandes
partidos. No es así porque se atiende a intereses fugaces y puntuales. Algún
día contaré una reunión en mi despacho del ABC verdadero con Rubalcaba, y las
posiciones de González en el Gobierno, entonces, y Aznar en la oposición, sobre
este asunto.
Mas, en fin, consigue una
victoria clara y rotunda. Montilla, una derrota espectacular. Pero los partidos
bisagra deciden torcer la voluntad popular. ¿Qué habría pasado si comunistas,
socialistas y Esquerra se hubieran presentado a las elecciones formando una
coalición? Eso sería plenamente democrático. Las alianzas a posteriori deforman
de alguna manera la voluntad de los ciudadanos.
¿Qué va a pasar ahora? Aseguran los expertos monclovitas
que hay un acuerdo subterráneo Zapatero-Montilla para que éste ocupe durante un
tiempo la Presidencia de la Generalidad y después ceda el paso a Mas con el
compromiso de que Convergencia apoye al PSOE tras las elecciones generales. Do
ut des. Si esto no fuera así, el presidente por accidente hará todo lo posible
para que se produzca una crisis en el tripartito, encaramar a Mas en la Generalidad y conseguir lo que le conviene: aislar
al PP tras las generales. Las espadas, pues, están en alto. Conocemos el
acuerdo para que gobierne el tripartito, a pesar de su fracaso. Desconocemos
las negociaciones bajo cuerda y la estrategia a medio plazo de Zapatero, de Mas y, tal vez, de Montilla.
Luis María Anson es miembro de la Real
Academia Española
Muy breve comentario final:
¿Y QUIEN LE PONE EL
CASCABEL AL GATO?
Luis Bouza-Brey, 7-11-06
Cada vez
parece más evidente que el sistema político español padece una patología
derivada del particularismo nacionalista asociado a un sistema electoral que
prima la centrifugación del país. Y lo ideal para solucionar esto sería una
reforma del sistema electoral junto con un fortalecimiento de las concepciones
del nacionalismo cívico, es decir, "respublicano".
(Entre
paréntesis, "Ciudadanos", la ciudadanía exige la conciencia "respublicana" y la creación de una identidad global,
es decir, nacional, para poder funcionar. La Constitución acertó: España es una
Nación plural integrada por nacionalidades y regiones plurales que por ello
mismo sólo pueden sobrevivir integradas en la Nación común. Pero el sentimiento
de identidad colectiva no se puede eliminar de la cultura política, porque es
cederle el monopolio a los que no son "respublicanos",
y se mueven por pulsiones étnicas, monolíticas y autoritarias. ((Sobre este
asunto ---doble paréntesis---, tengo la sensación de que me-nos queda mucho trabajo
intelectual de desbroce por delante))).
Ahora
bien, si los dos grandes partidos no se ponen de acuerdo, la reforma electoral
no se realizará, y no se pondrán de acuerdo mientras cada uno de ellos esté
pendiente de conseguir el apoyo de bisagras frentepopulistas
y/o nacionalistas para poder ganar. Así que nos encontramos estancados y
bloqueados, y el país se va al garete. Ninguno de los dos grandes se atreve a
ponerle el cascabel al gato abisagrado, ya sea éste IU-ERC-BNG, ya sea CIU-PNV.
Pero el bloqueo
y el deterioro se percibe, y la paradoja es que la movilización de los
Ciudadanos ante la degradación puede crear una bisagra centrípeta que,
abriéndole una vía de agua, obligue al PSOE a rectificar hacia un pacto de
Estado con el PP, para reformar la Constitución en la dirección del
nacionalismo cívico y el "respublicanismo",
contra el nacionalismo étnico y el Republicanismo. Y será también una bisagra
que frene la deriva pragmática del PP consecuente a la necesidad de vencer al
PSOE con apoyos nacionalistas.
La
bisagra del Partido de la Ciudadanía español podría cumplir una función
histórica para evitar el colapso de la democracia española, apoyando e
impulsando la reforma constitucional y electoral. Después de cumplida esa
función, ya se verá si es imprescindible su supervivencia o se puede volver a
las profesiones privadas, o a la actividad política en uno de los dos grandes.
Lo que uno les puede garantizar a los observadores externos, desde dentro de
los Ciudadanos actuales, es que aquí no hay ni ultraderecha ni ultraleches, sino gente admirable de muy alta calidad
humana que ha tenido que movilizarse para salvar la "respública".
Otro
aspecto a comentar sobre la reforma electoral es que no parece fácil institucionallizar un sistema a doble vuelta, como proponen
algunos, sin una reforma constitucional que modifique los artículos 68.3
y 152, que establecen --aunque de modo impreciso-- el sistema proporcional como
fórmula electoral.
Ahora
bien, caben otros mecanismos distintos del de pasar a un sistema mayoritario a
dos vueltas como el francés, a fin de reducir o eliminar el bisagrismo
centrífugo, tales como el incremento de los umbrales mínimos de
representatividad nacional para entrar en el Parlamento, o la reducción del
peso parlamentario de los partidos más pequeños. Habría que estudiar todo esto,
pero la necesidad de plantearlo y desarrollarlo parece cada vez más evidente.