ZAPATERO Y SUS CALAFATINES

Artículo de Luis María Anson en “El Mundo” del 21 de mayo de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web


«Si yo me encaramé en la presidencia del Gobierno sin experiencia ni méritos, sin haber destacado en nada, eso quiere decir que cualquiera puede ser ministro o ministra y que, en política, todo vale. Así es que voy a hacer ministra a mi amiga Maleni y ya veríamos cómo funciona a satisfacción de todos». Efectivamente Maleni deslumbró a los españoles con su bella oratoria, con el rigor de su palabra, con su eficacia en la gestión, con su generosidad para tratar al adversario, incluso a Esperanza Aguirre.

José Luis Rodríguez Zapatero ha sabido calafatear la gran nave del Estado con rara perfección. No se le ha escapado una fisura. Ha hecho un minucioso trabajo sin fallos. Es el gran calafate de la democracia española. Ha sabido, además, rodearse de calafatines y calafatinas para completar su trabajo, de aprendices de su gran sabiduría que deslumbra al mundo desde el faro de la Alianza de las Civilizaciones. De vez en cuando ha tenido que soltar, en el mejor estilo centroamericano, un calaguastazo a alguno de sus calafatines porque la letra con sangre entra, pero en líneas generales ha demostrado al pueblo español que, con él, cualquiera puede ser ministro o ministra, que para despilfarrar el dinero que pagan los españoles a través de unos impuestos casi confiscatorios, todo el mundo vale; que la exigencia de méritos es algo propio de la derecha reaccionaria y que ya está bien de exámenes, oposiciones y otras zarandajas con que los burgueses tratan de arrollar, con ll, que no se deslice la errata. Además, Gustavo Le Bon tenía razón al escribir en Ayer y mañana que «cuando el error se hace colectivo adquiere la fuerza de una verdad». Así es que, rodeado de sus calafatines y sus calafatinas, Maleni a la cabeza, marchosa y parlanchina, Rodríguez Zapatero ha dejado la nave del Estado hecha un primor, dispuesta a navegar por las aguas procelosas de la crisis y la recesión. Y si alguien discrepa de su política de negociación con Eta, de su política internacional, de su política económica, de su política abortista, de su política educacional, se le acusa de antipatriota y se esgrime la razón de Estado.

La razón de Estado, en boca de Zapatero, qué cosas. «Soy de aquellos -escribió Víctor Hugo- que no dudarán nunca entre esa virgen que se llama conciencia y esa vieja prostituta que se llama la razón de Estado». Dicen que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen. «Yo no creo que el pueblo español haya caído tan bajo», me decía ayer un dirigente socialista de la época en que el PSOE se alzó con 202 diputados y no tenía que mendigar en los albañales nacionalistas.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.