¿A QUIÉN SIRVE LA ESTRATAGEMA DE LA "NACIÓN CÍVICA"?

 

 Artículo de Eduardo Arroyo en “El Semanal Digital” del 27.06.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

27 de junio de 2006.  Leo en Elsemanaldigital.com un excelente artículo de Jesús Laínz "contra la nación cívica" y no puedo por menos de reflexionar un poco. Su exposición es contundente. Debería tomar nota de ello todo español honrado y sensato y, especialmente, el denominado "centro-derecha". Que las izquierdas sean abanderadas de la "nación cívica" es natural. Al fin y al cabo la "nación" es una creación de la izquierda política, no como forma de estructurar mejor al pueblo sino como paso inicial hacia la cosmopolitización que prescinde de patrias, historia y cualesquiera referentes distintos de la anomia y la abstracción del "ciudadano". Los marxistas et alii jamás han podido integrar en su sistema nada que no fuera manipulable desde la economía: por eso son ambientalistas hasta el lamarckismo y son materialistas hasta donde desaparece el orden trascendente y, por ende, el cosmos carece de sentido.

Como el fracaso de las izquierdas en todos los proyectos sociales que han ensayado en el planeta es de una evidencia aplastante, sólo la ensoñación utópica disfraza el impulso nihilista de la izquierda. Pero a principios del siglo XXI, paradójicamente, las izquierdas, que han fracasado en lo político, gozan de un extraordinario vigor en lo intelectual y en lo que a la hegemonía social se refiere. Llama la atención, en cambio, la ineficacia de la "derecha" a la hora de contrarrestar el nihilismo que se extiende.
 
¿Que cómo es eso? Pues porque lo que actualmente se llama "derecha" no es sino la usurpación realizada por la otrora izquierda política. Hoy, "izquierdas" y "derechas" se encuentran en el proyecto mundialista, apátrida y cosmopolita precisamente porque ambas comparten un mismo origen común. Así, la filosofía materialista, destructora e internacionalista de Leo Strauss es la ideología de referencia para el Partido Republicano en los EEUU, antaño auténtica potencia conservadora.

En Europa –también en España- el demoliberalismo traza su estrategia de hegemonía planetaria y mercantil al amparo de un Homo oeconomicus muy similar al engendro concebido por Marx y Engels. A ciertos niveles de poder, "izquierdas" y "derechas" se difuminan para integrarse en la infraestructura planetaria de dominio, y por eso un "centro-derechista" como José María Aznar ha conseguido salir de su gris mediocridad impulsando en España el proyecto mundialista de los neocon en FAES y fusionando su pedigrí político con el siniestro Rupert Murdoch, gestor de una especie de grupo PRISA planetario.
 
Es por eso por lo que a unos y a otros les molesta el patriotismo de siempre: el que nace del amor a una tierra, unos antepasados y una historia sin más, sin odio a terceros, el que brota de un amor sencillo por querer ser lo que uno es. A la cúpula del poder le molesta para sus planes de dominio todo lo que no es mercado e individuo, y por eso emplea la estratagema de la "nación cívica", a fin de reconducir a un callejón sin salida a todos los que, alarmados, creen que su patria desaparece. He aquí el motivo por el que el centro-derecha califica obstinadamente, y contra toda evidencia, de "nacionalistas étnicos" a los que no son más que "nacionalistas cívicos" que odian a la única y verdadera patria española. Esto es, en definitiva, una prueba más de a quién sirven verdaderamente unos y otros.