DE FRAGA A RAJOY

Artículo de Luis Maria Anson en “El Mundo” del 11.04.08

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Arrancó en septiembre de 2003 con 14 puntos de ventaja sobre Zapatero. Antes del 11-M, esa distancia se había reducido a punto y medio. Perdió las elecciones generales. La atrocidad del atentado terrorista le sirvió para justificarse. Perdió después las europeas. Perdió las catalanas. Perdió las vascas. Perdió las gallegas. Perdió Cantabria. Perdió Baleares. Perdió hace unas semanas las generales de 2008, frente a un rival que había acumulado infinidad de errores y despropósitos. Perdió, perdió, perdió... Rajoy tiene su nombre unido a la derrota electoral. Es un perdedor. Claro que el mariscal Turenne afirmó: «Es preciso haber sido derrotado dos o tres veces para poder ser algo». Bonita frase para Rajoy, si no fuera porque, poco después, a Turenne una bala de cañón, en la batalla de Salzbach, le arrebató la vida.

¿Puede ganar Rajoy las elecciones de 2012? Puede. En política casi todo es posible. Y aunque la experiencia le ha enseñado mucho a Zapatero, aunque el presidente no acumulará en esta legislatura los errores pasados, la situación económica va a zarandear hasta los cimientos de su guarida monclovita, alterando, incluso, los gorjeos de la imperturbable Sonsoles. Puede ganar Rajoy en 2012, sí, pero está claro, sin embargo, que tendría más probabilidades cualquiera de los pesos pesados del PP y, sobre todo, si se encontrara una cara nueva capaz de despertar ilusión.

Fraga, que fue siempre un hombre lúcido y generoso, buscó, cuando perdió las elecciones, a un hombre joven, a un hombre nuevo, Hernández Mancha. Recuperó el mando al comprobar que se había equivocado y, aunque tuvo alguna tentación de volver a presentarse, propuso finalmente a Aznar. Aquel joven político, respaldado por victorias electorales en Castilla y León, no sólo por el dedo de Fraga, proporcionó al PP dos grandes éxitos. Lo tenía todo a favor en septiembre de 2003 para vencer por tercera vez en las generales. Pero cumplió su palabra y se retiró dejando a Rajoy como sucesor y a Rodrigo Rato con tembleque.

Rajoy fue un ministro diez, un extraordinario gestor. Habría sido un excelente presidente del Gobierno. Aznar eligió bien, teniendo en cuenta la distancia que en septiembre de 2003 separaba al PP del PSOE. Se demostró enseguida que Rajoy era sólo un mediocre candidato. Los Elorriaga, los Arriola (quién, quién apartará el cáliz del marido de Celia), los inciensadores de turno, le disfrazaron absurdamente de pavo real y llegó a la última semana electoral con la victoria comprometida.

Frente a un bien construido discurso de investidura de Zapatero, Rajoy estuvo francamente acertado y en la primera réplica del debate brilló a gran altura. Pero el tándem Rajoy-Sáenz de Santamaría no tiene mucho que hacer en el Congreso frente al tándem Zapatero-Alonso.

Rajoy, en fin, pasaría a la historia de su partido con la dignidad y la seriedad que siempre le han caracterizado si en el Congreso de Valencia anunciara su retirada, proponiendo como presidente a uno de los pesos pesados del PP -Gallardón, Aguirre, Camps, Zaplana- o a un político joven de calidad, a una cara nueva que sume sin dividir. No parece probable que esto ocurra porque el entorno de Rajoy quiere conservar a toda costa el poder de la oposición, los sueldos, las poltronas, las moquetas, las dietas, los viajes, los chóferes, los escoltas, la parafernalia... A Cayetana Alvarez de Toledo, (si las comparaciones no fueran odiosas diría que es más inteligente, más brillante, más capaz que Soraya) le recordé lo que un paisano de Rajoy, un escritor grande, Valle-Inclán, había escrito en su Sonata de Estío: «Lo mismo da triunfar que hacer gloriosa la derrota». Ojalá que en el año 2012 no tenga el PP que hacer gloriosa otra derrota de Rajoy.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.