Y SEGUIMOS DESPEÑÁNDONOS EN LA ESCENA INTERNACIONAL

Artículo de Álvaro Ballesteros en su blog Crónicas del Mundo del 07 de junio de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

Poco queda por decir al narrar las consecuencias del legado de este Zapaterismo, aun de cuerpo presente, que ha conseguido hundir a España en la más absoluta miseria económica, política, institucional, moral, y sobre todo, internacional. En un país que ya es poco más que una caricatura de sí mismo, a la espera de que alguien serio se ponga al volante, la realidad internacional sigue abofeteándonos a un ritmo trepidante, recordándonos que el mundo real sigue en marcha y que somos nosotros los que seguimos empeñados en perder todos los trenes.

 

No hay una región (de mayor importancia estratégica directa para nuestro país) como el Mediterráneo occidental/norte de África para comprobar la absoluta falta de relevancia a la que nos han llevado estos atroces años de delirio zapateríl, bajo la hégira del trío Moratinos-Chacón-Jiménez. Dos legislaturas de despilfarro y cánticos al cielo, sin dirección ni sentido estratégico de defensa de los intereses nacionales, que nos hacen aterrizar ahora en un escenario tan duro como imposible de ignorar.

 

Política, militar y estratégicamente, hace ya mucho que pintamos muy poco, mientras los “amigos” internacionales de nuestro (des)gobierno se frotan las manos. Dirigidos por unos políticos exclusivamente dedicados a asegurar su propia supervivencia electoral, los españoles hemos sido una vez más conducidos al matadero intelectual que nos proponen los que quieren que el mundo se reduzca al pulso interno en el PSOE, a las inverosímiles piruetas Rubalcabianas, o a las acampadas perrofláuticas de los herederos de la movida del 0,7.

 

Y es que mientras Zapatero jugaba a despeñarnos arruinando todo lo conseguido internacionalmente desde el inicio de la democracia, con Moratinos labrándose su propio porvenir al servicio de la France y de Rabat; y mientras Chacón y Jiménez intentan aun enterarse de qué va la película en sus propios ministerios (tan importantes como ignorados por el Presidente del Gobierno de España), resulta que nuestros vecinos (amigos y no tanto) nos están desplazando ágilmente de todos los foros de toma de decisiones relevantes.

 

La tragedia inverosímil de los pepinos españoles en Alemania no es más que representativa del momento histórico que vivimos, abandonados a nuestra suerte por nuestro propio (des)gobierno, invisible en toda esta crisis. Ninguneados y humillados por Berlín, nos vemos apuñalados por la espalda por marroquíes, franceses, italianos, griegos y turcos que rápidamente se han lanzado a ocupar el mercado internacional en el que antes reinaban los pepinos made in Spain. Aquí, el que no corre vuela, y los españolitos (ilusos abanderados del todo es gratis) llevamos ya demasiado tiempo sin movernos, tan comoditos en la debacle.

 

Rabat sigue reforzando sus posiciones internacionalmente al tiempo que Mohamed VI se blinda frente a cualquier posibilidad de demandas democráticas reales. La inclusión de Marruecos en el exclusivo grupo de las Monarquías del Golfo (una especie de OTAN absolutista que asegura que inagotables petrodólares y tropas Saudíes irán en apoyo de aquel soberano que vea amenazado su control sobre país por manifestaciones pro-democráticas) no permite augurar futuro alguno al incipiente clamor pidiendo reformas democráticas en el reino Alhauí. Al mismo tiempo, las tensiones internas en Marruecos no hacen más que reforzar las amenazas y presiones marroquíes para hacerse con Ceuta y Melilla, y para estrangular definitivamente al pueblo saharaui. Y todo ello ante la pasividad de aquella comprometida activista de antaño que hoy dirige el Ministerio de Exteriores, mientras su predecesor se pasea de gorra por el planeta a cargo del erario público español. Somos los mayores pagafantas del hemisferio norte pero aun no nos hemos dado cuenta.

 

Por otro lado, París y Roma ya han llegado a sus propios acuerdos para repartirse el control del Mediterráneo occidental una vez concluida la campaña aliada contra Gadafi en Libia. Madrid sigue siendo el convidado de piedra, mientras Zapatero se esconde en su tratamiento anti-depresión y Rubalcaba se preocupa de salvar los muebles antes del naufragio. Sarkozy y Berlusconi, los reyes del mambo que llevan una eternidad riéndose a la cara de Zapatero, han conseguido que España no pinte ni copas en la reorganización estratégico-político-económica de la región. No somos nadie para ningún actor de peso, tras todo el show estilo boy scout inmaculado desplegado por Zapatero desde 2004.

 

Y la gota que colma el vaso de la irrelevancia en la que nos ha sumido este (des)gobierno es la preparación del anuncio futuro de que la OTAN traslada a Izmir (Turquía) la sede del Mando Aliado de las Fuerzas Terrestres con sede en Madrid. El cuartel aliado que tanto se esforzó el gobierno Aznar por situar en España (inaugurado en 1999 como el Mando Aliado Suroeste y convertido en 2004 en el Mando Aliado de las Fuerzas Terrestres de la OTAN) se nos escurre de los dedos en 2011 ante la mirada de una Ministra Chacón más pendiente de rencillas partidistas internas y de sucesiones quiméricas que de la defensa de los intereses estratégicos de España. Claro, que pídanle ustedes peras al olmo.

 

Si a finales de 2010, los Aliados decidieron en Bruselas aprobar la propuesta del Secretario General de la OTAN, el danés Anders Fogh Rasmussen, de reducir el personal de la Alianza de 13.000 a menos de 9.000, y el número de Centros de Mando de la OTAN de 11 a 4; ahora en 2011 (gracias a la invisibilidad internacional de Zapatero) ya sabemos que España se convierte en uno de los países aliados que pierden mayor peso específico en la estructura de la Alianza.

 

Un agujero más al que el futuro gobierno del PP tendrá que hacer frente tras haber dilapidado Zapatero de modo inmisericorde toda la herencia atlantista que recibió de Aznar en aquel funesto y lejano 2004. Pocos ejemplos similares hay en la historia occidental reciente en los que Estados de peso abrazaron tan alegremente la doctrina política del harakiri.

 

La gran pregunta que sigo sin poder responderme es: ¿en qué pensaban todos los felices aplaudidores de Zapatero durante estos largos años en los que el de León descuartizaba el país y aniquilaba nuestra posición internacional? De la respuesta a este interrogante depende, por mucho que nos duela, parte del futuro de España y parte de nuestra capacidad para retomar el vuelo. Es algo que muchos deberían tener en cuenta para no volver a regalarle las llaves de casa al próximo Nerón de turno.