¡CUIDADO CONTIGO, PATXI!
Artículo de Joan Barril en “El Periódico” del 05 de marzo de 2009
Por su interés y
relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web.
Con
un muy breve comentario al final:
¿DESDE
QUÉ ATALAYA MORAL HABLA ÉSTE?
Luis
Bouza-Brey, (6-3-09, 17:00)
El formateado es
mío (L. B.-B.)
Los peneuvistas, resistiéndose a la más mínima posibilidad
de coalición y de cambio. Los socialistas, envalentonados por unos resultados
importantes pero no suficientes, diciendo que es legítimo contribuir a cambiar
el régimen vigente de Euskadi a cargo de los nacionalistas. En eso, Patxi López
lleva razón, pero solo en eso. La idea de que que el PNV equivale al Gobierno
"natural" de Euskadi es algo que, en buena lid democrática, debería
desaparecer. Y, vistas las resistencias del PNV, tal vez la manera más gráfica
de esa desaparición sería un cambio de Gobierno y de lendakari.
Pero, mira, Patxi, que los votos dan para lo que dan. Y que esa exigua mayoría
con la que podría desbancarse al nacionalismo de Ajuria Enea es una mayoría viciada por haber puesto fuera de la ley a los
radicales y por tratarse de una mayoría espuria y revanchista. ¿De verdad, Patxi, eso que consideras un cambio de régimen en
Euskadi puede sustentarse sobre un diputado surgido de la crispación de Rosa
Díez? Cuando te levantes por la mañana y te
mires al espejo del lavabo de la lendakaritza, ¿no verás el sonrojo de estar
ahí con los votos del Partido Popular? No tuviste mi voto porque, en tanto que
no soy vasco, jamás pude votarte. Sé, no obstante, que el poder de ser
lendakari con el voto de PP y de UPD tal vez da poder, pero resta autoridad
moral.
Porque, vamos a ver, Patxi: una cosa es el poder nominal y otra, el poder real. Probablemente, eso ya lo sabes. Cuando hablas de "régimen" estás hablando de una organización administrativa que fue concebida hace muchos años y que se ha ido alimentando de funcionarios afines. El poder no es la poltrona de lendakari, sino la extrema capilaridad de ese poder antiguo que llega a los últimos estratos de la Administración autonómica. Con los escaños de esos falsos amigos del PP y de UPD, tan españoles ellos, que hoy te jalean puedes llegar a la poltrona, pero te vas a encontrar con una estructura ideologizada y fiel a aquellos que la nombraron. Deberás invertir todas tus energías en intuir si aquel jefe de negociado cumplirá lo que le digas o, por el contrario, se irá al batzoki a contar tus fallos o tus despropósitos. ¿Cuántos palos en las ruedas te van a reportar aquellos que se mueven en las arterias más finas del Gobierno? El monstruo de Frankenstein no está en el cambio de cabeza, sino en la inercia atávica de un cuerpo que no la reconoce.
Querido Patxi: antes de continuar con tus baladronadas, ¿por qué no hablas con Maragall y le preguntas cómo fueron sus primeros años de tripartito, navegando entre la voluble fiabilidad de sus socios de gobierno y la duda razonable y humana sobre la entrega funcionarial de la infantería administrativa colocada por Pujol? Tu papel histórico no consiste en humillar a un nacionalismo que continuará muy vivo, sino a matizarlo y a llevarle por la vía del consenso. Llevamos años viendo las dos Españas y los dos Países Vascos. Y ahora, con los resultados del domingo, tienes una pequeña e incómoda capacidad de gobernar. Pero también tienes una enorme capacidad de marcar la agenda y de controlar de cerca a los gobernantes. Piensa en la satisfacción que te va a proporcionar el vigilar al vigilante. El PNV se encuentra hoy sorprendido como una bella princesa dormida. Como decía Almodóvar: "Hable con ella". Has convencido, pero todavía no has vencido, Patxi. Ponte cómodo y a trabajar. Hoy, justificar el poder con unas cifras insuficientes no es más que una muestra de cinismo democrático. Y tú no eres así, ¿verdad?
Muy
breve comentario final:
¿DESDE
QUÉ ATALAYA MORAL HABLA ÉSTE?
Luis
Bouza-Brey, (6-3-09, 17:00)
Llama la atención el tono de este artículo, y suscita el interés
por saber desde qué atalaya moral habla el autor del desprecio a los votos del
PP, que le producen sonrojo moral, o al diputado de UPyD, al que considera
crispador.
Pero uno intuye que el autor de este artículo es un espécimen
inmerso en la abducción nacionalista del maragallismo caótico, que habrá
apoyado con entusiasmo el pacto del Tinell y el condón sanitario frente al PP.
Será probablemente un ejemplo de autootorgado y ensoberbecido elitismo
antidemocrático, que formará parte del “selecto” grupúsculo de “Ciutadans pel
canvi”, siempre en la vanguardia del pensamiento políticamente correcto, y
permanentemente caracterizado por un sectarismo pseudoprogresista y frívolo,
dispuesto a vender los principios igualitarios y cosmopolitas de la izquierda
auténtica por una ración de lentejas de poder.
Posiblemente será un representante prototípico de esa pequeña
burguesía catalana “molt de la seva”, políticamente miope y carente del más
mínimo sentido del Estado, que habrá apoyado con entusiasmo el Estatuto
violador, y apoyará con el mismo entusiasmo las políticas nacionalistas del PSC
o cualquier otra muestra de abducción etnonacionalista de los partidos
sedicentemente de izquierda. Para estos grupúsculos pseudoprogresistas la
transversalidad consiste en que todos los actores políticos sean
etnonacionalistas y defiendan los sagrados intereses de Cataluña. Para
especímenes así, el PNV es una bella princesa durmiente (seguramente por un
empacho de nueces) y los grupos integrantes de la red de ETA son “radicales”
puestos fuera de la ley para dar lugar a una mayoría viciada.
Me pregunto si esta miopía antidemocrática es una argucia
táctica o simplemente cortedad de alcances, o más bien se debe a que todo lo
que no sea comprensión y justificación del independentismo es rechazable.
Primero el PSUC y después Maragall y el PSC, les han hecho perder
definitivamente el Norte.¿Se acuerdan de la
manifestación cuando el asesinato de Lluch? Seguro que habrá sintonizado con el
llamamiento masoquista de Gemma Nierga.
Al final, entre todos estos integrantes del PUC (Partido
Unificado de Cataluña) conseguirán asfixiar y hundir definitivamente en un
marasmo putrefacto y decadente la vitalidad y creatividad de este gran país que
fue Cataluña.